El cochinero de las notarías
•Aval a empresas fantasmas •”El año de Hidalgo"
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Por lo pronto, la Comisión Nacional de Justicia Partidaria del PRI incluyó a un par de notarios públicos (Israel Ramos Mange de Alvarado y Daniel Cordero Gálvez de Nogales) en la lista negra para retirar sus derechos partidistas en el tricolor...camino a la expulsión.
Luis Velázquez
El par, como tantos otros en el sexenio sórdido de Javier Duarte, JD, avalaron la creación de empresas fantasmas que el duartismo inventara para cobrar obra pública inexistente.
Pero desde luego, la punta del iceberg es más amplia e incluye a otros notarios, como son Alberto Javier Robles Mijares y Gabriel Alejandro Cruz Maraboto, del puerto jarocho.
Fernando Montes de Oca Zárate, de Medellín, y su padre, Francisco Montes de Oca López, de Córdoba, ex diputado local en el sexenio de Agustín Acosta Lagunes.
También figura Luis Manuel Rodríguez Quirasco, con sede en el puerto de Veracruz.
Se ignora, por ahora, si ellos son militantes del partido tricolor, pues de ser así, la guillotina les caerá.
Y aun cuando ellos han publicitado que sólo cumplieron la solicitud de un cliente, "haiga sido como haiga sido", acusaron recibo de unas empresas sórdidas armadas en el viaje sexenal de JD, simple y llanamente, para "ordeñar la vaca", pues en algunos casos, la ubicación de las empresas son un simple lote baldío.
Lamentable por todos lados, porque los notarios, que han de dar fe de los hechos, fueron timados por los duartistas beneficiados con el enriquecimiento ilícito y el peculado como investiga la Procuraduría General de Justicia de la nación a varios funcionarios públicos y políticos y amigos y hasta familiares, en total 34 personas ligadas al góber tuitero.
En todo caso, ellos que han de dar testimonio de la buena fe de las personas fueron sorprendidos con la mala leche, la mala fe, de la generación duartista en el poder sexenal.
Y por añadidura, el descrédito para un Colegio de Notarios que en otro tiempo significaba el más alto respeto, incluso, la misma devoción con que se trata a los médicos, y más ahora cuando hay doctores graduados en la Universidad del Internet.
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Peor tantito: diríase que algunos de tales notarios fueron sorprendidos, pues se trata de jóvenes abogados a quienes la notaría les llegó vía el tráfico de influencias, a través del padre político.
Y como la concesión fue por dedazo, entonces, si favor con favor se paga, sólo les quedó avalar lo que desde su origen era, es, ilícito.
Ya de por sí, las notarías se han prestado desde hace varios sexenios a un sórdido rejuego político, donde el famoso examen notarial vale un cero a la izquierda.
Por ejemplo, cuando hacia finales del sexenio anterior, el góber fogoso fue presionado por sus colegas políticos y la elite del Colegio de Notarios para más concesiones, simple y llanamente tomó una decisión salomónica, la siguiente:
Repartió como volantes impresos en papel revolución más de cien notarías, duplicando las existentes.
Así, otorgó, en efecto, notarías a los hijos de los notarios para garantizar su futuro, y al mismo tiempo, notarías para los políticos y sus cuates.
Fue la misma jugada populista que aplicó con las concesiones de taxis, saturando el mercado.
Una frase del notario Gustavo Arróniz Zamudio devela el trámite burocrático de las notarías:
"Yo no soy un pendejo para estudiar 5 mil hojas para el examen notarial. La mía, como la de todos, fue por dedazo".
Ahora, cuando el CEN del PRI puso el dedo en la llaga purulenta de unos notarios prestándose a las tropelías, desacredita y desprestigia por completo el oficio y la profesión.
Bastaría referir que una diputada local, la priista Belem Fernández del Puerto, reprobó el examen notarial en tres ocasiones y no obstante, el secretario General de Gobierno tiene lista su concesión.
En contraparte, la ideóloga educativa de Javier Duarte, Dominga Xóchitl Tress, quiso la candidatura pluri del PVEM a la curul local y en el tribunal electoral fue descalificada, soñó con la notaría y reprobó el examen, aun cuando todo podría ocurrir.
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Desde Herodoto, 450 años de Cristo, el fin de cada sexenio se conoce como "el año de Hidalgo", aun cuando la circunstancia puede darse desde antes, como dijera el diputado federal, Édgar Spinoso Carrera, de que "todo nos chingamos".
Y de igual manera como las arcas son saqueadas (con Javier Duarte fueron desde el primer año), y el góber en turno solicitara un préstamo millonario al cuarto para las doce (también fast track, dada la servidumbre de los diputados locales), se concita el reparto de las notarías y las placas de taxis.
De hecho y derecho, todo mundo relacionado con la elite política en el sexenio que se va entra a la ordeña.
Plazas burocráticas, plazas magisteriales, concesiones, bonos de salida, cesión de terrenos públicos, figuran entre la gigantesca y enorme lista de los privilegios.
Fue el caso, por ejemplo, de las 40 y tantas empresas fantasmas que el duartismo creó al vapor y que el portal digital, Animal político, publicara en exclusiva y que la Procuraduría General de la República tomara como punta del iceberg para armar su investigación en contra del góber tuitero y los suyos sobre enriquecimiento ilícito, peculado e incumplimiento del deber.
Y en donde varios notarios se prestaron al juego.
Por eso mismo, resulta impresionante el silencio del honroso Colegio de Notarios que ni una palabra ha pronunciado, quizá porque su presidente negoció una concesión para su esposa.