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Expediente 2025
Martes 14 mayo, 2013

El escolta jarocho


El siguiente anuncio fue publicado en la prensa local: “Hola, necesito trabajo, soy escolta con experiencia. Alto y flaco, pero garrudo. Me apodan ”˜El diablo”™, nomás para que vean mi eficacia.
Garantizo lealtad y discreción. Incluso, a prueba de bomba. Meto los 10 dedos al fuego por el jefe. En el cumplimiento del deber he enviado tres cadáveres al panteón. Mi jefe, claro, ha sobrevivido, pues antes de que lloren en su casa, un millón de veces que lloren en casa ajena. Ha sido mi lema, con hechos.

Luis Velázquez

Soy más fiel que un perro. Dí­a y noche me la paso ladrando, con un ojo al gato y otro al garabato, como dicen por ahí­. Siempre, para salvar a mi jefe en turno hasta de la suspicacia y perspicacia.
Claro, soy caro. Cobro $35 mil pesitos al mes. Lógico, más viáticos, los normales, cuando el jefe sale de gira. Desde luego, duermo en una habitación frente a la del jefe, por cualquier emergencia. Desayuno, como y ceno al lado del jefe, en un rincón, siempre de espalda a la pared, para cuidar de su seguridad.
Si se puede, espero seguro de vida por si me quiebran y amparar a mi familia. Y, si se puede, también, muchas gracias, una plaza, con cargo al presupuesto estatal y/o federal.
Acuérdense, no es para menos. Y más, en un Veracruz con los demonios sueltos. Y más cuando, como ha referido el secretario de Seguridad Pública, los hechos y circunstancias “nos tienen muy nerviosos”. Los carteles, disputando la tierra jarocha. Los sicarios, atrás de los migrantes y los reporteros y fotógrafos. El territorio local, “un largo cementerio de cruces” como dijera Solalinde.
Por ahora, ahí­ la dejamos, antes que despertar al Veracruz bronco. ¡Ay, mi Reyes Heroles!

LE HAGO A TODO…

Soy escolta. Chofer. Guarura. Lo que se necesite, pues.
Abro puertas. Contesto el teléfono. Enví­o correos y mensajes. Llevo la agenda. Soy filtro, tapadera, confidente. Incluso, lustro zapatos.
También, suelo cargar la maleta con la billetiza adentro. Y con hechos me gano la confianza hasta para llevar a Toluca $25 mil en efectivo, billetes nuevos, olorosos a tinta de imprenta, amarrados con ligas, tipo René Bejarano.
Soy discreto. El jefe podrá tener los deslices que desee, aceptar las tentaciones corpóreas que se le presenten, de todos los niveles, y siempre he sido, soy, seré una tumba. Mis labios son candados. Están sellados como un zí­pper. Mi tarjeta de presentación dice: no oigo. No miro. No hablo. No me doy cuenta. Soy autista. Aplico el principio francés: dejo hacer, dejo pasar. Nunca mi mano derecha sabe la chamba de la mano izquierda.
Por eso cobro 35 mil pesos al mes.
También soy austero. Escoltas colegas me apodan “El codo”. Soy ultra contra súper codo. Casi avaro. Así­, salgo barato al erario. Digo, al jefe.
Me gusta la lectura. Aprendí­ a leer en un taxi, aprovechando el tiempo mientras viajaba en la ciudad de norte a sur. En viajes largos en ADO. Nada como leer para estar a la altura del jefe, si es necesario, claro.
También leo periódicos todos los dí­as. Y más, las columnas polí­ticas. Un periódico local. Un periódico nacional. El noticiero de la mañana y el de la noche.
He aprendido tal práctica y disciplina, porque un anterior jefe me preguntó sobre la noticia del dí­a y me agarró en curva.
Y es que para mí­ el menosprecio de mi jefe es un millón de veces peor que el menosprecio de mi esposa, mi novia, mi amada amante. Mi efebo, incluso.

“EN LA PLENITUD DEL PINCHE PODER…”

Por el jefe doy la vida. Y hago de todo.
Por ejemplo, tuve un patrón a quien un dí­a le ordenaron tumbar la estatua de un presidente de la República en una avenida frente al mar, tiempos aquellos cuando en Afganistán tumbaron la gigantesca estatua de Sadam Hussein. Algo así­ como la caí­da de la estatua de Miguel Alemán Valdés en la UNAM.
Y entré al desmadre. Aglutiné a las hordas. Los porros de la colonia popular donde viví­ mi infancia. Ofrecí­ a los vecinos un ratito de diversión y entre todos arrasamos con la estatua del ranchero aquel de “comes y te vas”.
Y mi jefe quedó a toda eme con el jefe máximo.
Desde entonces, mi jefe vive dichoso, feliz, y se siente “en la plenitud del pinche poder”, pues su jefe le habla, mí­nimo, 20 veces al dí­a, por el cel, mensajes, llamadas telefónicas, la red, tarjetas, enviados especiales.
También me apodan “El chogumasa”, una palabra inventada por el jefe de “Los bembones” (Ramón Ferrari Pardiño) que bien pudiera incluirse en las palabras jarochas a considerarse en la Real Academia Española para darle legalidad gramatical.
Y, además, aceptarse como un vocablo del idioma mandarí­n, ahora que la polí­tica turí­stica incluye la enseñanza del mandarí­n en los meseros del Golfo de México.
Es más, si recordáramos al presidente más frí­volo en la historia del paí­s, José López Portillo, dirí­amos que como escolta soy “el orgullo del nepotismo del jefe”, pues suelo ganarme a pulso el cariño de ellos y han llegado a mirarme como de la familia, mí­nimo, primo, primazo, primazazo.
Y como el dicho ranchero establece que a “la prima… se le arrima”, en nombre del fervor patrio, estoy dispuesto a todo.
Por eso cobro 35 mil pesos mensuales. Y por ahora, estoy vacante”.

TIPS PARA VIVIR MEJOR

A destiempo, 11 obispos jarochos piden no vender voto. Ya entraron al “ranulgate”.
Murió “El ñaca-naca”. Que asesinó en Veracruz al reportero Miguel Angel López Velasco y familia.
En su momento, “El ñaca-ñaca” aseguró que asesino de López Velasco era Gilberto Osorio, exjudicial.
Ni hablar. “El ñaca-ñaca” murió en fuego cruzado en Jalisco. ¿Quién mató a López Velasco y familia?
Senador Fernando Yunes, camino al 2016. Pachagón pa'madres de familia en Boca del Rí­o.
¡Felicidades! Tomás Carrillo, jefe migratorio, asegura a 1,338 ilegales. ¿Y genocidio en sur de Veracruz?
Claman 11 obispos jarochos “elecciones limpias”. ¡Ah, los ministros de Dios..!
Aparece muerto en hotel de Xalapa. Desnudo y colgado de una soga. ¿Suicidio?


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