“El hombre invisible”
•Un indígena de Zongolica
•La gran estafa política
UNO. “El hombre invisible”
Se llamaba Celedonio Macuistle Tecpile y era un indígena de la sierra de Zongolica. Murió en la pobreza más impresionante, como miles.
Toda su vida, desde la infancia, fue cortador de café, de cítricos y de caña de azúcar.
Luis Velázquez
La mitad del año de todos los años desde cuando sus padres lo llevaron al corte se la pasaba de migrante en Veracruz.
Vivía en Astacinga, un poblado en lo más alto de la montaña, vecino del municipio de Tehuipango, que limita con Puebla, y en donde en el sexenio de Rafael Hernández Ochoa, los malandros de entonces trepados en sus caballos y armados entraron al pueblo por la única calle disparando a diestra y siniestra y dejando un tiradero de cadáveres.
En la cresta de la montaña, de cara al sol cuando salía, su familia, como todos los vecinos, vivía de sembrar hortalizas en el patio de la casa. Y todo el año, todos los años, comían lechuguita y rabanitos.
La mayoría de sus hijos migraron de Astacinga. El hambre, intituló Luis Spota a una de sus novelas, “muchas cornadas da”.
Unos, las mujeres, quedaron en Zongolica, casadas. Otros, se fueron a la Ciudad de México y camino a Estados Unidos. El mayor, Noel, terminó de albañil en el Distrito Federal y nunca volvió al pueblo. ¿Para qué, con tanta pobreza y miseria?
DOS. La gran estafa
En el tiempo de Celedonio Macuiste el antropólogo Gonzalo Aguirre Beltrán estaba de moda.
Varias veces anduvo en la sierra de Zongolica que haciendo estudios y Celedonio fue su guía, su enlace, su contacto.
Su esposa Rosita guisó frijolitos y arroz y tortillitas echadas a mano para Aguirre Beltrán.
Entonces, el antropólogo les juró que los ayudaría en su calidad de vida, buscando, por ejemplo, un trabajo para Celedonio en el gobierno en Zongolica y estudios para los hijos.
La familia soñó con el paraíso terrenal.
Pero el famoso antropólogo, como dice la canción de la Martina, “ni por el caballo volvió”.
Simple y llanamente los utilizó y los estafó y “les tomó el pelo”.
Es, sin embargo, la vida de los indígenas y los campesinos, y con frecuencia, de los obreros.
Los políticos de todos los partidos de izquierda, centro y derecho, conservadores y liberales, usan a los pobres. La mayor parte de las veces, como carnada electoral para ganar en las urnas. Y otras, como guías en el caso de Aguirre Beltrán.
TRES. Un hombre maravilloso
Era Celedonio un hombre maravilloso con unos 5, 6 hijos. El más sencillo de todos los sencillos. El más solidario.
Siempre andaba con un perrito que lo acompañaba día y noche, incluso en el surco. Incluso,
Toda su ropa cabía en un morralito diminuto. Una muda se quitaba y otra se ponía. Toda su vida, en huaraches.
Su familia, su gran preocupación, con todo y sus debilidades humanas.
Algún día fue, como la mayoría de los indígenas, “un acarreado” del P.R.I., entonces el partido dominante en Veracruz.
Luego, mirando, observando y padeciendo el desdén y el menosprecio de los políticos en turno se distanció por completo.
Su casita de palos y techo de palma y piso de tierra estaba frente al palacio municipal y la iglesia con un gigantesco patio que era para sus hijos su centro de diversión, y en donde además se reunían los niños de Astacinga.
Descanse en paz…