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Diario de un reportero
Sábado 09 noviembre, 2019

Legendario periodista

El mejor del siglo pasado
•La obra de Bartolomé Padilla


DOMINGO
Legendario periodista



Ningún reportero tan completo del siglo pasado a la fecha en Veracruz como Bartolomé Padilla y Zepeda. Fue diarista, cronista, y escribió reportajes y columnas políticas. Todos los días, escribía 4 columnas. Su capacidad de trabajo era insólita. También, su creatividad.
Más aún: siempre voló. Y voló alto en la Ciudad de México, el escenario de las grandes ligas de la vida.
Por ejemplo, trabajó al lado de José Pagés Llergo en el periódico “El Occidental” de Guadalajara y luego en la revista Siempre!
Su amor por el periodismo es quizá la pasión más intensa en la vida local. Durante muchos años trabajó en el periódico El Dictamen y cuando fue despedido y anduvo por ahí en otros espacios fundó su revista Consenso, el título de una de sus columnas, publicada durante 44 años.
Murió en su aventura quijotesca. Fue en el año 2000.

Luis Velázquez

La revista era impresa en el Distrito Federal y se la echaba al hombro como la mochila los estudiantes y cuando llegó a la TAPO y subió al ADO y acomodaba la edición en el montacarga, de pronto, un paro cardiaco se le atravesó.
Ningún trabajador de la información tan prolí­fico y creativo y ultra contra súper informado como Bartolomé Padilla.

LUNES
Un reportero frente al poder polí­tico

En la polí­tica del siglo pasado fue legendario el pleito con el presidente municipal, Mario Vargas Saldaña.
Las diferencias fueron creciendo y hasta encarnaron la simbologí­a del poder.
El alcalde, el poder polí­tico, y Padilla, el poder periodí­stico. Cuarto poder le llamaban en el siglo pasado antes de las redes sociales.
Además, Mario Vargas era un polí­tico poderoso. Por ejemplo, amigo de Jesús Reyes Heroles, el último ideólogo de la revolución, ex secretario de Gobernación y de Educación Pública, ex director del IMSS y de PEMEX, solo le faltó la presidencia de la república.
Y gracias a Reyes Heroles, Mario Vargas estuvo en un tris de ser candidato priista a gobernador luego de la caí­da estrepitosa de Manuel Carbonell de la Hoz como el favorito de Rafael Murillo Vidal y Luis Echeverrí­a ílvarez.
En contraparte, la fuerza de Bartolomé solo era su pluma. Lectura obligada de todos los dí­as en el siglo pasado. Un í­cono. Un sí­mbolo. Un lí­der de opinión.
Y el conflicto de personalidad entre ambos creció tanto que El Dictamen tomó partido y entonces, intentó reducir a Bartolomé a reportero de información general, pero sin escribir las columnas y las crónicas, y entonces, simple y llanamente, renunció.
Dejó atrás más de veinte años de antigí¼edad en el decano de la prensa nacional.

MARTES
La mejor escuela de periodismo

Bartolomé era autodidacta. Se formó en la mejor escuela de periodismo del mundo como es la calle reporteando y la sala de redacción escribiendo.
En el dí­a, gastaba la suela de los zapatos hurgando la noticia y en la tarde/noche, desgastaba su columna frente a la máquina de escribir hasta entrada la madrugada, y desde el periódico seguí­a reporteando por teléfono pendiente de los últimos hechos del dí­a.
Siempre impecable vestí­a con guayabera de manga larga y una pluma en la bolsa superior derecha. Tení­a el paso veloz del reportero. Y se mantení­a delgado y en forma.
Era lector inacabable. Siempre con un libro en la mano para aprovechar los espacios vací­os.
Alegre, feliz de vivir cada dí­a, era dicharachero como buen jarocho y mordaz.
Estaba construido para la polémica y siempre le gustaba debatir con sus homólogos como parte de aquellas tertulias periodí­sticas que Gabriel Garcí­a Márquez recomendaba entre reporteros para nutrirse entre ellos.
En El Dictamen con don Alfonso Valencia Rí­os, el jefe de Información, hací­an el uno y el dos. Hasta cuñados fueron.

MIÉRCOLES
Un hombre frente al diablo

Entre su material periodí­stico se recuerda una crónica. Es el viaje de José Pagés Llergo con un montón de amigos partiendo de la Ciudad de México, trepados en un ADO especial donde faltaban asientos para los invitados, a la ciudad de Veracruz y luego a Villahermosa, Tabasco, para celebrar su cumpleaños.
Bartolomé fue uno de los invitados, alternando con los grandes periodistas defeños de la época que publicaban en la revista Siempre!
El autobús se detení­a en el puerto jarocho donde pernoctaba para empezar el festí­n y en donde, a veces, permanecí­an uno o dos dí­as.
En uno de aquellos viajes, Pagés Llergo visitó la vieja casona de la avenida 5 de mayo, a cuadra y media de la calle Montesinos, donde estaba la vieja facultad de Periodismo, cuyo director era don Alfonso Valencia.
Pagés Llergo convivió con los estudiantes y hasta contó aquella anécdota de cuando entrevistó en exclusiva a Adolf Hitler, en Alemania, y que le sirviera para acuñar la siguiente frase bí­blica:
“Yo estuve enfrente del diablo y no me di cuenta”.

JUEVES
Cerca del Prí­ncipe

Alfonso Salces Fernández tuvo la generosidad de obsequiar un ejemplar del último número de la revista Consenso, publicada en abril del año 2000 y que Bartolomé habí­a dejado preparado en su mayor parte.
Consta de 8 secciones y en donde resulta insólita, impresionante, incluso alucinante, la capacidad creativa escribiendo la edición completa como todas durante 44 años.
Incluye 4 páginas tamaño estándar llenas de fotografí­as donde aparece al lado de un montón de polí­ticos de su tiempo, entre otros, desde el gobernador Marco Antonio Muñoz Turnbell y Fernando López Arias y desde los presidentes Miguel Alemán Valdés y Adolfo López Mateos y con Carlos Alberto Madrazo, el polémico lí­der nacional del PRI.
Siempre, cerca del poder. Pero siempre, con un sentido social contando los hechos desde la realidad real. Siempre con su libretita de taquigrafí­a y su lapicero.
Su estilo era como el de Azorí­n en la literatura. Breve. Concreto. Especí­fico. Lapidario. Avasallante. Muchas noticias en pocas palabras.

VIERNES
Testigo de su tiempo

Cubrió Bartolomé una parte de la vida pública de Veracruz. Su misión fue cumplida como es dejar un testimonio del tiempo vivido.
Sus textos sirven como una referencia para los historiadores y los sociólogos y también para el periodismo.
Don Alfonso Reyes, el famoso actor de la “Cartilla Moral” de AMLO, el presidente de la república, decí­a que el periódico es el libro del pueblo.
Primero, porque el periódico es una fuente inagotable de los hechos. Segundo, porque “la verdad se publica dicha a su tiempo” (un lema de Padilla y Lozano) con la posibilidad de cartas aclaratorias.
Tercero, porque el periódico da seguimiento a los sucesos. Y cuarto, porque el periódico siempre perdura y en las bibliotecas públicas tienen la hemeroteca.
Siempre vivió con modestia. Nunca tuvo como objetivo enriquecerse a la sombra del medio. Estuvo cerca del poder para cronicar los dí­as y los años ejerciendo a plenitud su libertad, su autonomí­a, su independencia.
Agudo, perspicaz, lector inacabable, siempre andaba acompañado de un libro.
Y lo más importante, siempre miró hacia el altiplano, más allá de la provincia y la aldea. Cientos, miles de textos publicados empezaban así­: “Desde mi mirador en la Ciudad de México”.
Fue un sí­mbolo y siempre se le recordará con respeto y admiración.


1 comentario(s)

Vicente Paredes Padilla 15 Abr, 2021 - 04:40
Buenas noches ,me gustó lo que escribiste de mi tío Bartolomé me hubiera gustado que al final de tu nota hubieras puesto unas fotos de el
Gracias por haberle hecho un pequeño reconocimiento a mi tío Bartolomé , gracias ..

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