Entre/semana
•Vivir de la caridad pública
•La misericordia politizada
•Teatro evangélico
•Dedazo en MORENA
•La felicidad de estar juntos en la pobreza
Por Luis Velázquez
1. Vivir de la caridad
En los pasillos exteriores y la banqueta del Hospital Regional de Veracruz hay un mundo de pobreza y miseria.
Los familiares de los enfermos internados esperando una operación quirúrgica, por ejemplo, una convalecencia, incapaces por su precariedad de alquilar la habitación de un hotel modesto y sencillo, allí pasan los días y las noches esperando el desenlace. La recuperación física de los suyos, o la muerte.
Si en el día o la noche llueve o hace norte huracanado ahí permanecen. Si la tarde es fría y tibia, ahí siguen. Si hace calor intenso, ahí permanecen.
Muchos, la mayoría esperando turno para que el familiar sea operado. Que porque el médico no está. Que porque faltan las medicinas. Que porque el aire acondicionado del quirófano se descompuso. Que porque existen muchos, demasiados enfermos y no se dan abasto.
Y es que lo decía el escritor Luis Spota, “muchas cornadas da el hambre”, y ni modo, se vive de la caridad pública y cristiana y apostólica.
Hay familias, bendito Dios, generosas, que llevan tortas y preparados de frutas y colchas y sarapes para protegerse en las madrugadas friolentas.
Nunca en la historia del Hospital Regional el gobierno de Veracruz ha tenido presupuesto, digamos, para construir, una estancia para los parientes de los enfermos.
Y la calle es su refugio, su paraíso terrenal.
2. Politizada la caridad pública
Pero la caridad pública suele politizarse, y más, mucho más, cuando se trata, digamos, de gente religiosa.
Por ejemplo:
Hay días en los pasillos exteriores del Hospital Regional cuando aparecen unos evangélicos que llevan tortas y cobijas, pero al mismo tiempo, cuando los entregan piden a los beneficiados una secuencia fotográfica.
Y así, posan los cristianos evangélicos con las personas en la pobreza y la miseria recibiendo “los peces y los panes” y hasta les piden una sonrisa y un abracito y un besito a tono con la república amorosa y la Cartilla Moral y la 4T.
Y, entonces, la beneficencia se politiza pues todo mundo se toma la foto y como describe Fedor M. Dostoievski en su novela “Pobre gente”, cuando se vive y está en la miseria se pierde toda dignidad humana a cambio de un mendrugo, una tortilla, un taquito, un pedacito de carne o de pan, un vasito de café sin leche.
Lo dice un personaje novelesco de Carlos Fuentes Macías: “¡La vida es así y aquí nos tocó vivir!”.
3. La multiplicación de los peces y los panes
Otros días, los evangélicos montan una especie de teatro.
Por ejemplo, un pastor llega con dos señoras que se ponen, digamos, a danzar delante de los familiares de los enfermos como si estuvieran poseídos por el demonio en tanto el pastor predica como si estuviera en el púlpito.
Y mientras el par de mujeres se bambolean como si en verdad el diablo se agitara y estremeciera sus cuerpos, el pastor jura y perjura que están poseídas por Luzbel.
Y de pronto, ¡zas!, el par de mujeres fingen caer al piso. Y en el piso siguen agitándose como si el pastor estuviera en un trance esotérico aplicando un exorcismo.
Y luego de varios minutos el pastor guarda silencio y observa de reojo a los familiares de los enfermos en tanto el par de mujeres finge dormir “el sueño eterno”.
Y cuando nadie lo espera, las mujeres se levantan con una sonrisa más grande que la sandía pintada por Diego Rivera y el pastor dice que han sido curadas porque creen en el Señor.
Entonces, entran a la escena otras dos mujeres repartiendo tortas y tortillas y panes.
4. La vida jodida es así…
La pobreza es así: el domingo 12 de enero, en Soledad de Doblado, un joven de veinte años de edad fue atropellado por el chofer de un automóvil cuando viajaba en su motocicleta. En automático fue lanzado de la moto y quedó inconsciente.
Despertó horas después cuando su padre lo había trasladado en un taxi al Hospital Regional de Veracruz.
El médico de guardia ordenó una radiografía y tenía fracturada una pierna.
Fue operado tres semanas y media después luego de varios pretextos, motivos o razones, entre ellas, por ejemplo, que necesitaban 4 donadores de sangre.
Y mientras la madre quedó de guardia en los pasillos exteriores del hospital el padre viajó al pueblo para buscar donadores. Uno de ellos, le dijo:
--Dono la sangre, pero me pagas.
--¿Cuánto quieres?
--Mil pesos.
--No los tengo.
--La mitad.
--Okey.
--Pero a mí… me llevas y regresas a Veracruz en un taxi y un buen desayuno.
--Hecho.
El hospital recibió a los 4 donadores. Entonces, que el médico no está, que faltan medicinas, que no hay turno, que se fue la luz, y así, hasta completar 3 semanas y media… con la pierna fracturada.
Es la vida de los jodidos.
5. Dedazo en MORENA
En el otro lado de la realidad, el ejercicio del poder en su más alto decibel. Por ejemplo:
El secretario de Salud, conocido como “El besucón” en “las benditas redes sociales” como les llama AMLO, hizo cambios por sus pistolas en la Jurisdicción Sanitaria de Veracruz.
Su cuate, Enrique Ríos de la Fuente, asumió la titularidad, en lugar de Orlando Uscanga Muñoz.
Ríos de la Fuente era director del Hospital Regional, “Luis F. Nachón”, de Xalapa, jubilado del Seguro Social y amigo, claro, lógico, obvio, de Roberto Ramos Alor, y cuando también fuera impuesto como director en el Hospital Regional de Cosoleacaque, “el cuerpo médico en pleno protestó airadamente” en ambos casos (Notiver, Antonio Marín, 6, 2, 2020).
Además, Ramos Alor y Ríos de la Fuente son paisanos. Y estudiaron en la UNAM.
En el fondo, repitiendo la más alta cultura priista del dedazo, el amiguismo y el cuatismo.
Y como en el caso de “El besucón”, floreciendo el nepotismo, el tráfico de influencias y el conflicto de intereses en tierra fértil con todo y las denuncias documentadas presentadas en los medios.
Paradojas de la vida: Ríos de la Fuente ya está jubilado y quiere más y más y más y más poder y mejor salario.
Lo decía el clásico: “la plenitud del pinche poder”.
Igual en el PRI y el PAN y el PRD… y en MORENA. Todos iguales.
6. La felicidad de estar juntos en la pobreza
Un infierno en los hospitales públicos. Y más, si se considera que 6 de los 8 millones de habitantes de Veracruz están en la miseria y la pobreza según INEGI y CONEVAL.
Y todos, urgidos y necesitados de los hospitales de la secretaría de Salud.
Pero y por fortuna, en medio de la miseria y la pobreza todos son felices. Incluso, más felices que los pudientes.
La felicidad, por ejemplo, de estar juntos así duerman tirados en el suelo encima de una colchita, quizá un petatito traído del pueblo.
Y juntos durmiendo en los pasillos exteriores del Hospital Regional y hasta en la banqueta cuando son muchos, y tomados de la mano mirar en las noches el cielo estrellado buscando la Osa Mayor y luego, contentos, dichosos, en paz consigo mismos, hacer el amor en medio del silencio de la avenida y de la noche y de las otras parejas roncando a un lado.
Y luego, “en el reposo del guerrero”, dormirse abrazados y felices por estar juntos en la pobreza y la desventura.