Superman para alcalde de Veracruz
•Los políticos se creen populares, seguros de que basta para ganar en las urnas
•Si eso fuera, el Pato Donald ocuparía una curul en el Senado de Estados Unidos
•Las barbies mediáticas que fueron derrotadas
•Javier Duarte, del paraíso al infierno electoral
•Héctor Yunes decía que era el más limpio y el más honesto y perdió
Los políticos han creído que el mejor candidato a un cargo popular es quien tiene la más alta popularidad. Pero han vivido equivocados. Y por eso, incluso, la doble derrota del PRI en Veracruz el 5 de junio, cuando perdiera la gubernatura y el Congreso local.
Incluso, si la popularidad fuera la regla universal, Superman o Batman o La Mujer Maravilla estuvieran en el Senado, de
Luis Velázquez
igual manera como Orson Welles decía que el Pato Donald sería miembro del Congreso norteamericano.
Por ejemplo, alguien por ahí descubrió que Ana Guadalupe Ingram, con su carita bonita, delgadita, flaquita, cuerpecito fit, revelación priista de todos los tiempos, tenía todo para ganar… pero fue derrotada en las urnas por una mujer azul que ni siquiera hizo campaña porque estaba embarazada.
Fue el mismo caso, por ejemplo, de Karla Guadalupe Enríquez Merlín, quien según el reportero Ignacio Carvajal tiene “piel y cara de ángel”, lanzada para la curul por el distrito de Cosoleacaque, a quien también la candidata de Morena, una desconocida, le ganó en las urnas.
En términos generales nunca hay ley escritas como pócimas para triunfar en la vida. Carlos Slim, por ejemplo, sabía que sería el hombre más rico del mundo desde que a los 8 años de edad empezó a vender dulces a la hora del recreo en la escuela primaria.
Pero en cambio, otros trabajan duro y tupido toda la vida, desde antes de que el sol sale y hasta que la luna alumbra el surco, como los campesinos, por ejemplo, y “del corredor no pasan”.
Así, por más capaces en sus trabajos, por más decentes en su vida pública y hasta privada, por más generosos que un político parezca cargando niños en los brazos, por más lana con cargo al erario que repartan, por más publicidad en los medios, por más veces que aparezcan en la tele, por más selfies, por más facebook que abran, por más narcisista y megalómano que sea un candidato, nadie ha podido adivinar la reacción de un elector cuando está en el momento decisivo ante la boleta electoral.
Incluso, en el tiempo que se vive, ni siquiera ya la compra de votos significa una garantía, así la iglesia esté a favor o en contra, pues eso de que el PRI, por ejemplo, perdió la gubernatura en siete estados por culpa de la elite eclesiástica es, como dice el filósofo Vicente Fox, “una mamada”.
POLíTICOS MESIíNICOS
En los días que corren muchos políticos están acelerados soñando con la candidatura a la presidencia municipal de sus pueblos, toda vez que hacia el mes de octubre, más o menos, iniciará el proceso electoral, en tanto hacia la primavera del año entrante el humo blanco emergerá de cada partido con el nombre de su nominado.
Cada uno se cree y siente el favorito, casi casi el mesías, para que su partido lo elija, y muestran la última encuesta a modo, traje a la medida, donde su índice de popularidad es más alto, digamos, que santa Teresita de Calcuta, asegurando que ya tienen “en la bolsa” la silla municipal.
Hay quienes, por ejemplo, en la campaña electoral anterior utilizaron una botarga para, digamos, hacer reír a la población electoral, y están seguros de que su alta votación se debió, entre otras cositas, a su capacidad histriónica y están pensando en repetir el modelito, porque dejarán la curul federal por el trono edilicio, donde, caray, tendrán presupuesto millonario a sus órdenes.
Soy el más honesto, dicen unos. Soy el más limpio, repiten. Soy “el niño de dieces” alardean. Soy el puntero, claman. Soy la salvación de Veracruz, gritonean.
Y por el tanto, el ciudadano común y sencillo se pregunta si hasta estarán parafraseando a Donald Trump cuando, por ejemplo, grita que los migrantes latinos son unos violadores y unos narcotraficantes y unos asesinos, en tanto a las mujeres les llama “cerdas, perras y guarras”.
VIVIR A SALTO DE MATA
Si es cierto que “dinero mata carita” como dicen a propósito de los galanes, entonces, la llamada popularidad es un recurso truculento y engañoso que suele descarrilar a muchos políticos.
Que nadie, por tanto, subestime a la población electoral de Veracruz que si en el año 2010 llevó a Javier Duarte a la silla embrujada de palacio, ahora está terminando con la
popularidad descarrilada, sólo beatificado por la elite eclesiástica que le da trato de mesías porque les cumplió con la ley anti-aborto, a pesar, incluso, del rechazo de la ONU y la UNESCO.
Bastaría referir que el góber tuitero anda a salto de mata, eludiendo eventos públicos por temor a ser abucheado.
Más aún, su Barbie Ana Guadalupe Ingram le ha marcado una raya, digamos, especie de deslinde, y también la ideóloga educativa, Dominga Xóchilt, quien vacacionando en Cancún con cuatro amigas mostró al mundo una cartulina con una leyenda que decía: “Estoy soltera”.
Popular, digamos, fue Lupita Dalessio y “La tesorito, Laura León”, y ya nadie las recuerda. De vez en vez, alguien por ahí se acuerda de María Félix, con todo y su “María Bonita”. Nada queda de Fernando Gutiérrez Barrios ni de Patricio Chirinos.
Todo, pues, se vuelve efímero. Efímera, pasajera, incluso, la vida del hombre. Pero si los políticos quieren brincar a una presidencia municipal de Veracruz, que es de 4 años y en la que pueden reelegirse durante 16 años más, han de recordar que para “bailar la bamba… se necesita un poquito de gracia y otras cositas”… más allá de la popularidad.
Y que, incluso, ni siquiera teniendo de vidente a Fernando Vázquez Rigada, egresado de Harvard donde estudió con beca de CONACYT tramitada por Fidel Herrera Beltrán, se tienen veinte y las malas para ganar.
Además, ningún político, sea quien sea, es el héroe imaginario que salvará el mundo ni “el antídoto a todos los males de la tierra” como dice John Carlin.
Con frecuencia, sentados en la silla embrujada de palacio se vuelven luzbeles.