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Malecón del paseo
Martes 04 febrero, 2020

El ego reporteril

•Canija frivolidad
•Enviados de Dios

EMBARCADERO: Mario Vargas Llosa, el periodista y escritor Premio Nobel de Literatura, dice que “los reporteros suelen tener crecido el ego”... Y más allá del “color del cristal” con que cada quien mire la realidad, habrí­a de considerar algunas premisas... Entre otras, las siguientes... 1) La frivolidad es propia de la naturaleza humana y hay, por ejemplo, personas más vanidosas que otras... Incluso, todos los dí­as se vive en el mundo interior familiar y exterior en la convivencia social “en la casa

Luis Velázquez

del jabonero”, pues en cosas vanas todo mundo puede resbalar…

ROMPEOLAS: 2) Los trabajadores de la información, igual, digamos, que los polí­ticos, los escritores y los artistas, entre otros sectores poblaciones, están expuestos a la frivolidad… Por ejemplo, cuando sus lectores “le tiran incienso” y el periodista llega a creer que es verdad y pronto corre el riesgo de considerarse la octava maravilla del mundo… Un dí­a, por ejemplo, a Ryzard Kapuscinski (hablaba 8 idiomas y como enviado especial recorrió cuatro de los 5 continentes y publicó cincuenta libros) le empezaron a llamar “el enviado de Dios” y se la creyó…

ASTILLEROS: 3) El periodismo es una ruleta rusa, pues todos los dí­as, de manera invariable, hay un mejor reportero… Por ejemplo, un periodista que ese dí­a se llevó las 8 columnas de la portada de su medio, un reportero que logró una exclusiva, digamos, nacional o internacional, en todo caso, estatal, pero buena exclusiva… Un reportero que ese dí­a escribió una crónica excelente, de primera… Y por eso mismo, está cañón que el ego pueda multiplicarse en las neuronas y el corazón humano…

ESCOLLERAS: 4) Hacia los 23, 24 años de edad, Ernest Hemingway se creyó un dios… Reportero en el Toronto Star fue enviado a ífrica para escribir unos reportajes y el director general y dueño del periódico guardó sus 12 textos enviadoss… Y cuando regresó, Hemingway le echó pleito… El director le dijo: “El trabajo de un director es tronar a las estrellas…, como tú”… Y su vanidad, su ego, se hizo trizas… 5) Hay polí­ticos que endulzan el oí­do y la frivolidad del reportero y se las creen sinceras y honestas a cambio de la reciprocidad con la palabra escrita… Y entonces, llegan a sentirse ultra contra súper dotados… Pero se trata de un fuego pirotécnico…

PLAZOLETA: 6) El ego de un reportero también suele multiplicarse cuando, por ejemplo, una mujer los enaltece… Quizá, digamos, pueda tratarse de una palabra sincera, pero el riesgo es que la frivolidad aumente… Y cuando la petulancia se desborda, entonces, el trabajador de la información suele perder el piso, y más, en un oficio donde la competencia es real y que puede valorarse a partir de la página y el espacio donde el consejo editorial del medio publique su trabajo cada dí­a… José Pagés Llergo, el legendario director del semanario Siempre! publicaba los mejores trabajos en las primeras páginas y los otros en las últimas y era la forma de apreciar la calidad de cada uno…

PALMERAS: 7) Un reportero podrá sentirse el mejor aquí­, en el rancho, en la provincia, en la aldea, pero nunca será lo mismo ganar la portada en un periódico nacional o en un periódico extranjero, y más aún, prestigiado… Por ejemplo, jamás podrá compararse el trabajo de un cronista de The Washington Post o The New York Times que ganar las 8 columnas en el diario “El Planeta” donde Clark Kent era la estrella… Y sin embargo, suelen darse casos donde el ego crecido del tundeteclas se dispara, pues la frivolidad es canija…


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