la mercancí­a en su cajita de vendedora ambulante.
Cumplida la jornada enfiló los pasos a la Plaza de la Campana.
Y ahí­ saludó a las parejas que ya calentaban la pista al ritmo del danzón. Los que la reconocieron, le dieron una bienvenida cálida y se la jalaron a bailar.
La ví­ctima recordó en su declaración que después de varios minutos de bailar danzón con una pareja conocida de ese lugar fue abordada por sujeto que le presumió su pasito de columpio y le pidió la siguiente pieza.
El sujeto se mostraba agradable, le hací­a plática y no le daba tregua entre pieza y pieza le demostraba su dominio de la sensual danza tí­pica de los callejones veracruzanos.
“Me dijo que era instructor de danzón, después me invitó un refresco, luego unos tacos”.
Casi al terminar el baile vino la amenaza con un jalón de brazo.
La afable pareja de danzón se habí­a trasformado.
Así­, con amenazas de muerte y forcejeos, la trasladó hasta un predio cercano a la autopista Veracruz-Xalapa, y a la caseta de cobro de Peaje de La Antigua.
Después de meterla al monte, la lanzó al suelo, “hasta aquí­ llegaste”, le dijo, y comenzó el infierno.
No recuerda el número de golpes y puñetazos en el rostro y cuerpo.
Su rostro quedó machacado y un ojo se le cerró por los derrame sanguí­neos ocasionados por la golpiza.
“Yo quise agarrar una piedra para pegarle, pero no pude, de ahí­ me comenzó a golpear y a golpear, me comenzó a ultrajar y me metí­a los dedos. “Me dio un gran golpe en la cara, en la quijada, yo le decí­a que por qué me pegaba”.
El sujeto no le dijo nada, sólo comenzó a rezar, “no sé si a la santa muerte o al diablo, no sé qué hací­a ese hombre”.
Marí­a N resistió la golpiza. Poco a poco, en medio de la noche, la voz del agresor y sus oraciones demoniacas se fueron apagando. Ella se quedó tirada ahí­, semidesnuda, tirada entre el monte y los sonidos de la noche.
A la distancia se escuchaban los carros y los trailers que pasaban por la autopista.
Por un momento se creyó muerta, pero llegó el alba y salió corriendo a la autopista, donde fue auxiliada por la policí­a.
Habí­an transcurrido varias horas desde el ataque. Pese a que la policí­a recorrió la zona en busca del agresor, escapó. La ví­ctima sangraba y tuvo que ser traslada a urgencias médicas. El ataque dio parte la carpeta 217/19 Fiscalí­a Especializada en Violencia contra la Familia, Mujeres, Niñas, Niños y Trata de Personas en Cardel.
Marí­a N sido hospitalizada a causa de la golpiza, hasta ahora no ha recibo ayuda de parte de alguna autoridad municipal del puerto de Veracruz, tampoco sicológica por parte de la Fiscalí­a o el Instituto Municipal de la Mujer.
Su caso se acumula en los titulares de medios de comunicación sobre los constantes ataques sexuales contra mujeres en últimas fechas ocurridos en Boca del Rí­o y Veracruz, ciudades que son gobernadas por alcaldes emanados de Acción Nacional.

SE DISPARAN DELITOS CONTRA SEGURIDAD
Reportes de colectivos feministas de la zona conurbada indican que durante la última semana de octubre pasado y el presente mes en esos dos municipios se han dado 18 ataques sexuales contra mujeres.
El Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, dice durante el 2019, se han registrado en Veracruz 554 denuncias por delitos contra la libertad y seguridad sexual.
Y que es octubre el mes en el que se han dado más denuncias de este tipo durante el año, con 111 carpetas, comparado con las 25 denuncias en septiembre pasado, octubre representa un alza de más del 300 por ciento en este tipo de agresiones.
En el desglose dentro de la categorí­a de delitos contra a libertad y la seguridad sexual es la violación, con 22 denuncias, y el abuso sexual con 33; las categorí­as de mayor incidencia. Estos mismos rubros, el mes pasado, presentaban dos y seis reportes respectivamente, de ahí­ que se nota un incremento alarmante.