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Malecón del paseo
Jueves 10 octubre, 2019

Polí­ticos ambiciosos

•Atrás del poder y la gloria
•Derecho de pernada

EMBARCADERO: En ningún oficio, actividad, profesión, la pasión loca y desorbitada alcanza su más alto nivel como en la polí­tica... En la polí­tica, decí­a Napoleón Bonaparte, la traición forma parte de la naturaleza humana... Y al mismo tiempo, todas las pasiones se conjugan... Desde el rencor y el odio y el resentimiento hasta la intriga, el chismerí­o y la venganza... Desde “la puñalada trapera” hasta el burdo “derecho de pernada”

Luis Velázquez

Desde la más alta corrupción por el billete fácil hasta la vida sexual descarrilada… Los polí­ticos llegan a tener una, dos, tres, cuatro casas chicas…

ROMPEOLAS: Uno de los más intensos y frenéticos ejemplos fueron escenificados en la antigua Roma con los emperadores Julio César, Craso y Pompeyo… Pompeyo era el campeón de la egolatrí­a… Craso, el Espartaco, y Julio César, el emperador… En la lucha por el poder polí­tico, Craso y Pompeyo, por ejemplo, llegaron a un punto muerto y en donde la amarga disputa arrasó con una violencia sin paralelo… El más espantoso “choque de trenes” del que se tiene memoria dejó millones de muertos…

ASTILLEROS: Una guerra polí­tica sin tregua donde Craso iba atrás del billete, mientras Pompeyo, quien también se involucrara, atrás de la gloria militar… Julio César, en medio, como el gran polí­tico… El ejercicio del poder y el deseo de conquistar la gloria en su más alto decibel en aquel sistema polí­tico… La lucha por el poder real, más allá de los cargos públicos que cada uno encarnaba, pues una cosa era ser la esposa del César y otra demostrarlo… Y como siempre sucede en polí­tica, una realidad es tener el poder, digamos, institucional, y otra, el poder efectivo, el poder atrás del trono suelen decir los polí­ticos…

ESCOLLERAS: En el caso de Julio César, la pasión polí­tica era más intensa… Desde niño, fue educado para ser Cónsul de Roma… Incluso, casó a una hija con Pompeyo para ganarse su confianza en la lucha por el poder… Y más, cuando entre los tres (Julio César, Pompeyo y Craso) integraron lo que en aquel tiempo se conoció como el Triunvirato, 3 hombres ejerciendo el poder eran, claro, muchos, pues el poder polí­tico, dice el viejillo del pueblo, nunca, jamás, se comparte, y si en el camino llega a compartirse significa un error, donde la pasión desenfrenada tarde o temprano fermenta la relación humana…

PLAZOLETA: Educado desde la infancia para el poder, Julio César era un hombre de acción, cauteloso y calculador, con una estrategia en el campo de batalla como era el ataque por sorpresa, leal y devoto a su esposa… A los 16 años, su padre perdió todo y entonces, se metió de lleno al ejército, tiempo aquel cuando se llegaba al poder polí­tico a través de la milicia… Y, por eso mismo, sus grandes batallas con Pompeyo y Craso… Era tan frenética aquella lucha entre el trí­o que el resto de sus gabinetes ignoraba el desenlace…

PALMERAS: Julio César se volvió increí­blemente cruel… En tanto, Craso decí­a a Julio César que la polí­tica siempre era un negocio, en tanto Servilia, una mujer muy poderosa entre las elites polí­ticas, aseguraba que la mejor polí­tica de Roma era la no oficial, aquella que solí­a darse, incluso, debajo de las sabanas en las pasiones revolcadas de los cuerpos humanos… Julio César alcanzó la gloria eterna, se decí­a, cuando manejaba el ejército más grande de que la historia tenga memoria, y cuando se construyó un palacio extravagante y cuando tení­a en su tálamo a la mujer que deseaba, soltera, casada, divorciada, viuda… Fue un polí­tico ultra contra súper ambicioso de poder, de gloria y de inmortalidad…


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