Y a los criminales, todos juntos y revueltos, sentenciados a morir de la misma forma cruenta…

ROMPEOLAS: En un solo dí­a, el 24 de agosto de 1944, Hitler ordenó matar a veinticuatro mil judí­os… Y es que odiaba a los judí­os con tanto rencor y vehemencia que, por ejemplo, hasta los culpaba de la muerte de Jesús en el Gólgota… Todo, porque era hijo de un judí­o millonario, quien embarazó a su señora madre, trabajadora doméstica en su casa y nunca, jamás, lo reconoció… Aquel terror hitleriano llegó a la locura cuando, y por ejemplo, prohibieron a los padres hablar con sus hijos y a los maridos con sus esposas, y a quienes Hitler convirtió con su aparato de seguridad en delatores de ellos mismos…

ASTILLEROS: Hubo, cierto, otros capí­tulos sórdidos y siniestros en la historia humana… Por ejemplo, Hiroshima y Nagasaki, donde Estados Unidos bombardeó con armas quí­micas a la población civil… Los campos Gulag, donde José Stalin, otro de los grandes sátrapas, enviaba a los disidentes y los refundí­a de por vida… La guerra de Vietnam desatada por Richard Nixon contra aquella población heroica defendiendo a su pueblo a tal grado que muchos años después Estados Unidos perdió la guerra… El genocidio de Camboya, donde asesinaran a niños, mujeres y ancianos… Los treinta mil desaparecidos en Argentina en el tiempo del general Jorge Videla… En el siglo XVI, los conquistadores españoles mataron a sesenta millones de indí­genas en América Latina…

ESCOLLERAS: Pero con todo nada como la atrocidad de Hitler y quien quedó para la historia como un maricón, quien viéndose derrotado en Rusia primero mató a su esposa, Eva Braun, recién casados, y luego se pegó un tiro antes de caer en manos de los rusos… Y el otro maricón como fue Joseph Goebbels, su poderoso Ministro de Información que primero ordenó a su esposa (amante que fuer de Hitler y hasta con su conocimiento) que envenenó a sus 6 hijos cuando dormí­an y luego le pegó un tiro y después también se suicidó igual que Hitler…

Hay dos libros que debieran leerse para recordar Auschwitz… Uno, La trilogí­a de Auschwitz, de Primo Levi, él mismo que estuviera en los campos de concentración y por un milagro salvó la vida y fue cuando Hitler ya estaba derrotado… Y el otro, Kaputt, de Curzio Malaparte, enviado especial de su periódico a la Segunda Guerra Mundial, y en donde, incluso, fue hecho prisionero y enviado a los campos de concentración, por fortuna, sin llegar a las cámaras de gases…

PALMERAS: Derrotado en Stalingrado, la primera orden de Hitler fue desaparecer los campos de concentración para evitar que el mundo conociera aquella espantosa atrocidad humana… Y más espantosa, si se considera que miles y miles de judí­os que salvaron la vida en los campos luego de la derrota de Hitler, nunca recuperaron su vida normal como describe Primo Levi… Es el capí­tulo más negro en la historia del mundo cometido por un loco que se creyó superior a todos y quiso tener el mundo en un puño…