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Viernes 23 diciembre, 2016

Abel Cuevas, a prueba

•La silla maldita
•Lastre educativo

PASAMANOS: El currí­culo de Abel Cuevas es tan sólida que, digamos, la Oficialí­a Mayor de la secretarí­a de Educación serí­a apenas, apenitas, una caricatura.
Y más si se considera la sillita que ocupa, luego de Édgar Spinozo Carrera, Gabriel Deantes Ramos y Vicente Bení­tez, el trí­o, quizá, acaso, más siniestro del duartismo.

Luis Velázquez

Édgar Spinoso: dueño de una fortuna calculada en más de tres mil millones de pesos. Aviones. Helicópteros. El rancho más moderno y modernizado de Veracruz. Con más de 2,500 pies de crí­as en un momento determinado. Casi casi dueño del mayor número de lotes en fraccionamientos residenciales.
Una frase lo dibuja: En Veracruz hay irascibilidad social, dijo, “porque todo nos chingamos”. Y todo es todo.
Gabriel Deantes: genio electoral de Duarte, prófugo de la justicia desde hace 68 dí­as, inventó que su padre le heredó 39 millones de pesos para justificar su enriquecimiento ilí­cito y que llevara al ex Fiscal a expedir una orden de aprehensión, por ahora, ¡oh paradoja!, incumplida.
Vicente Bení­tez. Sus apodos lo retratan tal cual. “El hombre de las maletas voladoras”, para describir el viajecito de 25 millones de pesos, billetes de 500 y mil pesos, nuevecitos, amarrados con ligas, en avión oficial de Xalapa a Toluca, según para la campaña electoral de Enrique Peña Nieto.
“El profe de las tangas eróticas” para referirse a los exámenes de admisión que con los suyos aplicaba a las maestras recién egresadas para una plaza en la SEV.
“El prí­ncipe de Costa Rica”, para describir su riqueza en tal nación del continente de donde es originaria su esposa y quien, oh sorpresa, se acaba de amparar, temerosa, quizá, de que la Yunicidad la detenga.
Un dí­a, como Oficial Mayor de la SEV, compró una bodega en Xalapa en diez millones de pesos y al dí­a siguiente la habí­a alquilado a la misma secretarí­a de Educación.
Tal cual es la sillita, ¡vaya sillita!, que usufructúa Abel Cuevas.
Cuidado, la conseja popular dice que “en la casa del jabonero… el que no cae resbala”.

BALAUSTRADAS: Abel Cuevas, sin embargo, se entenderí­a que tiene un prestigio, un nombre, que cuidar.
Por ejemplo: dos veces fue diputado federal, en una travesí­a de las cuales se hizo amigo del lí­der de la bancada panista en el Congreso de la Unión llamado Felipe Calderón Hinojosa.
Incluso, formó parte de “la burbuja” calderonista en el Poder Legislativo federal.
Y cuando Calderón entró a Los Pinos primero fue Oficial Mayor de la secretarí­a de Gobernación con Juan Camilo Mouriño, quien estaba llamado a la candidatura presidencial.
Luego, fue ascendido a Oficial Mayor del presidente de la república.
Por eso quizá habrí­a sido nombrado Oficial Mayor en la SEV donde el titular es el ex diputado federal, Enrique Pérez Rodrí­guez, más famoso en el paí­s por la dirección de Prevención y Readaptación Social federal, tiempo cuando Joaquí­n “El chapo” Guzmán Loera, se fugara de un penal de alta seguridad.
Con todo, es la tercera ocasión en que Cuevas Melo se desempeña en una Oficialí­a Mayor, y, bueno, quizá en el fondo desearí­a que dejen mirar su cara de Oficial Mayor, pues sentirí­a merecedor de un destino superior.
Ahora, claro, su capacidad polí­tica estará en carril estelar, porque según la ley le corresponde llevar el trato institucional con los sindicatos de la SEV y que suman, según parece, unos dieciocho.
Pero todaví­a más: desde hace unos 30 años, la SEV parece rehén del cacique magisterial, Juan Nicolás Callejas Arroyo, dueño de la sección 32 del SNTE.
Y, bueno, ya se sabrá si la Yunicidad se doblega al cacique, como ha sucedido con cinco gobernadores seguiditos, una tras otro, y que entre otros pri/vilegios le han otorgado seis diputaciones locales y federales, siempre fast track, por dedazo, además de la curul para su hijito, el Callejitas, acusado por una prima de acoso sexual, quien le pidió “las nalgas” (así­ dijo la chica en sesión parlamentaria) a cambio de una plaza, como todo, digamos, un maestro erótico italiano.

ESCALERAS: A todos los jefes máximos en la secretarí­a de Educación les ha valido el grave pendiente social:
Uno. Los 600 mil analfabetos de 14 años de edad en adelante que no saben leer ni escribir.
Dos. El millón de habitantes de Veracruz con la escuela primaria inconclusa.
Tres. El millón de habitantes con la escuela secundaria a medias.
Cuatro. Los 600 mil paisanos con el bachillerato abandonado.
Cinco. De cada cien egresados de la primaria sólo diez llegan a la universidad y únicamente uno se titula.
Seis. Veracruz, en el número dos de la población nacional ni-ni, que ni estudia ni trabaja.
Siete. Veracruz, en el sótano de la calidad educativa, donde el único diploma es el primer lugar nacional bailando “El querreque” y “El tilingo lingo”.
Ocho. Las universidades, convertidas en fábrica de desempleados y subempleados con salarios de hambre.
He ahí­ la tarea de Enrique Pérez Rodrí­guez y Abel Cuevas Melo, con todo, incluso, y los latrocinios de Javier Duarte y compañí­a.
Bastarí­a recordar a José Vasconcelos, cuando en la secretarí­a de Educación Pública del presidente ílvaro Obregón lanzó con saliva el gran movimiento evangelizador (maestros y estudiantes) para leer a los clásicos, de tal forma que primero los imprimió en papel revolución y luego los regaló y de inmediato operó la cruzada cí­vica, de tal forma que se leí­a hasta debajo de los árboles.
Y es que el punto de partida de toda acción polí­tica, educativa y social es la voluntad expresa para hacer las cosas… en vez de lamentarse que Javier Duarte saqueó las arcas, la economí­a y las finanzas.
Claro, alcanzar la estatura gigantesca, plena de autoridad moral, social y polí­tica de Vasconcelos significa volver a nacer.


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