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Malecón del paseo
Miércoles 19 febrero, 2020

El más grande reportero

•“Era pobre, pero muy feliz”
•Un hombre jodido en Parí­s

EMBARCADERO: El más grande reportero y escritor en la historia de la humanidad es Ernest Hemingway... Y aun cuando hacia el final de su vida era dueño de una mansión en Cuba con alberca donde nadaban desnudas sus mujeres en turno, muchas de ellas artistas, y de un yate, y otra mansión en Estados Unidos, en los primeros años de su vida periodí­stica y literaria, fue “pobre, muy pobre, pero muy feliz”

Luis Velázquez

ROMPEOLAS: El tiempo de pobreza y estrechez económica más conocida de Hemingway fue en Parí­s cuando a los veinte años de edad lo enviaran de su periódico para cronicar la Guerra Mundial… Entonces, incluso, y con su esposa de la misma edad, buscaban a los reporteros consagrados de la época, todos norteamericanos y asignados en Parí­s, para que los invitaran a comer… Tanta era la jodidez que padecí­an que, por ejemplo, Hemingway llegó a la conclusión de que se escribe mejor cuando se tiene hambre y cuando las tripas chillan y solo queda pasar frente a un restaurante o una panaderí­a para oler la comida y el pan y hacerse ilusiones…

ASTILLEROS: Por ejemplo, con el estómago vací­o, Hemingway y su primera esposa, quien también era reportera, llegaban a la exposición de un pintor para cronicar el acto cultural, pero más aún, para atragantarse con los bocadillos y el buen vino… Luego, adictos al café lechero si tení­an unos centavitos iban a un café donde cada uno agarraba su cuaderno escolar y escribí­an el texto periodí­stico para enviarlo a sus periódicos en Estados Unidos…

ESCOLLERAS: En medio de aquella pobreza, Hemingway aseguraba que su narrativa estaba llena de tripas chillando necesitadas de un mendrugo y aunque fuera, un vino barato… Un dí­a, integrados los originales de sus cuentos su joven esposa viajó en un tren a otro pueblo y de pronto, ¡zas!, descubrió que se los habí­an robado los manuscritos originales y las copias… Y en medio de aquella pobreza, Hemingway intentó escribir algunos relatos, pero solo rescató uno o dos, de igual manera como sucede en la pelí­cula “Palabras robadas”, con Irom Jeremy…

PLAZOLETA: Hemingway siempre se mantuvo fresco entre el periodismo y la literatura… Pero con frecuencia, dejaba de reportear para escribir sus cuentos y novelas… A los 24, 25 años de edad, estando en Parí­s, renunció a la corresponsalí­a del periódico de EU que cada mes le enviaba su salario y para sus gastos… Y quedó en la nada, sin recibir el sueldo… Entonces, la pobreza alcanzó los niveles de la miseria y muchas noches se acostaba con su esposa sin cenar, pero eran felices, porque mirando la noche estrellada en Parí­s se amaban en la madrugada escuchando los gritos desaforados de los gatos haciendo el sexo… Incluso, Gabriel Garcí­a Márquez decí­a que el cuento más hermoso de Hemingway es, precisamente, de un gato escondiéndose bajo la lluvia…

PALMERAS: De aquella pobreza quizá Hemingway aprendió que la vida nunca consiste en acumular bienes materiales, sino tener lo necesario para vivir y consagrarse a la vocación personal… Pero además, tener confianza en sí­ mismo, conscientes y seguros de que cuando hay disciplina y talento, algún dí­a los vientos huracanados se vuelven aliados y se alcanza la más alta satisfacción y felicidad… Cierto, a los 62 años de edad agarró una de las escopetas que utilizaba para cazar leones y tigres en ífrica y a las 6 de la mañana, mientras su última esposa dormí­a, se pegó un tiro en la boca pues era muy depresivo…


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