Satanizado el Periodismo
•Oficio sin prestaciones
•En la vocación nadie manda
UNO. Satanizado el Periodismo
Un día, un colega reportero preguntó a otro si estaría de acuerdo con que sus hijos estudiaran Periodismo o Comunicación.
El colega fue expresivo. Con una cara de fuchi, dijo: “¡No, nunca! ¡Sería lo último, pero ni así!”.
Luis Velázquez
Y, bueno, con la esperanza de que las siguientes líneas sirvieran, digamos, de brújula a uno que otro padre de familia y/o estudiante, quizá valdría la pena contar algunas vivencias en un Veracruz donde según Javier Duarte había, hay, unos ocho mil trabajadores de la información y unas 24 facultades de Comunicación.
De entrada, igual que todos los oficios y profesiones, en el periodismo los salarios son de hambre como afirmaba Ricardo Flores Magón en el año 1910.
Hay, claro, unos sueldos más o menos satisfactorios, digamos, antes (se ignora si todavía) en la televisión. Pero por lo regular, son sueldos miserables y que van de los 4 mil pesos mensuales a los 5, 6 mil.
Incluso, hay medios donde pagan a los reporteros de acuerdo con el número de notas publicadas por día en el periódico o transmitidas en el noticiero.
Y lo peor, si el colega está bien con los jefes de Información y Redacción, entonces, le publican todas las notas. Pero si hay un mal karma, entonces, el colega sufre el peor infierno de la vida, pues si bien le va le publican una sola nota por día y una sola nota el pagan a la semana o la quincena.
DOS. Oficio sin prestaciones
El grueso de los trabajadores de la información laboran si el Seguro Social y el INFONAVIT y sin el pago de horas extras y sin las prestaciones sociales, económicas y médicas y sin el derecho de antigí¼edad.
Peor: si de pronto un reportero se vuelve incómodo para un funcionario y pide al dueño del medio su renuncia, el magnate periodístico en automático lo despide.
Y si el colega interpone denuncia laboral en la Junta de Conciliación y Arbitraje, por lo regular, el secretario de Trabajo y Previsión Social “se tiende al piso” del dueño del medio.
Por eso es que, y por lo general, el destino de un diarista es caminar de un medio a otro sin arraigarse en ninguno pues el vaivén laboral es demasiado inestable.
TRES. En la vocación nadie manda…
Además, y como la noticia nunca tiene día ni hora para suceder, si el día de descanso o de unas vacaciones programadas ocurre un hecho singular, ni modo, el reportero ha de fletarse pues así es el periodismo.
Pero al mismo tiempo, todos están seguros y ciertos de que en ningún momento les pagarán doble el día ni tampoco horas extras.
Lo más canijo del periodismo es que un reportero cronique una huelga obrera en algún negocio, industria, fábrica, y en su medio él mismo sea explotado como pocos.
Hay, claro, vientos favorables. Digamos, cuando de pronto, un político, quizá amigo, llega al poder y puede invitar al colega reportero como su jefe de prensa, y así, el salario se multiplica como los peces y los panes.
Pero son casos aislados, a excepción, por ejemplo, cuando Fidel Herrera Beltrán gobernara Veracruz y nombró voceros en todas y cada una de las dependencias del gabinete legal y ampliado, además, de asesores, pues a la mayor parte abrió las puertas y ventanas.
Un reportero, sin embargo, que está en el oficio por vocación social nunca cuelga los guantes ni abandona el medio pues la tinta del periódico es peor que una droga.