Cacería humana
El gobierno de Veracruz sigue resonando los tambores de guerra. Busca la legitimidad a base de hundir en el abismo a sus antecesores. Y de paso, a los adversarios y enemigos, a los críticos y a los disidentes. Y nadie, parece, quedará vivo. Cuando menos, en el descrédito y el desprestigio.
La semana anterior, un tsunami de denuncias mediáticas y se ignora si llegarán a la Fiscalía.
Luis Velázquez
Pero con el simple hecho del lodazal y el estercolero basta, según ellos, para ganarse la confianza ciudadana, ya perdida, en el desencanto social.
Y la punta del iceberg de la izquierda llega hasta Flavino Ríos Alvarado, el gobernador de 48 días, y al secretario de Seguridad Pública del duartazgo, Arturo Bermúdez Zurita, en libertad bajo fianza. Caso, por ejemplo, de los pensionados golpeados en el año 2015.
El secretario de Seguridad Pública tronó contra el alcalde Fernando Yunes Márquez. Y sobre el caso de las violaciones a mujeres, le llamó “ese muchachito”, con sentido despectivo, irónico, burlón, provocador. “No me ha buscado, pero iré yo”.
Y de ñapa, la denuncia rara y extraña, indicativa y significativa, de los constructores denunciando fallas en la remodelación del bulevar ívila Camacho que por culpa de Miguel íngel Yunes Linares y su hijo, el presidente municipal.
Y las 90 denuncias del lnstituto de Pensiones por adeudos, predios invadidos y el desvío de los fondos de la Reserva Técnica.
Y las más de 50 mil irregularidades que el profe Zenyazen, secretaría de Educación, dice ha descubierto con obras inconclusas (800 abandonadas, dijo) y la lista insólita de “aviadores” en el tiempo de su antecesor, el yunista Enrique Pérez Martínez.
La izquierda, multiplicando su bombardeo político y mediático. Y en contraparte, hay muchas, demasiadas, excesivas denuncias en la Fiscalía y la Fiscal cada vez se maquilla más para aparecer en la foto y los titulares. Estará ahogada en medio de tantos expedientes burocráticos.
El góber de AMLO no esconde su rencor contra el pasado inmediato. Y expresa el mismo síntoma autoritario. Todos los antecesores, fueron corruptos, pillos y ladrones. Nosotros, somos ángeles de la pureza. Igual, igualito, que la yunicidad contra el duartazgo.
En un año, la agenda política, arruinada con el lodazal. Una guerra feroz sin cesar. Lapidaria. Incluso, el politólogo Ramón Benítez vislumbra que son tantos los guamazos que será difícil que la yunicidad se restablezca.
El objetivo es uno solo: borrar, aniquilar, desaparecer y desacreditar todo lo que huela a Yunes Linares. Y a Javier Duarte. Y hasta a Fidel Herrera Beltrán.
Los trogloditas de la política.
Muchos años esperó parte de la población electoral el desembarco de la izquierda en el palacio de Xalapa. Y cuando aterrizó, solo para el ajuste de cuentas. Y en contraparte, el millón de indígenas y los dos millones de campesinos, en la miseria y la pobreza. Y lo peor entre lo peor, sin una lucecita alumbrando el largo y el extenso y espinoso túnel de la desesperanza social.
DESCARNADA LUCHA POR EL PODER
En el fondo de las pasiones política descarriladas hay un vaso comunicante.
En ningún momento el ajuste de cuentas es por la llamada “honestidad valiente”. Tampoco por la Cartilla Moral. Ni menos por los mandamientos morenistas de “no robar, no mentir, no matar”. Ni menos, mucho menos, por la Cuarta Transformación, conocida en la cancha pública como la 4T.
La lucha es, primero, por el poder político. Y segundo, por el billete fácil.
La posibilidad de enriquecerse en un sexenio. Y, claro, la satisfacción y el placer de vivir como un príncipe… que Príncipes llama el historiador Daniel Cosío Villegas a los políticos encumbrados en el aparato gubernamental.
El viaje sexenal que permite la vida de lujo. Aquí, yo mando, dijo la Fiscal cuando tomó posesión. Yo soy el Estado dijo Luis XIV cuando ascendiera al trono. “Ese muchachito” dijo el secretario de Seguridad Pública para describir a Fer Yunes. “Prensa sicaria, prensa chayotera” calificó una senadora de MORENA.
Con todo, cargados de pólvora en el reino de Cuitlalandia, van contra todos. Y como dice un priista, mejor agacharse y esperar otros tiempos vaya a ser un sustito con un levantón, un secuestro o Pacho Viejo.
Y es que mientras el gobierno de Veracruz sigue ametrallando a sus adversarios y enemigos, ellos mismos resbalan en las tentaciones faraónicas del poder imperial.
El primer caso, el nepotismo de los Eleazares Guerrero, anexos y conexos.
El segundo, la compra por dedazo de las patrullas policiacas.
El tercero, la compra por asignación de las medicinas.
El cuarto, la bendición moral de la ex Contralora, Leslie Garibo, a quien luego le pagaron el favor con la destitución.
El quinto, los más casos de nepotismo que siguen dándose, por ejemplo, el nombramiento de magistrados del Tribunal Superior de Justicia movidos por el corazón.
Y el sexto, los trastupijes que se ignoran, de igual manera como durante varios años se desconocieron las empresas fantasmas, por ejemplo, el desvío millonario de fondos federales en el casi sexenio de Javier Duarte.
Conclusión: la mayor parte de los políticos, salvo excepciones excepcionales, son pillos y ladrones, con todo y que el hippie Enrique Peña Nieto ya lo dijo de manera bíblica: “Aquel que esté libre de pecado… que tire la primera piedra”.
En realidad, el descrédito tanto de los políticos como de la política.
“El hombre es el lobo del hombre”, dijo aquel. “Los carniceros de hoy serán las reses del mañana”, reza la Biblia. “La política es un tragadero de hombres” acuñó Juan Maldonado Pereda.
Incluso, diríase que el ciudadano común y sencillo ha perdido la capacidad de asombro, pues en la percepción social y en la realidad real, los trastupijes cometidos en nombre del poder son insólitos que hasta entran en la fantasía y la imaginación calenturienta.
Y en ningún momento es que la izquierda exhiba a la derecha o al centro, sino que la corrupción es el ADN, parecer ser, de los políticos.
En la médula del poder late la ambición y la codicia por el dinero. Enriquecerse en un sexenio o en un cuatrienio como sea. Basta y sobra con acceder a la corte imperial. Y si otros fueron corruptos y los descubrieron por errores, por eso mismo, yo, encumbrado en el poder, seré más vivo que todos ellos sin dejar huella.
Y en contraparte, igual que todos, los morenistas “cortándose las venas” cada día vitoreando su pasión social por los pobres. Habrá justicia. Los malandros serán detenidos. Capturamos a una banda de asaltantes. Hemos creado empleos. Los niños con cáncer ya tienen medicinas. La educación recupera su calidad perdida. Etecé. Etecé.
En un lado del ring, la guillotina contra los antecesores. Y en el otro, el afán protagónico de la dinastía en el poder. Y en el otro, los políticos purificados, honestos, honestísimos a prueba de cualquier estercolero.