Nomás las cruces quedaron
•Parte tres/Por Gonzalo López Barradas
Varios años después de terminada la Revolución y establecido el orden político, muchos carrancistas y zapatistas buscan en dónde vivir y formar sus hogares. En todo México se vive un caos social. En la zona central de Veracruz nadie sabe qué hacer.
A dónde dirigirse y qué tierras tomar. Los bandidos, que operan por todas partes, asaltan y asesinan con tal de conseguir comida, ropa, y dinero.
Hace algunos días llegaron al pueblo de Tepetlán los hermanos Manuel, Miguel, Isidro y José Luis Armenta, acompañados de Toribio Barradas y Leopoldo Riaño, todos ellos zapatistas, diciendo que se dedican a la agricultura, asegurando que son dueños de varias fincas, entre ellas, Villa Rica, Manantiales, San José Buena Vista, El Chamolote, Ixtacopan y la hacienda ganadera Hacahuite, por la zona costera de Vega de Alatorre y en otras partes de la sierra y la llanura.
Marcelino Armenta, hace mucho tiempo que vive en Plan de las Hayas. La familia Armenta es muy numerosa y tienen bajo su mando a decenas de hombres que trabajan el campo y cosechan el café y están preparados para cualquier acción que mande el patrón.
Todos portan armas de diferentes calibres y saben manejarlas con mucha destreza.
El ambiente social del centro del estado es muy tenso. Por todas partes, desde Misantla hasta San Andrés Tuxtla, Orizaba, Perote, Huatusco, San Juan Coscomatepec, Córdoba, Teocelo, Coatepec y Jalapa hay brotes de violencia debido a los movimientos políticos que están ocurriendo.
Este año, l934, los tiempos se tornan más difíciles porque el pistolerismo flagela, principalmente, las zonas rurales; los campesinos viven en zozobra desde el norte hasta el sur del estado porque necesitan tierras para sembrar y éstas las acaparan los latifundistas y los ricos.
Las comunicaciones son escasas, sólo hay caminos vecinales de herradura, brechas, terracerías y la línea telefónica está controlada por el gobierno, con un servicio pésimo.
Son los saldos que ha dejado la Revolución y que como consecuencia no entra dinero a las arcas municipales y del gobierno estatal. Nadie quiere y tampoco pueden pagar impuestos. Terratenientes, caciques, y ricos son amos y señores de amplias regiones. Imponen la ley. Deciden si se paga o no, y quién vive o muere.
La Hacienda de Almolonga disminuyó el movimiento de trabajo desde hace tres años.
El ingenio no produce. Corre el rumor de que será vendido a un tal Manuel Parra, personaje que viene de Pachuca, Hidalgo.
Los campesinos de la región sienten que algo malo va a pasar, muy pronto; esa inquietud también la sufren los políticos, agricultores, arrieros y con ellos los funcionarios de gobierno. Hay una gran expectación por la llegada de este personaje a tierras veracruzanas porque se hablan cosas terribles de él.
El general Joaquín Fonseca y su hermano Efraín vieron frustrados sus intentos de poder hacer de la factoría un gran negocio. El ingenio está en quiebra. Ya no hay producción de azúcar, ni de aguardiente ni de panela. Todos los días los cortadores, obreros y empleados del ingenio, esperan alguna novedad, pero nada pasa y la familia sufre porque no tienen qué comer.
Almolonga es un pueblito como de 150 habitantes. Congregación del municipio de Naolinco. La mayoría viven en humildes casas y cabañas construidas con madera y teja, otras, muy escasas, de adobe. Muchos de ellos vienen de los ranchos aledaños: Chiltoyac, Omiquila, San Nicolás, Coyolillo, Alto Tío Diego, Acajete, Tepetates, Rafael Lucio y son, la mayoría, cortadores de caña y de café, campesinos pobres como los son todos los trabajadores del campo…