El joven y el viejo
•Borges platica consigo
•Expiadero de culpas
EMBARCADERO: La tarde de un sábado cuando vivía en Ginebra, un amigo llevó al escritor Jorge Luis Borges a un parque y quiso estar solo... A lo lejos escuchó el griterío de los niños jugando... Entonces, Borges dialogó consigo mismo... El Borges de 60 años platicando con el Borges de 20 años... El viejo reprochaba al joven haber actuado de tal manera en la primera etapa de su vida y el joven reprendía al viejo su forma de pensar, de ser y de actuar en algunas partes de su vida
Luis Velázquez
ROMPEOLAS: Nunca el viejo y el joven se pusieron de acuerdo… Aquel diálogo terminó en un expiadero de culpas donde en ningún espacio pudo la mesura y la prudencia para, digamos, entenderse y comprenderse uno al otro… Entonces, Borges miró hacia su pasado y presente… Se dijo, por ejemplo, que la patria de un hombre es aquella donde están y viven sus amigos, porque, se dijo, el único patrimonio de un hombre, de una mujer, de un ser humano, son los amigos… Y luego de mirar alrededor, Borges supo que estaba exiliado en Ginebra, pero solo acompañado de su esposa y quien había sido su secretaria…
ASTILLEROS: Y lo peor, sin ningún amigo, pues aun cuando los tenía vivían en el otro extremo del mundo… De algún modo terminaba su vida como León Tolstoi en su finca rural cuando solo vivía para escribir, sin reunirse con los amigos, cuando en otros tiempos, abría su casa para todos, uno de ellos, el joven Antón Chéjov, quien siempre lo visitaba… Borges supo, además, en aquel diálogo que “la vida es larga, y hay cosas buenas y cosas malas”… Y cuando aplicó un balance a su vida descubrió que eran más, mucho más las cosas malas vividas y padecidas que las cosas buenas…
ESCOLLERAS: Borges se miró con un microscopio… Y se reprochó muchas cosas… Una de ellas, por ejemplo, el abracito que se diera con el general Augusto Pinochet, el dictador de Chile que derrocara con golpe militar a Salvador Allende, el primer socialista de América Latina que había llegado a la presidencia de la república por las urnas… Y lo peor, además del abracito, Pinochet entregó a Borges un premio literario… Incluso, sus biógrafos aseguran que su peligrosa amistad con el dictador le impidió ganar el Premio Nobel de Literatura pues la Academia Sueca se negó a otorgar la presea…
PLAZOLETA: Los escritores de América Latina y de Europa, antes y después de Borges, lo reconocen como un genio literario… Pero su resbalón con Pinochet fue imperdonable, de igual manera como Jean-Paul Sartre, por ejemplo, “se tiró al piso” de José Stalin, el depredador de Rusia quien enviaba a los intelectuales, escritores y disidentes a los campos de concentración de Siberia… Más todavía, resulta insólito que también el gran escritor ruso, Máximo Gorki, amigo de Chéjov por cierto, fue empleado de Stalin intentando así limpiar su imagen…
PALMERAS: Nadie quita a Borges su genialidad literaria, con todo y su amistad peligrosísima con Pinochet, el político, además, que traicionara a su amigo Salvador Allende, quien lo enalteciera al más alto decibel de la vida pública en Chile… Su parábola del viejo platicando con el joven aquella tarde sabatina en Ginebra parece arrancada del relato bíblico, pues manifiesta la vida vivida con intensidad y frenesí, pero también, con prudencia y cordura… En la iglesia católica le llaman retiro espiritual y en el diván el sicólogo examen de conciencia… El hombre, frente a sí mismo, diría el chamán en viaje esotérico…