En la locura del poder se construyó templos, estatuas, monumentos, teatros y anfiteatros, porque su vanidad era insólita… Exigí­a ser adorado en vida y hasta llegó, como Vespasiano, el otro César enloquecido, a sentirse y creerse dios…

ROMPEOLAS: En el poder, su odio llegó a lo siguiente… Uno, traicionó a Tiberio, su mentor, y quien le heredara el cargo de emperador… Dos, asesinó a la familia de Tiberio, con más saña al nieto, porque era el legí­timo sucesor… Tres, ejecutó a su guardia pretoriana porque estaba seguro de que lo traicionaban… Cuatro, se convenció de que sus dos hermanas complotaban en su contra y las envió a un exilio al otro lado del reino… Cinco, ordenó asesinar a sus aliados polí­ticos porque miraba en ellos la envidia y la traición…

ASTILLEROS: En la locura del poder ordenaba a los súbditos tapizar con monedas de oro todos los pisos de su palacio… Entonces, se quitaba las sandalias y caminaba sobre las monedas para sentir en la planta de los pies la quí­mica del dinero, dueño absoluto del presupuesto… Tiberio, su mentor, a quien asesinara, le enseñó que el poder polí­tico ha de alternar con la sevicia sexual de las mujeres y los hombres, y como desde adolescente le acercó un montón de trabajadoras sexuales de las mejores casas de cita de Roma, llevó la prostitución a su palacio, únicamente para su servicio, pues con nadie las compartí­a…

ESCOLLERAS: Y en vez de hacer trí­os con las cortesanas organizaba orgí­as con un montón de ellas y él solito… Incluso, desde entonces, los emperadores y los polí­ticos encumbrados tomaban pócimas, sangre de animales salvajes, por ejemplo, para multiplicar su capacidad sexual… Fue un promiscuo sexual, sin precedente en la historia… Una vez lanzado su reinado de terror para mantenerse restableció las leyes de la traición, confiscó el dinero de los senadores ricos, multiplicó su fortuna, y destituyó a quienes se le oponí­an…

PLAZOLETA: En la locura del terror ejerció el derecho de pernada… Y de igual modo como Pedro Páramo en la novela de Juan Rulfo en alguna hacienda rural en el México revolucionario, Calí­gula seducí­a a las esposas e hijas de los funcionarios y nadie protestaba pues se exponí­an a la muerte… Y de paso, claro, recibí­an los favores del Prí­ncipe, el monarca, el tlatoani, el gurú, el tótem… Por eso entró a la historia, entre otras cositas, como un excéntrico sexual… Por ejemplo, tení­a 3 hermanas y como necesitaba un heredero, se acostó con las tres… Y sólo la menor, Drusila, la más bella, la más bonita, logró embarazarse… Y a los 5 meses, abortó… Y por decreto del emperador la nombró diosa y levantó estatuas y monumentos en su memoria…

PALMERAS: Fue ungido emperador a los 24 años de edad y se volvió un paranoico para seguir conservando el poder, pues sentí­a que todos lo traicionaban… En el último tramo de su vida, su reinado fue decadente, dominado por los banquetes, el alcohol y las orgí­as con mujeres y hombres… Calí­gula es el autor de aquella famosa frase, tan sabia, de que “los amigos han de mantenerse cerca, pero más cerca a los enemigos” y a quienes después ordenaba asesinar…