Y más cuando descubrió que, en efecto, el hombre faltaba a dormir en las noches, tal cual el tí­tulo de la novela de Elena Poniatowska: “Sólo de noche vienes”.

La mañana del 2 de diciembre lo esperó, y cuando quizá, argumentó que regresaba de misa de las 6 de la mañana, le reclamó la ausencia de amor en la intimidad y en los dí­as y las noches.

Y se armó la discusión con Esteban Reyes Zamudio.

El hombre tomó un machete para callarla. Pero ella tomó un cable conductor de electricidad y se lo enrolló en el cuello… hasta asfixiarlo.

Ahogado, ahorcado, “lo arrastró hasta la parte trasera de la casa, lo metió a una tina, lo cubrió con un poco de basura y ropa y se fue de la casa”, según describe el corresponsal Marcelino Pablo Garcí­a.

Los policí­as la ubicaron y luego de confesar el crimen fue detenida y sujeta al proceso penal.

El asesinato fue, ni modo, por la infidelidad del hombre.

Ella fue más rápida que él, pues de lo contrario, estarí­amos ante un nuevo feminicidio en Veracruz, donde tantos colectivos y ONG claman la Alerta de Género.

Nadie pensarí­a, claro, que la hora de la sublevación femenina ha llegado y, por tanto, de aquí­ pa”™lante, cada marido infiel, cada novio infiel, tenga como advertencia el caso de Marí­a del Socorro.

Incluso, y que ante la violencia intrafamiliar, toda vez que a las mujeres aquí­, en la tierra jarocha, las matan a base de madrazos, también cada una se hiciera justicia por sí­ misma y comprara para tener a la mano un cable conductor de electricidad para estrangular a la pareja si intenta su furor en contra de ella.

Por lo pronto, una de harina por las que van de cal.

2

La literatura policiaca, y también romántica, están llena de historias donde la mujer se venga de la pareja infiel.

Por ejemplo, entre los crueles, la señora argentina, quien cuando su esposo dormí­a la borrachera le cortó el miembro y los testí­culos.

La señora peruana que mató a su esposo a puñaladas en un arranque furioso de celos.
La señora de la frontera norte de México que “pozoleó” a su marido en alianza con un pretendiente ligado al narco.

La otra joven señora de Ciudad Juárez que luego de descubrir la infidelidad se puso de novia con otro joven a quien convenció de que lo matara y ahora él está preso y ella libre y con otra pareja.

En el mejor de los casos, nada mejor que la ley de Talión: ojo por ojo y diente por diente.

Tú me eres infiel y yo también y así­ vivimos de manera civilizada. Y todos felices, haciéndonos tontos.

Quizá, y con mayor generosidad, si me eres infiel te dejo libre y que te vaya bien, y si la separación ocurre en el mes de diciembre, entonces, hasta cantarle a José Alfredo Jiménez con aquella cancioncita de que “diciembre me gustó pa”™que te vayas”.

Pero en Cosamaloapan, que a partir de ahí­ se afirma empieza América Central con todo y sus leyendas, la ley es otra.

Asfixiar, estrangular, ahorcar… a la pareja infiel.

Nadie, claro, puede hacerse justicia por mano propia.

3

Hay cositas que ningún poder del mundo puede evitar como, por ejemplo, la infidelidad.

450 años antes de Cristo, Herodoto cuenta sus estragos en “Los nueve libros de la historia”.

Peor tantito: las guerras más legendarias han partido de una infidelidad y si de acuerdo con el relato bí­blico Sodoma y Gomorra ardieron como pueblos se debió, entre otras razones, por tantas parejas infieles.

En su libro “La isla de Sajalí­n”, donde describe el sistema penitenciario a partir de una isla donde los presos eran reclutados, Anton Chejov cuenta las historias mil veces repetidas de los reclusos que vendí­an a sus esposas para el trabajo sexual y todos felices, porque significaba llevar el itacate a casa.

Así­, con todo y la Alerta de Género en Veracruz para disminuir, quizá, acaso, los feminicidios, nada evitarí­a que un hombre asesine a una mujer, como tampoco que otra Marí­a del Socorro Pitalúa Mayo asfixie a su pareja, digamos, en un arranque de celos, y/o le corte los genitales.

Incluso, las campañitas del DIF y las señoras de la iglesia para lograr maridos fieles han fracasado por completo, aun cuando, y por ejemplo, el héroe femenino de Veracruz es Gerardo Buganza Salmerón, el candidato independiente de Javier Duarte a gobernador, quien ante el altar ha jurado que nunca, jamás, ha sido infiel, ni siquiera con el pensamiento ni con el deseo errático, y por tanto, además, significa un peligro para el club invisible de polí­ticos infieles.

Lo mejor, dice el vecino, es la discreción, el bajo perfil y el control sexual de la pasión, pues cuando una noche y otra y otra faltas a casa y las vecinas atormentan el alma con sus chismes, entonces, la fatalidad está anunciada.

Tarde o temprano una parte se hará justicia por sí­ misma, bajo el principio universal: “Si no eres para mí­… para nadie”.