Veracruz chorrea sangre todos los dí­as y todas las noches desde el sexenio de Javier Duarte y el bienio de Miguel íngel Yunes Linares y el primer año de Cuitláhuac Garcí­a.
No pueden. Fueron y están rebasados. Llegaron al principio de Peter. Y los carteles y cartelitos, dueños de la vida cotidiana.
Más de doscientas mujeres asesinadas. 40 menores de edad ejecutados. 18 polí­ticos y lí­deres partidistas asesinados. 19 policí­as muertos. Diez activistas sin vida. Un reportero venadeado. Y un montón de hombres.
Y lo peor, desde hace 9 años.
Entonces, y sin caer en el patriotismo demagógico de la autonomí­a y la soberaní­a de los pueblos, y si Donald Trump con todo y sus locuras ha extendido la mano a AMLO, el presidente de la república, entonces, solo queda pedir la CIA y la DEA en Veracruz.
AMLO dijo que en un semestre pacificarí­a Veracruz y ya pasó y seguimos peor.
Cuitláhuac dijo que en dos años y ha transcurrido un año y la vida ha empeorado. El infierno. Mejor dicho, el peor infierno del mundo.
Veracruz, primer lugar nacional en feminicidios. Y primer lugar nacional en secuestros. Y uno de los primeros lugares nacionales en infanticidios.
Y en cada nuevo amanecer, todos arriesgando la vida, pues nadie está a salvo. Nadie la tiene segura.
Y por el contrario, cada dí­a, el gobierno de Veracruz con su secretarí­a de Seguridad Pública y la Fiscalí­a alardeando que ya detuvieron a una banda de facinerosos. Que cayó un malandro. Que condenaron a cien años de cárcel a secuestrador.
Y al mismo tiempo, decenas, cientos de hogares con niños huérfanos y mujeres y hombres viudos y padres ancianos a la deriva social porque el sostén económico de la familia fue asesinado.
Solo la CIA y la DEA pueden, podrí­an pacificar Veracruz.

LA CIA Y LA DEA O EL INFIERNO JAROCHO
Los carteles tienen un pavor inusitado a las cárceles de Estados Unidos. Hasta Pablo Escobar Gaviria, el capo de capos en América Latina, negoció su prisión en Colombia antes, mucho antes de ser deportado.
Joaquí­n Guzmán Loera, “El chapo”, hizo hasta la imposible para evitar que el Peñismo lo extraditara a EU.
Saben ellos que entrando a una prisión norteamericana solo saldrán muertos de muerte natural en un féretro.
Por eso, la sola mención de la CIA y la DEA en Veracruz estremecerí­a a la delincuencia organizada, y ni se diga, a la común, y en automático la tierra jarocha comenzarí­a a pacificarse.
Desde hace 9 años escuchamos el mismo discurso. La locura fue cuando Luis íngel Bravo Contreras tomó posesión como procurador de Justicia camino a la Fiscalí­a y acuñó la siguiente frase bí­blica:
“Apenas tomé posesión los narcos huyeron despavoridos a las montañas y a las cuevas de estados vecinos”.
¡Pura farsa demagógica! ¡El mesianismo en su locura irremediable! ¡La egolatrí­a donde el Fiscal estaba enamorado de sí­ mismo!
Y la Guardia Nacional llegó a Veracruz. Y hubo fandango en los pueblos. Y se vendió la idea, la posibilidad, la esperanza, la utopí­a, la ilusión de que regresarí­a el paraí­so terrenal que fuimos en el siglo XVIII.
Nada de nada. Luego de la Guardia Nacional, la matanza de Minatitlán con catorce muertos, entre ellos una bebé. Y la masacre de Coatzacoalcos con 33 muertos. Y la masacre que camina de norte a sur y de este a oeste, con su postre irracional y enloquecido de las violaciones seriales en la zona conurbada Veracruz-Boca del Rí­o.
Solo la CIA y la DEA pacificarí­an Veracruz.
Una de dos: seguimos confiando en la Guardia Nacional para seguir igual o empeorar, o abrimos las puertas a la CIA y la DEA, incluso a los agentes y policí­as norteamericanos enviados a las guerras de Estados Unidos en otras latitudes del mundo para ver si podemos vivir en tranquilidad y en paz.
Son la CIA y la DEA en Veracruz o es el infierno.

AQUí “OPERAN CASI TODOS LOS CARTELES”
De acuerdo con el ex Comisionado Nacional de Seguridad, Renato Sales, “en Veracruz operan casi todos los carteles”.
Los carteles que, incluso, actúan y operan en el mundo, hasta Rusia, vaya.
Y por eso mismo, en Veracruz, como en otras entidades federativas, enfrentan y confrontan a carteles, más que nacionales, transnacionales.
Y, por eso mismo, simple y llanamente necesitamos a la CIA y a la DEA.
En la frontera norte, a partir de la matanza de la familia Lebarón, la familia Lebarón lo dejó claro:
México acepta la ayuda de Estados Unidos, o por el contrario, el gobierno autoriza que la familia Lebarón se arme para luchar contra los carteles.
Y la CIA y la DEA llegaron.
Es, serí­a, la misma tesis de la población civil de Veracruz que bien podrí­an, digamos, abanderar los diputados locales y federales y los senadores.
De lo contrario, la tierra jarocha seguirá extendiéndose como un largo y extenso cementerio con fosas clandestinas y con un tiradero de cadáveres por todos lados.