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Jueves 03 octubre, 2019

Veracruz, en las grandes ligas

Veracruz, está claro, figura en las grandes ligas de la corrupción polí­tica nacional. Javier Duarte es el sí­mbolo jarocho para el resto de la nación. Incluso, en el extranjero. Primero, Enrique Peña Nieto lo enalteció como el modelo de la nueva generación polí­tica. Y luego, ni modo, lo declaró el más corrupto. Se ignora si más, o igual, o un poquito menor, por ejemplo, que Mario Villanueva, el ex de Quintana Roo, quien lleva más de veinte años tras las rejas.

Luis Velázquez

Para honra de los priistas de Veracruz y vergí¼enza de la población electoral, Duarte está en el nicho patrio de otros ex gobernadores priistas en desgracia.
Por ejemplo, Tomás Yarrington y Eugenio Hernández Flores, de Tamaulipas. Roberto Borge, de Quintana Roo. César Duarte, de Chihuahua. "El único que falta por caer es Roberto Sandoval, ex de Nayarit", escribió el reporterazo Ricardo Ravelo, denunciado por su descomunal riqueza sexenal, una parte sustancial por sus presuntas ligas con los malandros.
La yunicidad, a la que se debe, entre otras cositas, la estancia penitenciaria de Javier Duarte en el Reclusorio Norte de la Ciudad de México, también boletinó a Flavino Rí­os Alvarado, el gobernador de los 48 dí­as y quien estuviera algunas semanas en Pacho Viejo, y luego fuera trasladado a un hospital y después con arraigo domiciliario y absuelto.
Ellos, sin embargo, quizá la mayor parte, acusados de sus amistades peligrosas con los carteles y cartelitos, además, de la (presunta) corrupción en que cayeron y quienes, todo indica, se bañaron en tina y salpicaron.
Es el caso, por ejemplo, de Roberto Sandoval Castañeda, de Nayarit, cuyo Fiscal General, Édgar Veytia, está sentenciado a veinte años de prisión en Estados por fomentar el tráfico de drogas, y quien, publicó Ravelo, autor de unos diez libros sobre los narcos, "permitió la expansión del Cartel de Jalisco Nueva Generación" en Nayarit, el mismito que opera en Veracruz y el más exitoso del paí­s pues actúa en el resto del mundo.
Dueños del dí­a y de la noche y del destino común, dueños del presupuesto anual durante los seis años de su mandato, jefes máximos de sus entidades federativas con los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, dueños de parte de los grupos regionales y locales de poder y de parte de los medios, los gobernadores priistas se volvieron insaciables, y entre más poder y dinero tení­an más querí­an y buscaban, al grado de asociarse con los malandros.
Ahora, la mayor parte de ellos están presos y otros "a salto de mata" tratando de evitar que el destino los alcance.

YUNICIDAD, IGUAL QUE EL DUARTAZGO
Miguel íngel Yunes Linares y su Fiscal fueron implacables en contra de los duartistas. Encarcelaron en Pacho Viejo a unos veinte polí­ticas y a 68 policí­as acusados, incluso, de desaparición forzada.
Ahora, el gobernador de MORENA y AMLO, Cuitláhuac Garcí­a Jiménez, ha soltado los demonios en contra de los yunistas, y por ejemplo, el ORFIS documentó que en la Cuenta Pública del año 2017 el presunto desví­o es de 5 mil millones de pesos y en la Cuenta Pública del año 2018 asciende a 4 mil 500 millones de pesos y entre los más vulnerables están los ex secretarios de Finanzas y Planeación, Seguridad Pública, Educación y Desarrollo Social.
Además, y como también lo cacareara Cuitláhuac, los cien delincuentes, malandros, capos, sicarios, que el ex Fiscal carnal de Yunes habrí­a protegido y hasta dejado en libertad en muchos casos.
Es decir, que la yunicidad terminó haciendo lo mismo que combatí­a y ahora, ni modo, está en la mira de la dinastí­a polí­tica de la izquierda aposentada en el palacio de gobierno de Xalapa.
La corrupción, entonces, es la ruleta rusa donde el 99 por ciento de los polí­ticos resbalan, y de igual manera como en el siglo pasado, hacia el final de una gubernatura y de la presidencia de la república siguen apareciendo nuevos ricos, nuevas fortunas.
Claro, nadie olvida las acusaciones en contra de Cuitláhuac y los suyos con su nepotismo en muchas secretarí­as y la compra por dedazo de las patrullas policiacas y las medicinas y lo que expresa la proclividad a la corrupción y el dinero fácil.

NADIE ES HONESTO POR DECRETO
La gran prueba de la llamada por decreto Cuarta Transformación se está dando y dará en estos años, pues AMLO tiene como eje rector purificar la vida pública luchando contra los polí­ticos corruptos.
Claro, ha avalado con todo, por ejemplo, a Manuel Bartlett, su director de la Comisión Federal de Electricidad, dueño de bienes terrenales por unos 800 millones de pesos, no declarados en su "3de3" porque fueron en otro tiempo, digamos, en el priismo, cuando fuera, por ejemplo, secretario de Gobernación de Miguel de la Madrid y "el sistema se le cayera" en beneficio de Carlos Salinas y en daño polí­tico, electoral y moral de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano como candidato presidencial.
Desde luego, la lucha contra la corrupción nunca es de simple lengua ni menos de declaraciones mediáticas. Y por tanto, ahí­ se verá si la Cartilla Moral va en serio o es pura vacilada, elemento distractor, fuego pirotécnico, faramalla pura, reality-show contra las elites polí­ticas del pasado para "curarse en salud".
Nadie es honesto por decreto ni vitoreándolo o levantándole la mano.


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