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Martes 13 diciembre, 2016

Carreteras: llenas de baches y muertes

•Un bache en el sur de Veracruz acabó con su vida un mes antes de su cumpleaños

•La autopista federal 180 da el recibimiento a los conductores como sólo Veracruz sabe: llena de deslaves

•El último tramo de “puerta del sureste”, escenario de accidentes y muertes por sus pésimas condiciones

•Alcalde convocó a desfile a estudiantes de comunidad rural sin ayudarles y con 15 kilómetros infernales/Reportaje de Violeta Santiago

  • Un bache en el sur de Veracruz acabó con su vida un mes antes de su cumpleaños

  • Yahaira Jazmín Almeida Rodríguez tenía 15 años cuando falleció atropellada

  • Yahaira Jazmín Almeida Rodríguez tenía 15 años cuando falleció atropellada

  • Yahaira Jazmín Almeida Rodríguez tenía 15 años cuando falleció atropellada

Tres jóvenes hermanas abordan una motocicleta. Aunque peligrosa, es el único medio que tienen para llegar a salvo a la comunidad rural en la que viven. Vienen sonriendo por haber participado en un desfile, pues ¿qué mayores preocupaciones se tienen a la temprana edad de 14 y 15 años?

La carretera luce vací­a, y luego, en pocos segundos, una de ellas voltea y observa cómo un tráiler serpentea y se dirige con rapidez contra ellas. Todo pasa muy rápido. Las menores salen volando, mientras observan cómo la conductora sale entre los neumáticos de la pesada unidad.

”“¿Yahaira? Implora una de ellas con un hilo de voz, a su lado, observándola tendida sobre el negro asfalto. Pero la hermana mayor no contesta.

Yahaira Jazmí­n Almeida Rodrí­guez tení­a 15 años cuando falleció atropellada en la Carretera Costera del Golfo, en el tramo Coatzacoalcos”“Villahermosa de la ví­a de comunicación federal. A pesar de estar surcada por casetas de cobro y ser conocida como “la puerta del sureste”, pues se trata de la única ví­a federal que conecta el estado de Veracruz con Tabasco y el resto del sureste mexicano, se encuentra en pésimas condiciones.

Los huecos que prevalecen entre el kilómetro 38 y hasta el 27, zona que se encuentra dentro del territorio del municipio de Agua Dulce, son suficientemente grandes como para sacar una pipa, un tractocamión o un automóvil por igual. El accidente más pequeño que puede ocurrir es perder un neumático, pero ya han sido varios incidentes en los que el resultado ha sido más que una llanta ponchada: una vida.

Las tres jovencitas viví­an en el poblado de Los Manantiales, perteneciente al municipio de Agua Dulce, Veracruz. La comunidad agrí­cola ubicada casi en el lí­mite con Tabasco reúne a unas 2,500 personas y su único acceso está en la carretera Villahermosa”“Coatzacoalcos. Yahaira estudiaba el primer año en el telebachillerato del lugar, mientras que sus hermanas, las gemelas Azalea y Dalia, de 14 años de edad, lo hací­an en la telesecundaria.

A pesar de que este poblado se encuentra alejado de la cabecera municipal y de que, para llegar hasta la ciudad, se necesitan recorrer unos 5 kilómetros de carretera federal y 10 kilómetros de carretera estatal, las hermanas menores y otros 60 alumnos de la telesecundaria fueron convocados por el Ayuntamiento de Agua Dulce para participar en el desfile conmemorativo del 20 de noviembre, que se pospuso para el jueves 24 de noviembre debido al mal tiempo.

Por supuesto, no se les proveyó de transporte; además, narrarí­as las gemelas más tarde, fueron presionadas por su maestra para asistir, pues de lo contrario “nos iban a bajar puntos”.

La noche antes del accidente, Loyda Rodrí­guez Flores, madre de las tres hermanas, les prohibió a sus hijas menores que asistieran al desfile en Agua Dulce, pues consideraba que serí­a peligroso trasladarse hasta allá. “Yo no querí­a que fueran, así­ que ellas estaban molestas. Siempre nos abrazábamos; Yahaira era muy cariñosa, pero esa noche no platicamos tanto”.

Por el contrario, como suele hacerlo una adolescente, la joven de 15 años que intentó convencer a sus madre para llevar a sus hermanas a desfilar, se desahogó en Facebook. Me siento “harta”, señaló en el estatus y agregó “Bla, bla, bla, bla”.

TRAMPAS MORTALES

Al dí­a siguiente, el jueves 24 de noviembre, las tres hermanas, cuenta su madre, “dijeron que era mejor pedir perdón que pedir permiso” y se salieron temprano para ir a desfilar. “La más grande se las llevó. A las 7 de la mañana ya no estaban y yo tení­a un presentimiento, me puse histérica. Las tres chamacas en la moto. Estaba yo renegando en mi corazón y diciendo ”˜pinche maestra, puede ocasionar una desgracia”™”.

Las hermanas no acudieron hasta Agua Dulce en motocicleta, sino que este medio de transporte sólo lo usaron para salir de Los Manantiales, debido a la falta de un sistema eficaz para los pobladores del lugar. Dejaron la unidad en el café en donde la joven trabajaba y de ahí­ se fueron en taxi hasta la ciudad.

A las 13:00 horas que terminó el desfile, las niñas retornaron contentas por no haber faltado. Llegaron al café y subieron a la motocicleta para regresar a casa. Apenas habí­an enfilado un par de cientos de metros, pasando el entronque a Las Choapas, cuando una de las hermanas pequeñas vio que un camión vení­a serpenteando.

“El tráiler iba en el carril de alta, no habí­a más coches ni nada. En eso volteé y vi el camión. Fue muy rápido, no me dio tiempo de decirle a mi hermana”, narra una de las niñas. La unidad de color blanco lanzó a las gemelas por los aires, mientras que Yahaira fue atrapada por los neumáticos para luego ser arrojada con fuerza contra el pavimento.

Sin sangre a la vista, la adolescente quedó tendida en el acotamiento; a su lado quedaron unos pompones de rafia verde. Su respiración era lenta y entrecortada. “¿Yahaira?”, logró preguntar una de las niñas al ver la escena, mientras que la otra gemela intentaba, a gritos, llamar la atención de los conductores. “Pero no nos ayudaban, los que nos veí­an pasaban grabando con su celular, pero no se detení­an”.

Finalmente un trailero las ayudó, aunque ya era demasiado tarde. Cuando la ambulancia llegó al lugar, habí­a pasado al menos media hora y Yahaira ya habí­a fallecido. Una de las niñas fue trasladada al Hospital General de Las Choapas, mientras un habitante de Los Manantiales llevó a otra de las niñas hasta su casa.

Cuando Loyda vio a su hija menor caminar hacia ella, esa tarde, se le vino el alma a los pies. “Mami, un accidente. Mi hermana…” logró articular la niña. “Y entonces yo pensé sólo con verla: Dios mí­o, mi hija, ya está muerta”.

Con todo el dolor de su corazón, la mujer que por igual “agarra un pico o una pala”, salió a buscar al responsable del accidente en un taxi, pero logró enterarse a través de vendedores de cotorros que se colocan a orillas de la carretera que el trailero no llegó a la caseta ubicada tras el puente Tonalá, en Tabasco, sino que se dio la vuelta para retornar a Veracruz y darse a la fuga. “Es causa del mal estado de la carretera, si no estuviera en tan mal estado, mi hija estarí­a viva”, comenta al referirse que la muerte de su hija pudo haberse evitado.

SALIR DE LOS MANANTIALES

Yahaira soñaba con ser criminóloga y habí­a tomado un trabajo en una cafeterí­a ubicada sobre la carretera para sacar adelante sus estudios; el 25 de diciembre habrí­a cumplido 16 años. La motocicleta era su único medio seguro de transporte, pues el camino de casi 3 kilómetros para salir del poblado y llegar hasta la carretera federal es inseguro a pie. Sin el vehí­culo de motor, tendrí­a que gastar 10 pesos tan sólo para salir de Los Manantiales en un “mototaxi” y, después, esperar a que un autobús pasara para llegar hasta el trabajo, unos 3 kilómetros más adelante y unos 10 pesos más. En total, ida y vuelta, al dí­a se habrí­a gastado cerca de 40 pesos, aunado al peligro por las noches en los autobuses foráneos y a que, muchas veces, estos pueden llegar a demorarse hasta 2 horas en pasar.

Aunque las hazañas de los pobladores de Los Manantiales puedan verse imprudentes, no existe algún medio de transporte seguro, económico y directo que los pueda llevar hasta la cabecera municipal. Este es el mismo viacrucis al que se enfrenta el resto de los pobladores para visitar otras ciudades y poder acceder a mejores servicios de salud o educación superior, adquirir productos o recibir dinero, pues en la comunidad ni siquiera existe un cajero automático.

Precisamente, apenas el 7 de julio de 2016, una mujer de 76 años de edad llamada Flora Alfonsí­n Nicanor, cruzó la carretera federal para dirigirse a Tabasco, pues iba a recoger una remesa que le habí­a enviado su hijo desde Estados Unidos. Sin embargo, el conductor de un autobús de pasajeros de la lí­nea SUR no la vio y arrancó justo cuando la mujer llegaba al acotamiento, arrollándola y quitándole la vida en el acto.

También en años anteriores se han registrado tragedias similares: en el 2014, un niño salió impactado luego de que la motocicleta en la que viajaba con su padre fuera sacada por un tráiler. Más atrás, en el 2009, un tráiler se llevó retén de la Policí­a Estatal (SSP), causando la muerte de 6 elementos. De forma similar, en aquel entonces el vehí­culo intentó librar un hueco, viró y atropelló a los policí­as que estaban sobre el acotamiento.

“En los últimos 5 años hemos tenido al menos 6 fallecimientos de pobladores. Nos urge un puente peatonal y nos urgen que reparen la carretera. La gente tiene miedo hasta de pararse en la orilla a esperar un camión porque los tráilers vienen ”˜desbandados”™, se van encima”, sentencia el subagente municipal de la comunidad, Tomás Gutiérrez Gómez.

SER FUERTE

Loyda Rodrí­guez trabaja como ayudante de “fierrero” en una compañí­a, por lo que asegura que por igual utiliza un pico, una pala o un machete. Desde que sus hijas eran muy pequeñas, su esposo se fue y ella se hizo cargo de toda su familia. En estos dí­as ha abandonado su trabajo para cuidar a las gemelas, que ahora deben acudir a un tratamiento psicológico, luego de haber visto morir a su hermana de tal forma.

Lo que sí­ quiere recuperar es el teléfono celular de su hija, con sus fotografí­as y recuerdos. Cuando la joven falleció, habí­a pasado al café y cobró su salario. “La Policí­a según recogió las cosas. Pero los peritos (de la Fiscalí­a General del Estado) dijeron que no les habí­an entregado nada más que una cartera vací­a” y ningún teléfono.

La ciudadana de Los Manantiales también debe enfrentar los gastos y la burocracia de la muerte para recuperar la motocicleta de su hija, que está en el corralón. Ni siquiera tiene los recursos para seguirla pagando a Elektra, por lo que apenas la recupere, la devolverá a la tienda.

Yahaira no podrá ver más los letreros a lo largo del camino en donde se anuncia la (millonaria) inversión y reparación de la Costera del Golfo, irónicos, mientras que Veracruz le da la bienvenida a los foráneos en el sur con una autopista que pareciera haber sufrido una lluvia de meteoritos.

Aunque Loyda parece firme, es una madre destrozada. Sus hijas también lo están. Pasaron de ver sonreí­r a una joven llena de vida y de sueños a observar su cuerpo inerte, destrozado por dentro, porque un tráiler tuvo que esquivar uno de los numerosos huecos de la carretera bajo el cargo de la Secretarí­a de Comunicaciones y Transportes (SCT), la dependencia del mismo Gobierno Federal que dice que “las cosas buenas casi no se cuentan, pero cuentan mucho”. Para ella contó todo.


1 comentario(s)

Zorro Plateado 14 Dic, 2016 - 13:47
Este tipo de muertes también se deben contabilizar en los haberes de los sinverguenzas políticos encargados de dar mantenimiento a los caminos y puentes. Solo saqueo es lo que se ve. Pero que tal para cobrar por estas inmundas autopistas?

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