“¡No exageren!”
•Las muertas de Juárez •Las muertas de Veracruz
UNO. De Juárez a Veracruz
Hay las muertas de Ciudad Juárez en la frontera norte, el municipio más peligroso del mundo para las mujeres.
Pero también existen las muertas de Veracruz, primer lugar nacional en feminicidios, aun cuando el tótem de MORENA aconseja a la prensa que “no exageren, no exageren, no exageren”.
Luis Velázquez
Las Muertas de Juárez, publica el escritor Ricardo Raphael en su novela, “El hijo de la guerra” llega “al absurdo criminal”:
“Desde 1993 hasta 2012 fueron asesinadas más de setecientas mujeres… y las que habrían podido ser responsabilidad de un asesino serial”.
Las Muertas de Veracruz suman, por ahora, unas doscientas cincuenta en los últimos once meses del sexenio de MORENA.
Mujeres que han sido secuestradas, desaparecidas, ultrajadas, asesinadas, cercenadas, decapitadas y tirados sus cadáveres en la vía pública y en la carretera.
Incluso, cadáveres flotando en los ríos.
Más todavía: mujeres policías ejecutadas.
Y en tanto con Las Muertas de Juárez varias películas han sido filmadas, aquí, en Veracruz, el pitorreo del gobernador de A.M.L.O.
“No exageren”.
Con todo, alguna liga histórica podría darse entre las Muertas de Juárez y las Muertas de Veracruz y que estrujan el corazón y fermentan las neuronas pensando en la posibilidad siniestra, sórdida y sombría.
DOS. Rituales a Satán
En su novela realidad y ficción, a veces pareciera más real que imaginativa, Ricardo Raphael documenta, por ejemplo, las muertas de Juárez recordando que en la frontera norte siempre trascendió que las mujeres secuestradas y desaparecidas y asesinadas eran para ofrendar en “rituales religiosos dedicados a Satán”.
Incluso, recuerda la confesión de un malandro encerrado en una prisión de Filadelfia confeso de participar “en al menos diez asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez”, todos, recordando los sacrificios aztecas de mujeres, doncellas menores de veinte años, al dios Huitzilopochtli, tan sediento de sexo que era.
Las mujeres, “desnudas, de cabello largo, sentados en bancos con la mirada hacia un escorpión, con cinco o seis soldados dibujados de pie, detrás de unas matas que semejaban marihuana, encapuchados los rostros de los hombres, flexionadas y abiertas las piernas de las mujeres” eran secuestradas en la ciudad para someterse al ritual satánico.
Incluso, los malandros, muchos de ellos adoradores de la Santa Muerte, tenían “una cabaña de madera en medio del desierto, en cuyo exterior había velas negras y rojas” y en donde ofrendaban a las mujeres plagiadas y desaparecidas.
TRES. Huitzilopochtli en Veracruz
Desde luego, por decreto constitucional en Veracruz ha quedado prohibido “exagerar” con los feminicidios, por cierto cada vez más crecientes sin que nadie detenga a los homicidas.
Pero… al mismo tiempo, tampoco nadie puede excluir que algunas de las mujeres asesinadas en el tiempo de MORENA en el palacio de Xalapa hayan sido sometidas al ritual religioso, pues, y como dice el politólogo Carlos Ronzón Verónica, “piensa mal y acertaras”.
En muchos casos de las mujeres criminalizadas los cadáveres han sido tirados en la vía pública. Pero ya sin vida, y por tanto, nadie descartaría la posibilidad de que la versión de Huitzilopochtli en el siglo XXI en Veracruz pudiera estarse reproduciendo.
Y más, porque entre los carteles, sicarios y malosos existe un vaso comunicante en las prácticas comunes y habituales para sembrar y multiplicar el terror y el miedo y la zozobra y la angustia y el pánico.
Una vecinita dice que ya no deben mirarse tantas películas ni leerse novelas siniestras, pero nadie puede descartar que la historia de las muertas de Juárez se esté reproduciendo con las muertas de Veracruz.
Y sin exagerar, claro.