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Crónicas
Lunes 19 octubre, 2015

Ha sonado la hora de Los Tuxtlas

Cuatro tuxtlecos (Jorge Uscanga Escobar, Elí­as Miguel Moreno Brizuela, Francisco Valencia y Jorge Carvallo Hernández), precandidatos a la gubernatura de Veracruz
Tres de ellos, originarios de Catemaco, la tierra mayor de los brujos
íngel Carvajal, el último mandatario de la región, en 1948

En Veracruz está sonando la hora de Los Tuxtlas. Mejor dicho, de Catemaco.

Luis Velázquez

  • Jorge Uscanga. La hora de Catemaco

Por vez primera, quizá, acaso, un paisano podrá llegar a la gubernatura. ¡Hosanna, hosanna!

Y es que, al momento, hay cuatro aspirantes a la silla embrujada de palacio de Xalapa.

El primero, Elí­as Miguel Moreno Brizuela, nacido en Catemaco, avecindado en San Andrés Tuxtla muchos años después, quizá hacia la preparatoria, se lanzó como el candidato de una cosita llamada el “Movimiento de los Encabronados”.

El segundo, Jorge Uscanga Escobar, ex de todos los cargos públicos (alcalde, lí­der del CDE del PRI, diputado local y federal, procurador de Justicia, subsecretario de Gobierno), quien se lanzara por su asociación polí­tica, Concertación Veracruzana, y que por ahora está de luto por la muerte de Pedro Rivera Pavón, su tlatoani.

El coordinador de su campaña es su hermano, Alberto Uscanga Escobar, quien toda su vida fuera maestro de Enseñanza Media, sin que nunca, jamás, haya arrastrado el gis en el pizarrón ante los alumnos en el salón de clases, porque se pasó brincando de un cargo público a otro, que le ha permitido tener la más alta pensión del Instituto de Pensiones y que llega a unos 120 mil pesos mensuales.

El tercero, Francisco Valencia, el perredista más fidelista de todos, ex secretario de Comunicaciones, director de la Comisión Estatal del Agua, quien se lanzara con el mismo estilo que Tomás Ruiz González, secretario de Infraestructura, levantando anuncios espectaculares de norte a sur y de este a oeste a través de una revista semanal, Lí­der, que ha convertido la egolatrí­a polí­tica en un negocio redondo.

Pero además, y de paso, y no obstante ser oriundo de la tierra de Hilario C. Salas, el lí­der campesino perseguido con atrocidad en el porfirismo, nunca, jamás, en la SECOM ni en la CAEV ha sido para introducir los servicios públicos básicos al pueblo.

Y el cuarto, Jorge Carvallo Hernández, originario de Lerdo de Tejada, que también se ubica en Los Tuxtlas, el papá de Jorge Carvallo Delfí­n, “el hijo más ruin que he tenido”, y que también creara su fundación con tal objetivo.

La hora de Los Tuxtlas, mejor dicho, de Catemaco, ha llegado.

El último gobernador originario de la llamada Suiza veracruzana fue íngel Carvajal Bernal, sustituto de don Adolfo Ruiz Cortines, de 1948 a 1950, y de ahí­ pa”™atrás, hasta, digamos, 1900, con Teodoro A. Dehesa Méndez, Los Tuxtlas, en el archivo de la historia polí­tica.

El más cercano en todo caso fue Jorge Uscanga, de quien el entonces gobernador del estado de México, Enrique Peña Nieto, decí­a que era el único veracruzano con quien hablaba de la polí­tica jarocha, dada su amistad con Emilio Chuayffet Chemor, exsecretario de Educación Pública y de Gobernación, ex diputado federal y ex gobernador del EDOMEX.

Pero, bueno, ahora existe un cuarteto de paisanos tuxtlecos que en una de esas y “con el tiempo y un ganchito” pudiera, digamos, dar la gran sorpresa.

Y/o como dijo Jorge Uscanga: “Ni me encarto ni me descarto; pero aquí­ estoy”.

LOS CACIQUES QUE FUERON Y SON

Igual que el resto de Veracruz, Los Tuxtlas ha sido tierra de caciques y cacicones.

Muchos años, por ejemplo, y en el siglo pasado, allá cuando Rafael Murillo Vidal despachaba como gobernador, 1968-1974, el gurú era Pedro Rivera Pavón, QEPD.

En el sexenio de José López Portillo, Gustavo Carvajal Moreno, originario de Santiago Tuxtla, pudo llegar a la gubernatura, pero él mismo decidió jugársela, dijo, con el presidente, y osciló entre el CEN del PRI y la secretarí­a de la Reforma Agraria, en tanto el santo dedazo se fue por Agustí­n Acosta Lagunes.

Después, el cacicazgo se diversificó entre varios actores, entre ellos, Jorge Uscanga Escobar, Tomás Montoya Pereyra, uno de los favoritos de Rafael Hernández Ochoa, y Nemesio Domí­nguez Domí­nguez, proclamado rey en el chirinismo.

Elí­as Miguel Moreno Brizuela estuvo predestinado a una gran fuente de poder regional, pero luego de la diputación federal que ganara por el PRD al PRI, se concentró en el DF donde desempeñó varios cargos públicos con Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard Casaubón, y se desarraigó por completo de su pueblo.

Entonces, llegaron al mismo tiempo, Jorge Carvallo Delfí­n, originario del estado de México, pero de padres nacidos en Lerdo de Tejada, y luego de caminar en el fidelato y el duartismo como secretario particular del par de gobernadores, diputado local, presidente del CDE del PRI y secretario de Desarrollo Social, ahora es diputado federal.

Y el otro, Vicente Bení­tez, Oficial Mayor de la Secretarí­a de Educación, más conocido como “El señor de las maletas voladoras”, barbecha en el surco tuxtleco para la diputación local como una salida estratégica para ganar impunidad.

En el lado, digamos, de la izquierda, está el productor cañero, Arturo Hérviz, ex diputado federal y ex senador de la república, fallido candidato a gobernador ante Miguel Alemán Velazco, a quien levantara la mano en señal de victoria.

Su cacicazgo se ha reducido a Jazmí­n Copete, a quien ungió alcaldesa de Santiago Tuxtla y diputada federal.

Ahora, cuatro tuxtlecos están en la pasarela levantando la mano para la gubernatura.

La hora de Los Tuxtlas ha sonado. En Catemaco serán insuficientes los diplomas para declararlos hijos predilectos.


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