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Diario de un reportero
Sábado 10 agosto, 2019

Incontinencia verbal

La famosa declaracionitis
•Terrible mal del periodismo


DOMINGO
Diarrea verbal



Hay enfermedad fatal en el periodismo. Se llama declaracionitis. El reportero suele preguntar de todo al político y el funcionario público contesta de todo. Y sin pudor. También le llaman diarrea verbal. Incontinencia verbal. “¡Ya cállate, chachalaca!”, diría AMLO a Vicente Fox. “Amarra tu lengua”, dice el Eclesiastés. “De boca cerrada… no salen pendejadas” diría el vecino.
Desde hace muchos sexenios, ahora más recrudecida, la declaracionitis es comelitona de todos los días en los medios.
Los políticos, más mediáticos, como nunca en la historia local. Y más, por las redes sociales, los tuitazos tipo Donald Trump, los whatsaap.
En la diarrea verbal, el político está seguro de poseer la verdad. La verdad absoluta. Nadie como yo. “Yo soy el Estado”, diría Luis XIV declarado rey a los 19 años. “Y si me equivoco… vuelvo a mandar”, mejor dicho, a declarar.

Luis Velázquez

En Actopan, por ejemplo, el viernes 2 de agosto, fue asesinado de 7 balazo y el tiro de gracia el primer reportero de la era Cuitláhuac. Se llamaba Jorge Celestino Ruiz Vázquez, quien al dí­a siguiente cumplirí­a 60 años.
Entonces, el gobernador juró y perjuró justicia pronta, expedita y rápida. “Iremos por los asesinos”, dijo.
Ajá. Aplausos. Aplausos. La lengua, dice el chamán, no tiene huesos y “en la casa del jabonero… quien no cae… no resbala”.

LUNES
Las niñas se sacan la lengua…


La peor declaracionitis en los últimos 8 meses es el pleito verdulero entre el gobernador, el secretario General de Gobierno y el secretario de Seguridad Pública con el Fiscal.
El siguiente, el diálogo de un pasajero con un taxista:
--¿Trabaja de noche?
--No, desde hace varios meses sólo de dí­a.
--¿Por qué?
--La inseguridad. Ahora, hay señoras cargando un hijo que alquilan el taxi y te piden llevarlas a una colonia y de pronto te asaltan.
--Según el gobernador, la inseguridad va para abajo.
--Para abajo… su popularidad.
--¿Por qué para bajo su popularidad?
--Todos los dí­as se agarra del chongo con el Fiscal. Parecen niñas sacándose la lengua.
--¿Cree usted en el gobernador?
--¡No! ¡Me decepcioné muy pronto! Todos los dí­as hay un taxista asaltado. A veces, 2, 3. Y ninguno interpone denuncia penal. ¡No sirve de nada! Y mientras, las niñas peleando.

MARTES
“Estás conmigo o contra mí­”


La diarrea verbal es canija. Mucho daño causa a los polí­ticos. Y en el rafagueo entre sí­ han perdido la cordura, la prudencia, la serenidad, la mesura.
Por ejemplo:
Un dí­a después del asesinato del primer reportero, el góber y el secretario General de Gobierno culparon al Fiscal.
Incluso, en su momento, el reportero pidió ayuda al gobernador. Y el góber lo remitió con el Fiscal. “Es el culpable”, le dijo.
Todaví­a seguí­an velando el cadáver en el féretro en su casa en Actopan, y el góber y el fiscal seguí­an peleando, uno al otro lavándose las manos.
Y, bueno, la declaracionitis “es el pan de cada dí­a” y los medios reproduciendo los dimes y diretes.
Y más, la prensa escrita, hablada y digital tomando partido por uno de los dos polí­ticos.
En el tobogán diarreico, la advertencia de Ronald Reagan a los medios cobrando fuerza. “Estás conmigo o contra mí­” solí­a preguntar el presidente de Estados Unidos a la prensa.
Hace muchos años, la prensa se enorgullecí­a de publicar hechos concretos y especí­ficos, historias alrededor de los hechos, detalles sobre los hechos.
Ahora, sin embargo, las declaraciones (insulsas, superficiales, simples puntos de vista) dominando el paisaje mediático.

MIÉRCOLES
Estilo de gobernar


En los últimos ocho meses del gobierno de Veracruz, la declaracionitis ha significado el personal estilo de ejercer el poder en la tarea de gobernar.
Las elites polí­ticas, acusándose entre sí­ de todo y con todo.
El vaso comunicante es señalarse de pillos y ladrones. Cacareando presuntas denuncias penales en la Fiscalí­a General de Veracruz y de la República.
Lo peor del mundo, vincular a los otros con los carteles y cartelitos. El góber, por ejemplo, ligando a un cacique de Pánuco con el grupo Sombra, del norte de Veracruz. El hijo de un cacique, “curándose en salud” exigiendo se lo demuestren.
Los diputados de MORENA fracturados en dos, tres partes, y en el mejor de los casos, unos con el góber y otros en contra. Incluso, rechazando, por ejemplo, la renegociación de la deuda pública.
Y entre más tronante sea la declaración, más amarra, digamos, la noticia en portada de un medio. Y de ser posible, hasta la noticia principal de 8 columnas.
Ningún dí­a hace más feliz a los polí­ticos (y también a los reporteros) como mirar su nota informativa en portada, destacada, aleteando como una reina, una princesa, la noticia, ajá, haciendo historia.
Olvidan, no obstante, la canción de Héctor Lavoe de “tu amor es como el periódico de ayer”. En la mañana, noticia fresca. Al mediodí­a, noticia extinguiéndose, y en la tarde, noticia archivada por completo.

JUEVES
La cena de la Casa Veracruz


El sábado 3 de agosto hubo una cenita en la Casa Veracruz, de Xalapa, con salmón, sushi y vinos 3V de la Casa Madero.
El gobernador invitó a dieciséis trabajadores de la información (el G16) para dialogar, primera ocasión en los últimos 8 meses, y en ningún momento con los reporteros de la fuente, sino con los columnistas.
Entre ellos, Cecilio Garcí­a, Raymundo Jiménez, ílvaro Berlí­n, Quirino Moreno, Antonio Pino, Jair Garcí­a, Tulio Moreno y Carlos Ferráez.
Jorge Faibre, Arturo Reyes Isidoro, Saúl Contreras, Pablo Jair, Miguel íngel Cristiani, Mario Vázquez Sandoval, Manuel Rosete y un hijo de Alejandro Montano.
En la mesa, el vocero Iván Luna.
Algunos columnistas rindieron cuentas de los temas platicados. Pero según las versiones, se trataba de una contraofensiva para reordenar el desaseo oficial.
Quizá un golpe espectacular para acabar con la declaracionitis y la incontinencia echeverrista. En todo caso, el análisis de la diarrea verbal. No más entrevistitas de banqueta. No más rueditas de prensa llenas de palabrerí­a. No más sabadabas periodí­sticos.

VIERNES
Polí­ticos utilizan a los medios


Atrapado el periodismo en la declaracionitis, las elites polí­ticas usan a los medios.
Los utilizan para glorificarse. Crearse y recrearse una imagen impoluta. También para rafaguear a los enemigos. Y para ensalzar a sus jefes máximos.
Y en su momento, cuando les han dejado de servir, o tienen sustitutos, los desechan.
Llevamos, por ejemplo, ocho meses y diez dí­as de un bombardeo implacable entre el góber y los suyos y el fiscal…como si ellos fueran la gran noticia de Veracruz, la vida pública girando alrededor de ellos, y lo peor, en ninguna parte cabe la prudencia, la mesura, la ecuanimidad y la cordura.
Y cada declaración publicada hasta en la portada mediática.
Es la calidad y la grandeza de los polí­ticos. Pero también, la estatura profesional de los medios.
Una diarrea de unos dí­as, fuera de control médico, basta para sepultar a cualquier ser humano. Pero en el caso, la diarrea verbal, diarrea polí­tica, diarrea periodí­stica, entre el góber, anexos y conexos, y el fiscal, entre otros ditirambos, parece, significa, es, gasolina y leña al fuego.
El descrédito de las elites polí­ticas arrastrando el prestigio de la prensa escrita, hablada y digital.


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