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Malecón del paseo
Sábado 21 noviembre, 2015

La cadena de Ví­ctor Medina

•Cortometraje social
•Vivencias de un reportero

EL VERACRUZ SÓRDIDO... AL CINE

EMBARCADERO: Ví­ctor Medina Piña, reportero de Telever, ha dado un paso más en su carrera periodí­stica. De contador de historias cada dí­a ha mudado en contador de historias para el cine. El jueves 19 estrenó su primer cortometraje. Se llama “La cadena”, que de algún modo resumen parte de sus experiencias en el diarismo; pero, además, con un gran sentido social. Incluso, el Veracruz sórdido. El otro Veracruz que por lo regular permanece escondido, mejor dicho, fuera del espacio mediático.

En el diarismo ha alternado con la nota, digamos, insulsa e intrascendente, digamos, burocrática.

Pero, al mismo tiempo, se ha dado espacio para expresar sus inquietudes sociales y polí­ticas, su concepción de la vida, su mirada sobre la realidad.

En “La cadena” desfilan como en un carrusel de caballitos los males sociales de Veracruz que son también del paí­s y del mundo. La prostitución. La inseguridad. La rapiña humana. La violencia. El desenfreno. La pobreza y la miseria. Y llega, incluso, a temas prohibidos como, por ejemplo, el celibato.

Luis Velázquez

  • Víctor Medina Piña. "La cadena"/Facebook

Todos los asuntos lazados y entrelazados a través de la misma historia. La cadena de oro, con un crucifijo, que un dí­a una prostituta roba a un sacerdote en el motel donde, además, lo droga, y luego se la roban a la trabajadora sexual y luego se la roban al ladrón fallecido en un accidente automovilí­stico y luego se la roban en el sarcófago donde fue sepultado y luego la venden en el mercado y luego la compran unos monjas que se la regalan al mismo sacerdote a quien se la robaron en el antro, donde fue a buscar el placer de la carne.

Un cortometraje que ha sido exhibido en el festival de Morelia y que ahora, con el apoyo de la Alianza Francesa podrí­a, digamos, caminar a otras latitudes del paí­s y del extranjero.

UN REPORTERO ATRíS DE SU UTOPíA

ROMPEOLAS: Ví­ctor Medina es un reportero de baja estatura, flaquito, flaquito, con una vocecita llena de ternura, con dos hijos de escuela primaria, que fueron sus ayudantes en el cortometraje, y que con su filme cinematográfico se apega a la mejor tradición de Ryzard Kapuscinski y Gabriel Garcí­a Márquez.

Para el par de cronistas anteriores, por ejemplo, y como referencia inevitable, el reportero habrí­a de vivir y alternar en medio de dos salas de redacción: en el dí­a, escribir la historia inmediata, y en la noche, vivir para la literatura, una novela, un cuento, un libro de largo alcance donde contará las historias que la historia reporteril le ha permitido conocer.

Mediña Piña, por el contrario, y por ahora, en vez de escribir una novela, por ejemplo (quizá la tenga avanzada en su computadora) apostó a su otro vocación, que es el cine.

Él mismo escribió el guión. Él mismo dirigió. Él mismo aplicó el casting. Él mismo seleccionó a los actores. El mismo revisó y supervisó la filmación. Él mismo checó la edición. Él mismo tocó puertas para proyectarse.

El primer cortometraje le llevó dos años, donde -igual que a Garcí­a Márquez cuando iba a depositar los originales de “Cien años de soledad” en el correo- le robaron la computadora y la cámara fotográfica donde tení­a el trabajo fí­lmico.

Y sin doblarse, con su equipo de amigos y colaboradores, empezaron de nuevo, igual como toda la vida aplicaba el Sí­sifo de Albert Camus intentando llegar a la cumbre cargando la piedra en el hombro, simple y llanamente, entre otras cositas, porque la vida es así­ y siempre, de manera invariable, el ser humano ha de reciclarse.

SEGUIR EMPUJANDO LA CARRETA

ASTILLEROS: La cadena aborda el Veracruz sórdido. En cada una de las historias engarzadas late la pobreza y la miseria en un Veracruz donde según el CONEVAL seis de cada diez habitantes están en la jodidez y en donde un millón y medio de paisanos consumen una o dos comidas al dí­a debido al desempleo, el subempleo y los salarios de hambre.

En el filme desfilan las colonias proletarias, las viviendas modestas y humildes alternando con la historia truculenta: la niña enferma sin derecho al hospital público.

Pero también el mundo sórdido de los chicos soñando con otro mundo, atrapados y sin salida, en las debilidades humanas, entre ellas, el alcohol; en tanto enfoca los antros con las trabajadoras sexuales, donde uno de los clientes es un sacerdote.

Un gran esfuerzo derivado de una vocación social que habrá de continuar.

Algún técnico en la materia advertirá la baja calidad del sonido en algunas partes, la dificultad para escuchar los diálogos y el close up exagerado, entre otras cositas.

Pero siempre así­ se inicia. Franz Kafka, por ejemplo, ordenó a su amigo quemar los originales de sus primeras novelas. Balzac pasó una noche incendiando originales. González Iñárritu inició su exitosa carrera cinematográfica con cortometrajes.

Se saluda con respeto al joven reportero Ví­ctor Medina Piña, quien ha integrado un equipo de iguales para seguir empujando la carreta en medio de los sueños y las utopí­as.


2 comentario(s)

Pedro Cepero 22 Nov, 2015 - 21:21
Por este medio envío una calurosa felicitación al buen Vïctor, esperando muchos, muchos más éxitos!

Excelente artículo Maestro! 22 Nov, 2015 - 08:53

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