Plantón de galleros en el Congreso
Texto y fotografía por Yerania Rolón
•Criadores de gallos se manifestaron enfrente del Congreso
•Exigen a los diputados frenar la prohibición de las peleas
•Aseguran que miles viven de esta actividad y está en riesgo su patrimonio
Miguel íngel Martínez Lacio, originario de Pánuco, asegura que la cría de gallos de pelea es su única fuente de ingresos y sin ello no podría mantener a sus tres hijos y a su esposa.
"Todo Veracruz unido por la cuarta fuerza económica del país. Galleros de las Huastecas" se lee en la pancarta que sostiene junto con otro compañero.
Por eso, al igual que cientos de galleros de la zona norte del Estado, se manifestó en el Congreso local para pedir que se vuelvan a legalizar las peleas de gallos, ya que desde el pasado 7 de noviembre se prohibieron en Veracruz en la Ley de Protección de los Animales.
Lo anterior pese a que la organización de palenques, de acuerdo a datos oficiales, generan una derrama económica estimada por más de 8 mil 600 millones de pesos anuales.
Pese a los nuevos tiempos con los que esta actividad comenzó a criticarse, los criadores afirman que en Veracruz se encuentran los productores más grandes de toda la República y es una actividad que genera ingresos para miles de familias directa o indirectamente.
"Nos quieren prohibir las peleas de gallos en el Estado de Veracruz y la gente que nos acompaña forma parte de la familia gallística y perderían sus trabajos".
Martínez Lacio asegura que con la prohibición no sólo los que se dedican a las peleas de gallos se verían afectados, sino también quienes proveen materiales para que estas se realicen y los criadores.
"Dentro de la comunidad gallística están las meseras, corredores, soltadores de gallos, afiladores de navajas, vendedores de alimentos y muchos más que perderían sus empleos si se prohíben las peleas".
Él lleva 22 años trabajando con gallos, incluso cuenta que de esta forma pagó su licenciatura en Pedagogía en una universidad de Tantoyuca.
"Yo pagué mi carrera de la pelea de los gallos, pero no ejercí porque el gallo me da más que esa profesión".
A pesar de que las ventas no siempre son altas, en un mes bueno Miguel íngel gana aproximadamente 20 mil pesos, pero indica que los salarios son inestables.
Al crecer en la zona huasteca en donde la mayoría de los habitantes se dedican a cosas relacionadas con los gallos, Miguel recuerda con una sonrisa su infancia, pues fue desde entonces que le ganó el gusto.
"Yo era niño y me asomaba con los vecinos para ver cómo trabajaban sus gallos o cómo jugaban y de ahí fue como empecé, aprendí de eso (…). Tenía ocho años y en aquellos tiempos se acostumbraba a dar los domingos y juntando domingo a domingo fue como me hice de mi primer gallo, se lo compré a mi vecino".
Su primer gallo lo obtuvo a base de perseverancia, como todo lo que ha adquirido a lo largo de su vida, por lo que se le hace injusto perder su empleo por decisiones de terceros, al igual que cientos de personas que reclaman que no proceda la prohibición, alertando que con esta lo único que se provoca es que esta actividad se realice en la clandestinidad.