•Pedro Huesca Barradas, exministerio Público, y su secretario, primeras ví­ctimas identificadas en el cementerio del narco de Colinas de Santa Fe
•Hombre trabajador, motivado y de resultados, cayó en manos de los supuestos oficiales del general Arturo Bermúdez
•Procurador Amadeo Flores lo lanzó a los lobos volviéndolo Fiscal para el Veracruz Seguro; Bravo nunca hizo nada para encontrarlo y Winckler desaira a las madres con desaparecidos
•Su aparición deja al descubierto el nexo por la cadena de mando entre maleantes y policí­as para cometer abusos y desaparecer personas

Pedro Huesca Barradas y Gerardo Montiel Hernández, agente del Ministerio Público y su secretario, respectivamente, ví­ctimas de desaparición forzada en 2013, fueron encontrados sin vida en las fosas de Colinas de Santa Fe.
Este dí­a, personal de la Fiscalí­a General del estado dio a conocer a la familia de los dos ex servidores públicos, que sus restos dieron positivo entre las pruebas de ADN colectadas por la Policí­a Cientí­fica a mediados del año pasado, en coordinación con el colectivo Solecito de Veracruz.
La familia del MP, así­ como del secretario, fueron informadas que sus cráneos están entre los que han sido rescatados de la gran fosa localizada por el colectivo, y que ha sido procesada gracias al apoyo de la Policí­a Cientí­fica.
Los dos están reportados como desaparecidos desde abril del 2013, cuando supuestos elementos de la Secretarí­a de Seguridad Pública (SSP) los detuvieron en la colonia Ejidal.
En las investigaciones sobre el caso (documentadas en el libro El Infierno de Javier Duarte, del periodista Noé Zavaleta), se da a conocer que personal de la SSP, al mando del comandante Ví­ctor Sandoval, tuvieron que ver en esta desaparición, al parecer, por órdenes de un grupo de la delincuencia.
Huesca Barradas estaba asignado al Ministerio Público de la operación Veracruz Seguro, encabezada por la Marina y la SSP como estrategia para sacar al cártel de Los Zetas del Puerto Jarocho y de los municipios de la periferia.
Ciudad Cardel era una de las plazas más emblemáticas de esta organización, donde tuvo su reinado el comandante "Pirata" y El Popeye, Jesús Daniel Vargas Ramí­rez, abatido en diciembre 2012 por elementos al mando de Marcos Conde, el ex mando de la SSP que ahora está bajo proceso por delitos de desaparición forzada de cinco jóvenes de Playa Vicente.
Huesca Barradas tuvo en sus manos el haber llevado investigaciones y consignaciones de alto impacto, como los grandes golpes y decomisos que hizo la Marina tanto al Cártel de Jalisco Nueva Generación como a sus eternos rivales, Los Zetas.
Hasta ahora, su familia desconoce por qué resultó ví­ctima de desaparición forzada.
Integrantes del colectivo Solecito que estuvieron dando acompañamiento a las familias de los exfuncionarios, señalaron que ahora están a la espera de que sean entregados los restos completos de ambas ví­ctimas, pues hasta ahora lo ´único que se tienen son los dos cráneos.
"Las familias están reclamando el resto de los cuerpos, y más adelante vamos a tener otras reuniones para que nos digan de qué fosa fue sacado, para comparar nosotros y saber qué más encontramos ahí­" dijo una madre a reserva de anonimato.

CONTUBERNIO ENTRE AUTORIDADES

La aparición de los restos del ex Ministerio Público Pedro Huesca Barradas, y de su secretario, Gerardo Montiel, en fosas clandestinas de Colinas de Santa Fe, deja al descubierto el contubernio entre autoridades, concretamente de la Secretarí­a de Seguridad Pública (SSP), y criminales de los carteles de la droga para implantar el terror a costa de numerosas violaciones a los derechos humanos, el más importante, el derecho a la vida.
Es la muestra de que malos y “buenos” trabajaban de manera coordinada, bajo la misma lí­nea de mando, que apunta al ex titular de la Secretarí­a de Seguridad Pública (SSP), Arturo Bermúdez. Se trata de una teorí­a expuesta desde hace varios meses por miembros de diversos colectivos de madres en busca de sus hijos desaparecidos.
En agosto de 2016 Solecito de Veracruz presentó su primera gran brigada de búsqueda de personas desaparecidas en el puerto jarocho. El objetivo era peinar una serie de parcelas asentadas en el rancho Dos Lagunas, dentro de la reserva territorial del ejido San Julián, frente al fraccionamiento Colinas de Santa Fe. Desde hace un año, las madres traí­an ese predio en la agenda. Eran varios los informes anónimos sobre la operación de una gran fosa clandestina obra de la delincuencia en esos arenales. Luego de diversos intentos fallidos, llegaron a ellas después de que mismos delincuentes, con remordimientos de consciencia, entregaron la ubicación exacta.
Luego de los primeros resultados, en una nueva rueda de prensa, un mes después, las madres presentaron el balance y sus apreciaciones. La más fuerte, además de la confirmación del hallazgo de cadáveres, era que les quedaba claro que en la conformación de este complejo fúnebre, necesariamente, se contó con la participación y complicidad de autoridades de alto nivel.
Hasta la elaboración de las fosas, en base a la profundidad de algunas, habí­an sido efectuadas con maquinaria pesada. A esa conclusión llegaron los especialistas traí­dos de Guerrero por el grupo de mujeres que emprendieron dicho proyecto contra todo pronóstico y con mí­nimos recursos.
¿Cártel de Jalisco Nueva Generación o Los Zetas?,¿A quién pertenecí­a este complejo fúnebre?, hasta ahora las investigaciones no lo han establecido, lo cierto es que fue localizado a menos de 15 minutos de la cabecera del puerto, el municipio más importante polí­tica, social y económicamente para el estado; asiento de la 26 Zona Militar, con cientos de soldados desplegados, y de una base aeronaval así­ como una región naval.
Y por si fuera poco, una comandancia de la Policí­a Federal y el importante puerto de Veracruz, altamente vigilado para evitar el desembarque de drogas provenientes de Centroamérica.
Con toda esa presencia policial, desconocidos lograron dar muerte a docenas de personas, levantadas previamente en Veracruz, Cardel y municipios aledaños, para sepultarlas sistemáticamente en ese predio, hoy, la evocación de la peor violación a los derechos humanos en la historia contemporánea del estado, una de las más crueles historia de impunidad de México.
La acusación que no encontró eco en el anterior Fiscal General, Luis íngel Bravo Contreras, tampoco ha resonado en la personalidad del sucesor, Jorge Winckler, quien hasta el momento no ha dado con el responsable de estos hechos. Ni si quiera ha logrado ponerse de acuerdo con las representantes de colectivos sobre cómo trabajarán; y como fiscal encargado de desaparecidos, colocó a un ex duartista, recomendado de Namiko Matzumoto, actual Presidenta de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos, cuyos atropellos a las garantí­as individuales venidas del gobierno de Javier Duarte de Ochoa, le han sido indiferentes, aunque la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, en su informe de actividades 2015, ubique a Veracruz en el tercer lugar en denuncias sobre ví­ctimas de desaparición forzada, junto a Guerrero y Tamaulipas.
Hasta el ´último corte sobre el trabajo en Colinas de Santa Fe, superaban los 160 cráneos extraí­dos por la Policí­a Cientí­fica y voluntarias de Solecito.
Pedro Huesca Barradas y su secretario terminaron en patrullas de la SSP, según denuncias asentadas ante autoridades por diversos actores y familiares cercanos al caso, el pasado 13 de abril del 2013, cuando se disponí­a a ir a su trabajo. Presuntos elementos de la SSP, y una de la municipal, los privaron de la libertad. Antes los atacaron a balazos.
"Se oyeron cinco disparos", contó su madre, Griselda Huesca Barradas, a Blogexpediente, pero ella jamás se percató de lo ocurrido. Hasta horas después, cuando ya era notoria la ausencia.
Huesca Barradas estaba adscrito a la operación Veracruz Seguro, coordinada por la Secretarí­a de Marina Armada de México para sacar a Los Zetas de Boca del Rí­o, Veracruz, Xalapa y Cardel. Batalla comenzada por el gobierno de Javier Duarte de Ochoa apoyado por el del Presidente entonces, Felipe Calderón, para acabar con el emporio del sanguinario cártel de Los Zetas.
Eran dí­as de cruentas batallas callejeras. Carreteras bloqueadas por enfrentamientos entre militares, marinos y sicarios. Calles y negocios vací­os porque la muerte paseaba tranquilamente perfumada a pólvora y sangre.
Datos del Secretariado Ejecutivo para el Sistema Nacional de Seguridad Pública, documentan más de dos mil homicidios dolosos entre 2010 y 2013. Las personas, supuestamente colaboradores de la mafia, otros inocentes, eran abandonados en calles de Veracruz y Boca del Rí­o. En cunetas, predios rústicos, casas de seguridad, en la batea de alguna camioneta. Los dí­as sórdidos para la ciudad corroí­da por la delincuencia y purgada con balas y desapariciones forzadas y otras aplicadas por civiles.
Huesca Barradas era el hombre que consignaba todos esos casos. La existencia de Huesca Barradas en ese cargo resultó en grandes golpes asestados por la Marina tanto a Los Zetas como a sus férreos enemigos, el Cártel de Jalisco Nueva Generación.
Dí­as previos a su desaparición, se generaron reportes sobre el levantón a unos 60 jóvenes en la zona de Cardel y Úrsulo Galván, muchos de ellos no regresaron.

TODO APUNTAN A LA SSP

Durante la ronda de declaraciones de los policí­as detenidos en Tierra Blanca por la desaparición forzada y homicidio de cinco jóvenes de Playa Vicente, un año atrás, uno de ellos, Rubén Pérez Andrade, ya daba indicios del fatí­dico destino del MP y su subordinado.