Tres opciones para el góber
Hay una trilogía de pendientes sociales que puede redimir al góber de AMLO en Veracruz.
Una, una eficiente política económica para alentar la creación de empleos, y empleos estables y pagados con justicia laboral y con las prestaciones establecidas en la Ley Federal del Trabajo.
Dos, una eficaz política de seguridad pública para garantizar la vida y los bienes como lo contempla el llamado Estado de Derecho.
Luis Velázquez
Y tres, la procuración de justicia ágil y expedita, pues los secuestros, desapariciones, asesinatos y fosas clandestinas siguen quedando en la impunidad desde hace diez años y lo que ya se conoce como la Década Perdida, el último año de Fidel Herrera, los 6 años de Javier Duarte, los dos años de Miguel íngel Yunes Linares y el primero de Cuitláhuac García, es decir, PRI, PAN y MORENA.
Cierto, hay muchos más pendientes, como por ejemplo, la calidad educativa y de salud, y una política de desarrollo humano y de integración familiar.
Y, claro, de obra pública, que construir infraestructura es la tarea institucional de cualquier nivel de gobierno.
Por eso, si el góber de AMLO, que tanto fue glorificado el año anterior se aplica para una mención honorífica del obradorismo, entonces, Cuitláhuac se salvaría ante la historia inmediata, y en una de esas, su nombre se cuela en la gloria.
Más aún: habría creado un parteaguas entre sus antecesores y su paso por el trono imperial y faraónico del palacio de Xalapa.
Y es que nada pega duro y fuerte en el corazón familiar de los 8 millones de habitantes de la tierra jarocha como un padre, un hijo, un hermano, un tío, un primo, un pariente desempleado.
Y más cuando se andan tocando puertas y ventanas y ninguna se abre.
Y más cuando el 99 por ciento de las empresas, negocios y hasta changarros se quejan de la dramática adversidad económica profetizando un 2020 peor en todos los niveles y circunstancias laborales.
Y ni se digan, claro, los estragos de la política de seguridad pública que simple y sencillamente ha fracasado.
La vida, prendida con alfileres. Nadie está a salvo. Nadie puede festinar ni gritonear, con o sin copas, que ya libró la ola de violencia.
Un Veracruz, convertido en un tiradero de cadáveres. Todos los días y noches correando sangre.
Por eso, el góber de MORENA tocaría el cielo con la yema de los dedos si en los próximos años le mete “duro y tupido” como una obsesiva obsesión a ofertar más, mucho más empleos dignos, y a combatir y disminuir y abatir el tsunami de muertos y apretar tuercas para acabar con la impunidad.
VIVIR CADA DíA COMO SI FUERA EL ÚLTIMO
El primer año ya se fue y el primer mes del quinto año del sexenio también. Y los días y noches encaramadas en el poder público pasan como agua, sin sentir, y de pronto, cuando lo adviertes el góber en turno ya está en el último año y el tiempo se ha ido en cosas intrascendentes y pleitos desgastantes y dimes y diretes.
Por eso, decía el emperador romano, Adriano, el heredero de Trajano, considerado el mejor César de la antigí¼edad, aseguraba (“Las memorias de Adriana” de Margaret Yourcenar) que un político ha de vivir cada día del mandato como si fuera el último.
Y como es natural en la vida política, decía, hay intrigas y conspiraciones, deslealtades e infidelidades, ambiciones y codicia sin límites, pero como alguna vez lo hiciera Trajano obsequiando una brújula a Adriano para que nunca perdiera el objetivo central, de igual manera el góber de Veracruz habría de tener, quizá ya tenga, su brújula, en la tarea de ejercer el poder con su estilo personal de gobernar.
Y más, porque, cierto, está acompañado por un gabinete legal y ampliado y por los Poderes Legislativo y Judicial, que tienen, y han de tener en una democracia, una vida autónoma e independiente, pero al mismo tiempo, la máxima responsabilidad de un sexenio corresponde al jefe de jefes, el gobernador, el capitán del equipo, el general del ejército en la batalla permanente.
Y si el sexenio se prestigia, el góber queda enaltecido. Pero si el sexenio desciende en caída libre al abismo, entonces, el descrédito solo recae en el jefe del Poder Ejecutivo Estatal, y del resto del gabinete nadie se acuerda ni tampoco desea acordarse.
Muchos años después, por ejemplo, pocos quizá, y de manera excepcional, recordarán el gabinete de Fernando Gutiérrez Barrios y de Fernando López Arias, o el gabinete estatal, digamos, de Antonio López de Santa Anna, tres veces gobernador de Veracruz, o el gabinete de Guadalupe Victoria, el primer gobernador de Veracruz en el año 1824.
Igual, igualito, pasará con los años con Cuitláhuac.
Se trata de un hombre, un político ante la historia, de cara a la historia, y el juicio de la historia es inapelable, pues, y como decía Fidel Castro, te absuelve o te condena, más allá de los chairos y los Siervos de la Nación.
Por eso, el góber de AMLO está en la encrucijada de su vida.
Su triángulo de las Bermudas (empleos, seguridad pública y procuración de justicia) son los jinetes del Apocalipsis desafiando su imaginación política los próximos 5 años.