Justicieros en Fortín
•Vecinos irritados
•Detuvieron a ladrones
UNO. Los justicieros de Fortín
Eran una mujer y un hombre. Jóvenes. Y los dos, asaltantes. Más que carteles, cartelitos. Mejor dicho, cartelititos. Más que delincuencia organizada o común, pillitos, ladroncitos, ladronzuelos.
Y en Fortín de las Flores, el infierno, la tierra de nadie para la población,
Luis Velázquez
la nueva tierra fértil para los malandros.
El domingo día uno de diciembre, primero, robaron a una mujer.
Y luego, y cuando huían, y huían de los vecinos de la colonia Villa Unión, pretendieron asaltar a un taxista.
Y los vecinos se les fueron encima, hartos de la inseguridad, hartos de la violencia, hartos de la impunidad.
Y los detuvieron. Y les zamparon tremenda madriza que a ella la dejaron noqueada tirada en la calle y a él lo madrearon tanto que le cerraron un ojo y los labios quedaron sangrando.
Y se hicieron justicia por mano propia.
Bien pudieron, como en Soledad Atzompa donde detuvieron, lincharon y quemaron vivos a un sexteto de asaltantes de profesores, inmolarlos en la vía pública.
Y llamaron a la policía.
Nadie sabe si la autoridad procedió contra el par de asaltantes y los sometió a proceso penal.
Pero los vecinos quedaron con la idea. Mejor dicho, con la posibilidad.
DOS. Comités vecinales para defenderse
En el siglo pasado, el gobierno enfurecía con los guerrilleros que también buscaban establecer el reino de la justicia en la tierra, y entonces, crearon la llamada guerra sucia.
Montón de policías y soldados al frente de ellos. Un grupo, comandado por Fernando Gutiérrez Barrios, el llamado Hombre-leyenda, con sus hombres de mayor confianza como Miguel Nassar Haro, Mario Arturo Acosta, el capitán Estrella y Florentino Ventura.
En el Felipismo y el Peñismo florecieron las guardias comunitarias, las autodefensas, para enfrentar a los carteles, hartos del tsunami de inseguridad, incertidumbre, zozobra e impunidad.
Ahora, una nueva forma de resistencia pacífica en el país y en Veracruz. Por ejemplo, los comités vecinales en las calles de una esquina a otra, en las colonias, en los pueblos urbanos, suburbanos y rurales.
Y como los guerrilleros en el siglo anterior y las autodefensas en los sexenios panista y priista, los comités vecinales evidencian el llamado Estado de Derecho, entonces, la autoridad se va contra ellos.
Bastaría recordar como en la yunidad, el secretario de Seguridad Pública viajaba a los pueblos para desbaratar las guardias comunitarias prometiendo justicia.
Y también como en el duartazgo, el secretario General de Gobierno, Érick Lagos, citaba en palacio de Xalapa a las autodefensas de Zongolica y rapidito los convencía para desintegrarse…
TRES. Sólo queda la lucha vecinal
Hay vecinos que se resisten a integrarse en un comité vecinal. Pero así como están las circunstancias, el fracaso de la seguridad pública parece el único camino.
Ninguna estrategia ha funcionado mejor como aquella cuando los vecinos de una calle, de esquina a esquina, digamos y por ejemplo, dejan el individualismo a un lado y se coaligan para la defensa común.
Ya con una red telefónica o a través del whatsapp. Ya con vigilancia rotativa día y noche entre ellos. Ya con una alarma común. Ya con el pago colectivo de un velador de día y otro de noche. Ya con medidas de seguridad en la casa. Ya, y como dijo aquel, con un perro bravo y furioso listo para el ataque contraofensivo.
Por eso, los vecinos de la colonia Villa Unión, de Fortín, lograron el objetivo y detuvieron y madrearon al par de asaltantes.
Y así, no queda otra, la población necesita actuar en cada pueblo y cada colonia y cada zona habitacional de Veracruz.