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Diario de un reportero
Sábado 14 diciembre, 2019

Periodistas en el poder

Encarcelados y exiliados
•Austeridad franciscana


DOMINGO
“Ferozmente honestos”



Todos fueron periodistas. Y políticos. Y eran los articulistas más fregones de su tiempo en el siglo pasado. Y hasta Ministros de Estado fueron. Y con dos presidentes de la república. Benito Juárez (de 1858 a 1872 en el poder) y Porfirio Díaz Mori (de 1880 a 1911 en la silla embrujada). Y la mayoría vivió “con la medianía de su salario”. Y casi todos murieron en la pobreza.
Más todavía: uno de ellos fue velado en su casa que alquilaba en las goteras de la Ciudad de México.
Y a la muerte de otro la familia debió vender los muebles de la casa para comprar el féretro.
Y otro, preso en cárceles de México y Estados Unidos, pedía prestado a un hermano, funcionario público, y le juraba que el dinerito en ningún momento era para publicar su periódico sino para que su esposa y su hija pudieran comer y terminar la quincena.

Luis Velázquez

Eran, escribió el historiador Daniel Cosí­o Villegas, “ferozmente honestos, ferozmente libres, ferozmente independientes”.
Y nunca anduvieron ni soñaron con el dinerito fácil conferido por la dinastí­a en el poder público.
Por eso, todos ellos fueron y son los periodistas más honestos, más í­ntegros y más capaces en la historia del paí­s.

LUNES
La tentación reelectora

Unos trabajaron, incluso como Ministros de Estado, con Benito Juárez en su primera época y cuando el indito de Guelatao cayó en la tentación reelectora (15 años fue presidente de la república), el 90 por ciento de ellos le renunciaron y regresaron al periodismo y fueron “ferozmente crí­ticos”, duros, irreductibles.
Luego, trabajarí­an con Porfirio Dí­az Mori en su primer tiempo cuando soñaba con traslapar su vocación de militar, héroe de la batalla de Puebla ante los franceses, al Palacio Nacional.
Y cuando al dictador le entró la tentación reelectora, entonces, también dimitieron a los cargos públicos y diplomáticos.
Y regresan al periodismo y fueron implacablemente crí­ticos.
Y más, como en el caso de Juárez, el polí­tico que dividiera el Estado de la Iglesia y que confiscara los bienes eclesiásticos y los repartiera entre las secretarí­as del gabinete para fortalecer las finanzas públicas y entre los pobres y que creara y recreara la Constitución de 1857.
El mismito, sin embargo, cuya primera acción presidencial fue nombrar en cargos públicos a sus tres yernos para la dicha y la felicidad de sus tres hijas que viví­an a su lado en el Palacio Nacional.
Y cuando Juárez comenzó a reelegirse le botaron el tenate y el mandil y regresan al periodismo.

MARTES
La tentación del poder

Justo Sierra. 1828/1912. Discí­pulo de Ignacio Manuel Altamirano, varias veces diputado federal.
Y ministro de Instrucción Pública con Benito Juárez y Porfirio Dí­az. Y presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación con Dí­az Mori. Y Ministro Plenipotenciario de México en España con Francisco Ignacio Madero.
Y aun cuando de todos fue quien más cerca estuvo del poder y muriera en Madrid cuando desempeña misión diplomática fue, quizá, de todos, el que mejor vida llevó.
Pero cada vez que se cobijaban en el periodismo estremeció al trí­o de ex presidentes.
José Marí­a Vigil. 1829/1909. Con Ricardo Flores Magón fundó el Partido Liberal. Luego, por el periodismo crí­tico se exilió en Estados Unidos cuando la Intervención Francesa.
5 veces fue diputado federal y magistrado de la Suprema Corte de Justicia. Y murió en la pobreza.
Vicente Riva Palacio. 1832/1896. Fue preso polí­tico del presidente Manuel González, el amiguito de Porfirio Dí­az quien le prestara la silla embrujada del palacio durante 4 años.
Fue desterrado por el mismo dictador en Portugal y España.
Y se mantuvo en el periodismo ferozmente crí­tico y que ampliaba en su relato novelí­stico.

MIÉRCOLES
Perseguidos por polí­ticos

Manuel Payno. 1810/1894. Trabajó con Antonio López de Santa Anna, él mismo que encarcelara a Benito Juárez y Melchor Ocampo en las mazmorras del castillo de San Juan de Ulúa.
Dos veces fue Senador de la República. Y Ministro de Hacienda con el presidente José Joaquí­n Herrera y quien luego lo persiguiera irritado con su periodismo.
Ignacio Comonfort también lo nombró Ministro de Hacienda y .luego lo acusó de conspiración porque sus artí­culos lo irritaban.
Francisco Zarco. 1829/1869. Diputado federal en el Congreso del Constituyente. Secretario de Gobernación con Benito Juárez.
Pero con su periodismo incendiario se ganó el exilio y anduvo en Estados Unidos esperando un momento estelar para su regreso.
Quizá el más conocido de todos, digamos, igual que Ricardo Flores Magón.
Ignacio Manuel Altamirano. 1834/1893. Diputado federal en 3 ocasiones. Diplomático en varias naciones de Europa. Murió en Italia y sus restos fueron trasladados por barco a México.
Y cuando muriera estaba tan pobre y limitado en sus recursos que la familia debió vender los muebles de la casa para pagar el féretro.

JUEVES
Austeridad franciscana

Ignacio Ramí­rez, El nigromante. 1818/1879. Con Benito Juárez fue Ministro de Justicia. Y Ministro de Fomento. Y Ministro de Instrucción Pública. Y magistrado de la Suprema Corte. Y Ministro de Asuntos Religiosos.
Entonces, le tocó llevar la confiscación de los bienes eclesiásticos, tiempo cuando el Estado se separara de la Iglesia.
Y por sus manos pasaron las propiedades (terrenos, ranchos, edificios, casas, departamentos, joyas, pinturas) de la iglesia y con ningún centavo se quedó.
Y cuando a Juárez le entró la locura de la reelección le renunció.
Viví­a en las goteras de la Ciudad de México donde su cadáver fue velado, incapaz la familia de pagar una funeraria.
Y el presidente de la república (era Porfirio Dí­az Mori) le envió al Ministro de Hacienda con un dinero para entregar a la esposa y las escrituras de una casa.
Y la esposa, simple y llanamente, rechazó los centavos y las escrituras. Le dijo:
“Ignacio me dijo que tal pasarí­a y que rechazara la ayuda oficial”.
Ignacio Ramí­rez vivió, más que con una austeridad republicana, con una austeridad franciscana.

VIERNES
Abatidos, enfermos y pobres

Ricardo Flores Magón. 1873/1922. Encarcelado 41 veces por Porfirio Dí­az murió en la cárcel de Kansas, Estados Unidos. Se dijo que por una enfermedad cardiaca, pero también asesinado a puñaladas mientras dormí­a.
Su hermano Jesús fue secretario de Gobernación con Francisco Ignacio Madero. Y desde la cárcel, Ricardo le envió una cartita donde le decí­a que estaba sin dinero para alimentar a su esposa e hija.
Y le solicitaba un préstamo que pagarí­a cuando alcanzara la libertad, jurando que en ningún momento era para editar “Regeneración”.
Filomeno Mata. 1845/1911. Fue director del Diario Oficial de la Federación y Porfirio Dí­az lo encarceló 36 ocasiones, enfurecido porque en su “Diario del Hogar” publicaba en abonos “Regeneración” de Flores Magón.
Trabajó con Porfirio Dí­az, pero luego, cuando le entrara la reelección le renunció y fue su crí­tico asiduo.
Abatido, enfermo, pobre, sin amigos que le extendieran la mano, murió en la ciudad de México.
Ellos son los grandes reporteros en la historia nacional. Nunca antes ni después una generación tan brillante y lúcida como firme en los principios y los valores, donde la honestidad predominaba por encima de los bienes materiales.
Y, además, sin petulancias ni soberbias, sin mesianismo ni creyéndose paridos por los dioses, la enfermedad exuberante y desordenada de la mayor parte de los polí­ticos y de todas las siglas.


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