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Malecón del paseo
Lunes 09 diciembre, 2019

El escritor que aullaba

•Concierto de perritos
•Se burlaba de los polí­ticos

EMBARCADERO: Con Curzio Malaparte se pasan horas y dí­as fascinantes... Por eso quizá, el siempre digno Mario Vargas Llosas suele decir que el dí­a anterior, por ejemplo, estuvo con León Tolstoi y la pasó muy bien... Se refiere, claro, y como en el caso, a las horas leyendo sus novelas y cuentos, pues nada más feliz en la vida...Más, mucho más, incluso, que leer periódicos o noticias en el celular

Luis Velázquez

Además, con el gran sentido del humor, fino, muy fino, del escritor italiano que fue soldado en la Segunda Guerra Mundial y militara en la Resistencia y estuviera preso y confinado en los campos de concentración y era reportero y escritor…

ROMPEOLAS: Un dí­a, Curzio publicó un artí­culo evidenciando al dictador italiano, Benito Mussolini… Enfurecido, ordenó a su policí­a que lo detuvieran y lo llevaran a palacio… Y cuando el escritor estuvo ante el polí­tico, le ganó la jugada y de entrada le refirió en la oficina presidencial el mal gusto que tení­a para elegir corbatas… Tomado por sorpresa, Mussolini preguntó las razones por las cuales su corbata desentonaba del traje… Y el escritor se las dijo una por una y a tal grado quedó convencido que le ofreció trabajo como su asesor de imagen… Curzio le dijo: “Soy reportero”… Y se retiró del palacio con muchí­sima dignidad…

ASTILLEROS: En una de sus crónicas, Malaparte cuenta que en cada pueblo gustaba de aullar como un perrito y que era, digamos, su afición favorita, de igual manera como, por ejemplo, a Ernest Hemingway le gustaban los toros, el boxeo y la cacerí­a en ífrica… Y cuando andaba de gira y se hospedaba en un hotel en la noche salí­a al balcón y comenzaba a aullar… Y seguí­a aullando hasta que desde algún lugar un perro le contestaba… Y Curzio le reviraba el aullido y el perro también, convencido de que otro perro le ladraba… Y al ratito, el escritor disfrutaba el concierto de aullidos…

ESCOLLERAS: Una noche caminó en la ciudad… Y anduvo buscando un perro para ponerse a aullar… Y cuando lo encontró se detuvo y aulló y aulló hasta que el perro le contestó… Y a medianoche, el concierto de aullidos… Entonces, apareció un policí­a y lo quiso detener… El escritor le dijo que ningún delito estaba cometiendo porque su gusto y felicidad era aullar como otros tomar una cerveza o bailar o ir al cine o a los toros…

PLAZOLETA: Y el escritor siguió aullando delante del policí­a cuando otros perros se habí­an sumado en la noche… El policí­a quedó fascinado y de pronto, ¡zas!, también aullaba al lado del escritor… Y la noche se volvió un concierto maravilloso de aullidos y Curzio Malaparte fue el hombre más feliz de la tierra porque, además, tení­a de aliado a un policí­a…

PALMERAS: El escritor italiano también publicó otro libro de crónicas… Se llama Kaput y cuenta las historias de los soldados italianos en la Segunda Guerra Mundial y la historia de los pueblos y su gente ví­ctimas de la locura de Adolf Hitler de crear la raza pura asesinando a los judí­os en todos los pueblos europeos… Todo, porque Hitler era hijo de un judí­o donde su señora madre trabajaba como doméstica y lo desconoció… Y leyendo y releyendo Kaput, además del curso intensivo de literatura para contar historias que cuajen en el corazón humano, el lector pasa las mejores horas de su vida… José Vasconcelos decí­a que lo mejor es leer a los escritores muertos porque con sus libros han trascendido el tiempo y probada está su alta calidad…


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