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Diario de un reportero
Miércoles 24 enero, 2018

19 años y fue asesinado en Amatlán

Era lavador de autos en un local de compra-venta de vehí­culos
•Amatlán, uno de los municipios marcado por la violencia.
•En 2017, su vecina, la edecán Nancy Lucy Rodrí­guez Morales, fue ejecutada con otras dos compañeras y aparecieron en una fosa clandestina en Santa Ana Atzacan


Por ANTONIO OSORIO

La sonrisa de Carlos Eduardo es algo que nunca olvidarán sus familiares, amigos y vecinos, quienes aún lloran por el joven de 19 años. A su corta edad, trataba de ganarse la vida como lavador de autos en un local de compra-venta de vehículos, ubicado en la carretera estatal Córdoba-Veracruz, donde ocho sujetos irrumpieron y lo acribillaron, junto con otras tres personas. "Pa´ haber sabido, ni hubiera ido a trabajar ese día" exclamó uno de sus conocidos, quienes toman con cierto recelo lo que llaman criminalización de las víctimas por parte de las autoridades, luego de que el gobernador del Estado declaró que los ejecutados presumiblemente pertenecían a una banda dedicada al robo en carretera.
La mañana del viernes 19, Carlos Eduardo García se levantó temprano, como siempre, se arregló, desayunó y salió de su vivienda, ubicada en la calle Camelias, en la colonia 24 de Febrero, de Paraje Nuevo, mejor conocida como "Kuwuait", por haberse formado en 1990-->

  • Carlos Eduardo fue asesinado junto con otras tres personas en un negocio de compra-venta de autos

  • Funeral de Carlos Eduardo

  • Funeral de Carlos Eduardo

  • Funeral de Carlos Eduardo

  • Funeral de Carlos Eduardo

cuando la "Guerra del Golfo Pérsico".
Por esos años, el predio propiedad del Consorcio Azuarero Escorpión (Caze) fue invadido y el entonces dirigente de la Unión de Colonos, Inquilinos y Solicitantes de Terrenos de Veracruz (UCISVER), Benjamí­n Ramí­rez Cruz, hasta fue encarcelado en el expenal de "Allende".
Ahí­, pegado a las ví­as del tren, viví­a Carlos Eduardo con su madre, Leticia, de 38 años, sus hermanos y sus abuelos, que por años lo vieron crecer.
Cerca de las 10:30 de la mañana del pasado viernes, el joven se encontraba laborando, aparentemente en la limpieza de vehí­culos, un lote de compra-venta de vehí­culos ubicado en el kilómetro 1 de la carretera estatal Córdoba-Potrero, a unos 150 metros de la colonia Gardenias.
De pronto, llegaron tres vehí­culos blancos, de los que bajaron ocho sujetos con armas largas y cortas, con las que empezaron a rafaguear.
Los sicarios mataron al dueño del local, Andrés Aguilar Rí­os, de 31 años, así­ como a Ubaldo Aguilar Reyes, de 44, quienes habitaban en la colonia Gardenias.
Versiones señalan que Ubaldo era quien compraba los vehí­culos en Veracruz puerto y los traí­a para su venta, pero ese dí­a encontró la muerte. Su cuerpo fue trasladado a la localidad Benemérito Juárez, también llamado Palo Gacho, municipio de Tuxtepec, Oaxaca.
Junto con ellos, tambien fueron ultimados los empleados Julián López, de 30 años, vecino de la congregación Rí­o Seco, y Carlos Eduardo Rodrí­guez Garcí­a, de 19 años, quien viví­a en la localidad Paraje Nuevo.
Andrés, Ubaldo y Julián, se encontraban en un Volkswagen tipo Gol, color plata, con placas de circulación YKY-4225, y ahí­ fueron sorprendidos por el rafagueo.
Dos de ellos cayeron a los costados del coche, mientras que otro trató de resguardarse en el asiento trasero del vehí­culo, donde también fue ejecutado.
Otros trabajadores corrieron y lograron escapar por la parte trasera del inmueble, donde fueron perseguidos, pero Carlos Eduardo pretendió esconderse en una de las oficinas, donde fue alcanzado y asesinado.
Fueron más de 50 balazos que aterrorizaron y estremecieron a los vecinos, quienes a lo lejos lograron ver la movilización.
En el patio y estacionamiento quedaron decenas de casquillos y también otros vehí­culos: una camioneta Jeep Grand Cherokee, color negra, con placas YHU-7957; una Mitsubishi, gris y un automóvil Ford Mustang, rojo, con placas YHY-7990, los cuales fueron asegurados por las autoridades y quedaron a disposición de la Fiscalí­a.

"Fuiste un chico tan bueno" le dicen amigos

La pérdida de "Lalo", como era conocido, dejó una huella entre sus familiares, vecinos y amigos, quienes lloraron su muerte.
"Fuiste un chico tan bueno y lleno de sueños y expectativas, mi Lalito, sabes que te llevo en mi corazón, tantos años de conocerte y saber que con esa alegrí­a contagiabas a todos, sabes que siempre te tuve cariño, maduraste tan rápido pero siempre con una gran sonrisa y siempre positivo hijo, te nos adelantaste, pero sé que no es un adiós, es un hasta luego. Dios te espera con los brazos abiertos en la gloria, sé que estarás acompañado de mi gran amigo (A.A.R), siempre los llevaré en mi corazón", le expresó Alma Delia, una de sus amigas.
Otro de sus conocidos expresó que "siempre fue un buen muchacho, él se dedicaba de lavar coches".

Le dieron el último adiós, en un pueblo marcado por la violencia

Entre llanto y un gran dolor, familiares y amigos despidieron a Carlos Eduardo.
Unas 200 personas acompañaron el féretro gris hacia la iglesia de "Nuestra Señora de los Dolores", de Paraje Nuevo.
Se trata de la misma parroquia que el 10 de julio del año pasado recibió el cuerpo de la edecán Nancy Lucy Rodrí­guez Morales, de 26 años, que por si fuera poco era vecina de Carlos Eduardo.
Nancy fue desaparecida y posteriormente asesinada junto con sus compañeras Anahí­ González y Alma Kristell Rodrí­guez, de 19 y 17 años, cuando presuntamente pretendí­an viajar a Puebla, para trabajar como edecanes, pero sus cuerpos fueron encontrados sepultados en una fosa clandestina, en el "Cerro Matlapa", en el municipio de Santa Ana Atzacan.
De la misma manera que ella, el pasado domingo, el cuerpo de Carlos Eduardo fue llevado hasta el panteón de la localidad, que se encuentra rodeado de cerros y cañales, donde los dolientes le dieron el último adiós.
Primero, el rezo que se dejó escuchar entre la multitud, que pidió por el eterno descanso de su alma.
Luego, enmedio de la turba, se abrieron paso quienes cargaban el ataúd, que parecí­a negarse a entrar a la fosa, hasta que le fueron retirados unos adornos.
El llanto de los familiares, las palabras de agradecimiento y de despedida, de la madre, de los hermanos, de los primos, los tí­os, los amigos y conocidos, fueron acompañados por sorbos de cervezas en latas, que luego fueron lanzadas sobre el féretro, junto con flores y agua bendita.
Ahí­ se cerró la historia de "Lalo", el joven que aún es recordado por sus seres queridos por su sonrisa.


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