Libertinaje antes que represión
•El gobernador furibundo •El periodista exiliado
DOMINGO
El gobernador furibundo
Agustín Acosta Lagunes gobernó Veracruz de 1980 a 1986. Y en el transcurso del viaje sexenal le irritaba el periodismo crítico.
Por ejemplo, él mismo, sin emisarios de por medio, sin utilizar al jefe de prensa, llegó a las oficinas del semanario Proceso y del diario “La Jornada”, en la ciudad de México, a solicitar la renuncia del corresponsal.
Don Julio Scherer le dijo:
“Usted gobierna en Veracruz y yo dirijo Proceso”.
Luis Velázquez
Don Carlos Payán Velver le dijo:
“Usted está loco. Y si matan al corresponsal usted será el culpable”.
Jamás, pues, toleró la prensa incómoda. Economista, inició el sexenio encarcelando a José Luis Lobato Campos, director del Instituto de Pensiones con Rafael Hernández Ochoa, quien se había asociado con Jorge Malpica Martínez, de la dinastía de El Dictamen, y con el reportero Horacio Aude Zebadúa, para crear en Xalapa un periódico.
Lobato era el socio mayoritario. Y sólo fue liberado luego de vender sus acciones al gobierno de Veracruz y con lo que el diario, que se llamaría “Imagen”, murió antes de nacer.
Meses después, Acosta Lagunes casi casi regalaría el periódico, instalaciones y rotativa, a Mario Vázquez Raña, dueño del consorcio informativo de los Soles.
LUNES
Un reportero exiliado
Patricio Chirinos Calero gobernó Veracruz de los años 1992 a 1998. Entonces, nunca pudo entenderse con su ex amigo, José Pablo Robles Martínez, dueño del holding de Imagen, Diario del Istmo y Órale.
Entonces, primero le envió una auditoría de la secretaría de Hacienda y Crédito Público con Pedro Aspe Armella, gurú de Enrique Peña Nieto, como titular.
Después, lo cercó con la publicidad tanto política como comercial, las más importantes.
Luego, cabildeó para una orden de aprehensión por motivos banales que lo llevaron al exilio para salvar la vida y la libertad.
Y, por supuesto, el menosprecio y el desprecio del gabinete legal y ampliado en contra de los reporteros y fotógrafos de tales medios.
Algunos presidentes municipales de la época revelaron que el gobernador, con su hombre entonces de mayor confianza, Miguel íngel Yunes Linares, había prohibido, bajo advertencia, la publicidad institucional para los periódicos propiedad de Robles Martínez.
Su exilio casi duró hasta el final del sexenio chirinista, pues la orden era que apenas pisara tierras de México fuera aprehendido.
MARTES
Libertinaje antes que represión
Fernando Gutiérrez Barrios sólo gobernó dos años. 1986/1988.
Siempre aseguró que era preferible el libertinaje a la represión, experto él mismo en el asunto, con su temible equipo de seguridad, los autores, entre otras cositas, de la llamada “guerra sucia”, Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría presidentes.
Incluso, la fama pública registra que solía contestar el teléfono hasta el reportero del medio más sencillo y modesto.
Y si era necesario dialogaba y volvía a dialogar con los medios con quienes por equis razón tuviera diferencias.
Es más, él mismo don Fernando era su jefe de prensa, tantos años que había caminado en el gobierno federal con un bajo perfil, digamos, en las sombras, atrás de los matorrales, lejos de las bambalinas.
Nunca se ha conocido que un reportero haya sido asesinado en aquellos dos años.
Tampoco reprimido, intimidado, acosado, levantado para un sustito, aterrorizado a través de la familia, ni menos, mucho menos, se haya puesto a los dimes y diretes con algún medio, algún reportero, algún columnista.
Tenía su proyecto político. Era, cierto, policía, pero derivó en policía político y/o en político policía. Es más, político con visión de Estado.
MIÉRCOLES
Pendiente de la agenda periodística
Dante Alfonso Delgado Rannauro cubrió el cuatrienio 1988-1992.
Político formado en Veracruz y también en provincia con tareas oficiales, arraigado entonces en la tierra jarocha, siempre mantuvo una relación institucional y respetuosa, afectiva en muchos casos, con los medios.
Cierto, envió a la cárcel a David Varona Fuentes, quien había publicado un diario, La gaceta, en Xalapa; pero dejó el periodismo para volverse político, con el cargo de director de Tránsito con Gutiérrez Barrios.
Y por razones oficiales lo asignó al penal de Pacho Viejo como un interno más.
Pero de ahí pa”™lante, respetó la Constitución Política de la nación y de Veracruz en sus garantías, entre ellas, el ejercicio de la libertad a plenitud, y eso que, por ejemplo, el reportero José Miranda Virgen dirigía el periódico “Crónica”, donde a tiro por viaje, todos los días, se le iban a la yugular.
Y como pocos, excepcionales políticos, además de un diálogo permanente con los medios, desde dueños y directores hasta reporteros y columnistas, su oficina de Gobierno estaba pendiente de la bitácora diaria en la prensa para dar seguimiento a los hechos y acciones ahí donde fuera necesario.
Tal cual, por aquí un medio, por ejemplo, publicaba la reseña de un desaguisado en el poblado más remoto, de inmediato se ocupaba del asunto.
JUEVES
El creador de medios
Rafael Hernández Ochoa gobernó Veracruz de 1974 a 1980.
Aparte del diálogo con los medios y dar a cada quien el respeto más profundo e inalterable, don Rafael llegó a lo siguiente:
Algunos reporteros de Xalapa que cubrían la fuente oficial le solicitaron una posición política y luego de intercambiar barajitas decidieron empezar por una regiduría en el Ayuntamiento de Xalapa.
“Pónganse de acuerdo” expresó don Rafael.
Pero fue el Waterloo para los colegas, porque nunca, jamás, llegaron a una coincidencia, y por el contrario, perdieron la frialdad y la pluralidad que ha de caracterizar a un político en la tarea de gobernar, y se conflictuaron al grado máximo de romperse antiguas y viejas amistades y relaciones.
Y todos quedaron como el pastorcito anunciando la llegada del lobo.
Aquel tiempo fue propicio para la creación de medios, entre ellos, y por ejemplo, el Diario del Istmo en Coatzacoalcos, propiedad, entonces, de Rubén Pabello Acosta, QEPD, dueño a su vez del Diario de Xalapa, y que años después vendiera al consorcio periodístico de José Luis Becerra, donde estaba en sociedad con el columnista más famoso de la época, José Luis Mejías.
VIERNES
Javier Duarte y Alfonso Salces
Cada gobernador, como cada profesor, cada persona en la vida, tiene su librito, digamos, en materia de comunicación.
En el llamado sexenio próspero, por ejemplo, como nunca antes tiempo político anterior, ya van 16 reporteros y fotógrafos asesinados, más tres desaparecidos, más el último ejecutado, un exreportero (que lo fue), Daniel Sánchez Mendoza, de Jáltipan, sepultado en una fosa clandestina, pero que, bueno, habría dejado el oficio reporteril a partir de los salarios de hambre que suelen pagarse.
Se dirá que tal tragedia tendría, tiene, el sello característico de los malosos. Quizá, sin conceder, en unos casos. Pero sería terrible y catastrófico que desde el poder aseguraran que todos.
El último reality show ha sido de Javier Duarte al director general de Notiver, Alfonso Salces Fernández, donde la prudencia y la cordura política se han extraviado.
Se explica: el góber es un joven político atrabiliario a quien fascina vivir en la polémica y la controversia, arremetiendo contra todo.
Pero ningún político con visión de Estado gobierna y ejerce el poder de tal manera, pues hacia el final del sexenio, y después, sólo se cosecha resentimiento y odio social.