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Miércoles 02 octubre, 2019

El Club de los Deprimidos

•Se curan o hacen cortocircuito
•Siempre hay uno más jodido

UNO. Para un deprimido, otro deprimido

De acuerdo con el viejito del pueblo, el único consuelo para un hombre deprimido es encontrar a otro más deprimido.
Por ejemplo, antes de pegarse un tiro en la boca aquella mañana del 2 de julio de 1961, Ernest Hemingway intentó suicidarse en dos ocasiones.

Luis Velázquez

Una tarde, el viejito depresivo se topó con un amigo y le preguntó cómo estaba. Dijo el amigo:
“¡Caray, cómo quieres que esté… si tengo 60 años y ayer mi novia de 30 años me abandonó y se fue con un joven de su edad!”.
El otro viejito fue dichoso y feliz, pues el dí­a y la mañana era gris y oscura anunciando una lluvia tardí­a y aquel hombre estaba deshecho por culpa de un amor atravesado.
El hombre aquel tení­a más razones de peso para la depresión, pero ni modo, son los riesgos de cuando un hombre grande se enamora de una mujer mucho más joven.

DOS. Los dí­as infelices
A punto de cumplir los 60 años, Hemingway dejó el sol de Cuba para refundirse en su casa en Ketchum, Idaho, los dí­as grises y oscuros, y como sus horas eran más grises con los dí­as de lluvia y neblina, entonces más se deprimió en aquella casa desolada.
Según Enrique Vila-Matas, hacia el final de sus dí­as, la escritora Margarita Duras también siguió el camino de los elefantes que en la vejez buscan la cueva más lejana de la montaña y se encierran para esperar la muerte.
Y la Duras se encerró en su departamento, lejos de la vida, solo recordando en las tardes y el insomnio China, el paí­s donde muchachita se enamoró de un chino adulto, atractivo y rico.
Los dí­as más infelices de Oscar Wilde fueron luego de abandonar la cárcel donde estuviera preso acusado del abuso sexual de un chamaquito que lo traí­a enloquecido, y entonces estuvo condenado a la soledad y todos lo evitaban y huí­an.
La depresión, entonces, se vuelve inevitable, y por lo regular, lleva al suicidio. Y es un mal que lo mismo flagela a los pobres y a los ricos y a los zafios y a los cultos y a los fracasados y a los triunfadores.

TRES. El Club de los Deprimidos
Si en el café tradicional hay un “Club de los pájaros muertos”, y una Asociación de Alcohólicos Anónimos y otra de Neuróticos Anónimos, entonces, bien podrí­a formarse el Club de los Deprimidos.
Así­, cuando menos, y como los elefantes, podrí­an juntarse para vivir de los recuerdos depresivos y esperar la muerte.
Incluso, quien quita y si hasta pudieran en verdad curarse de uno de los peores males de la caja de Pandora.
William Styron, el escritor norteamericano amigo de Carlos Fuentes, Gabriel Garcí­a Márquez y Bill Clinton, escribió un libro intitulado “Viaje a la oscuridad” que así­ definió su viaje a la depresión.
La historia está llena de muchos famosos quienes hacia el final de los dí­as y luego de tantos años de esplendor desaparecieron del mundo, se refundieron en su departamento y hartos de las farolas, jamás volvieron al escenario y se zambulleron en la depre.
Muchos escritores dicen que los dí­as más bellos de sus vidas están en la vejez cuando pasan los dí­as y parte de las noches leyendo libros, con todo y el riesgo de hundirse en la depre.
Pero cuando cada quien ande así­, entonces, el geriatra dice que nada cura el corazón humano como buscar a otra persona más depresiva.


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