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Martes 08 octubre, 2019

El fiasco de MORENA

Desde el inicio del sexenio de MORENA, el secretario de Salud, doctor Roberto Ramos Alor, ha sido un fiasco.
Su primer resbalón inició cuando en el trascendido social se conoció que era dueño de un prostí­bulo en Coatzacoalcos, aun cuando él mismo dijera a los morenistas que ahí­ citaba que solo era propietario del local... y que rentaba.
Después, en el tiempo del nepotismo, conocido ahora como tráfico de influencias y conflicto de intereses, fue cuando incorporó en la nómina en cargos públicos a parte de su familia.

Luis Velázquez

Entonces, en la cancha cibernética rolaron la sabrosa foto aquella donde le daba un besito a un chico y lo bautizaran como “El besucón”, con todo y que su góber lo defendió con ardor patrio.
También fue el primero en tirar la piedra en contra de los yunistas, los duartistas y los fidelistas declarando una crisis canija de salud pública y arrojando la piedra en contra de los secretarios de Salud de tres gobernadores.
Y lo peor, con tantas cacayacas que nunca, jamás, interpuso una denuncia penal. Puro fuego pirotécnico. Digamos, ganas de llamar la atención chaparrito, de baja estatura, gordito, carón.
Fue cuando, digamos, alcanzó fama en la pasarela mediática y de la moda con su batita de médico más grande que la guayabera del ex secretario de Hacienda y Crédito Público, Cartens, y que, claro, le bailoteaba en el cuerpo.
Fue cuando su barbita de chivo tipo León Strosky comenzó a llamar la atención en una calva gigantesca de toda la cabeza y unos ojillos chiquitos como de un gnomo de Blanca Nieves.
También atrajo algunos titulares mediáticos cuando decí­a que andaba caminando Veracruz de norte a sur y de este a oeste y por todos lados hospitales y centros de salud abandonados, sin medicinas, sin servicio médico, sin consultas, sin atención al público.
Era “El llanero solitario” luchando contra las pillerí­as de sus antecesores para congraciarse con su madrina, la secretaria de Energí­a, Norma Rocí­o Nahle Garcí­a, aquella que lo glorificara cuando luego de trabajar durante un año y cachito con Miguel íngel Yunes Linares como director del Hospital Público de Coatzacoalcos, de pronto los suspendieron porque, trascendió, habí­a acompañado a la Nahle a un acto público.
“Es un polí­tico valiente” gritoneó el góber electo de MORENA.

ROLLOS DEMAGÓGICOS
Así­, en caí­da libre hacia el descrédito y el desprestigio, y cuando alguna vez su renuncia fue puesta en el ring polí­tico alardeó que serví­a a Veracruz porque los suyos, el pueblo de Coatzacoalcos, lo habí­a elegido secretario de Salud, olvidando el dedazo de la madrina estelar.
Pero que él, ¡vaya paradoja, vaya mesianismo!, estaba feliz en Coatzacoalcos con su pensión para vivir con dignidad sin sobresaltos.
Fueron aquellos dí­as cuando sus amiguitos, fuego amigo quizá, acaso fuego enemigo, quizá pillerí­as totales, ventilaron en el tendedero la compra por dedazo, por asignación, de las medicinas dado, argumentó, la emergencia de salud inculpando una vez más a Yunes Linares, Javier Duarte y Fidel Herrera.
Luego, y como maldición bí­blica, llegó el desabasto de medicinas y las protestas de los médicos.
Y Veracruz ubicado en el primer lugar nacional con enfermos de Sida.
Y de ñapa, el dengue causando estragos, como por ejemplo, por vez primera en la historia de Xalapa, muchos, demasiados enfermos, a tal grado que algunos xalapeños tienen a 4, 5, 6 familiares, amigos, conocidos, postrados en cama.
Así­ recibió una iluminación superior, digamos, tipo San Pablo camino a Damasco, y emitió una orden.
A partir del momento, dijo, ningún funcionario de la secretarí­a de Salud estaba facultado para informar sobre el dengue caminando en Veracruz.
Solo él, Roberto Ramos, y el gobernador lo podí­an hacer.
Y de inmediato precisaron que en ningún momento se trataba de una ley mordaza, pues era una decisión nacional.
Ajajá, a otros con su rollo demagógico.

EL SECRETARIO SALIÓ HUYENDO…
El jueves 3 de octubre, la prensa incómoda, indeseable y quisquillosa de la ciudad de Veracruz le preguntó sobre la falta de medicamentos y la suspensión de quimioterapias a niños con cáncer del Hospital Infantil.
Y el señor secretario de Salud “quedó mudo y salió por piernas” como publicó Notiver en portada, en la parte inferior, en nota firmada por la reportera Alba Alemán.
Simple y llanamente huyó de la prensa como un enano con sus piernitas y piececitos. Sólo le faltó decir, como otras ocasiones a los diputados locales, que no tení­a tiempo de atender a los medios porque estaba muy ocupado con funcionarios municipales resolviendo el problema del dengue.
He ahí­ la radiografí­a pública de un secretario del gabinete legal de MORENA en el gobierno de Veracruz.
Eso pasa cuando al poder aterriza gente sin experiencia ni sensibilidad social, sin fogueo, sin autoridad moral que es el anticipo de la autoridad polí­tica, y que antes fue priista y luego panista y quizá perredista y ahora morenista.
Además, y cuando son encumbrados por dedazo de las elites polí­ticas de la izquierda, como en el caso.
Lo peor es lo siguiente:
La biblia polí­tica dice que cada secretario de Estado ha de prestigiar y honrar al jefe máximo, en vez de que el jefe los enaltezca a ellos.
Más todaví­a: la biblia polí­tica escribe que nunca será el puesto quien honre al hombre, sino el hombre, mujer o fantasma… al cargo público.
Y en ambos ejes rectores, valores universales de la administración pública, la biografí­a mí­nima del secretario de Salud desencanta a la población electoral.
Por fortuna, el góber parece tenerle confianza y ahí­ lo deja. Entre ambos arrastran al fango el liderazgo electoral de MORENA en Veracruz.


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