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Martes 03 enero, 2012

Crónica/La batalla de un lí­der por indí­genas de Zongolica/03 de enero de 2012

*Encarcelaron a Julio Atenco y cinco mil náhuatls se plantaron frente a la cárcel
*En la noche ladraron los perros y un helicóptero sembraba miedo en campesinos
*Acusado de 5 delitos, lí­deres del PRD Veracruz ”˜”™me traicionaron”™”™, dice Atenco

Crónica
La batalla de un lí­der por indí­genas de Zongolica

*Encarcelaron a Julio Atenco y cinco mil náhuatls se plantaron frente a la cárcel
*En la noche ladraron los perros y un helicóptero sembraba miedo en campesinos
*Acusado de 5 delitos, lí­deres del PRD Veracruz ”˜”™me traicionaron”™”™, dice Atenco

Luis Velázquez/En Misión Especial/Séptima parte/Crónica
03 de enero de 2012

ORIZABA, Veracruz.””En la madrugada, Julio Atenco, lí­der indí­gena en la sierra de Zongolica, escuchó un montón de perros ladrando. Despertó, sobresaltado, agotado por el dí­a vivido y padecido. Quedó en guardia, adivinando el origen y la razón de la jaurí­a rabiosa.
Entonces, escuchó las pisadas de los perros en el techo de la cárcel donde estaba en compañí­a de otros reos. Sintió los pasos y los ladridos casi al ras de la cabeza.
Y se puso a la defensiva.
Acusado de ultraje a la autoridad, robo, obstrucción de la justicia, secuestro y lesiones por el gobierno de Patricio Chirinos Calero, Julio Atenco, ingeniero agrónomo egresado de la Universidad de Chapingo, oyó el ruido de uno, dos, tres helicópteros sobrevolando en la noche.
A lo lejos, de algún lugar de la calle, escuchó venir el susurro de unas risas, conversaciones y silencios.
Y se asomó por la ventana de la celda.
Entonces, calculó unas cien, doscientas gentes, compañeros indí­genas, en plantón frente a la cárcel reclamando su libertad.
Los perros siguieron ladrando y los helicópteros, a la defensiva, dando vueltas en el cielo nocturno de Orizaba.
Al filo de las seis de la mañana, Julio Atenco calculó que desde la montaña habí­an bajado unos mil indí­genas, entre hombres y mujeres, mujeres con los niños en los brazos, solidarios con el lí­der fundador de la Coordinadora Regional de Organizaciones Indí­genas de la sierra de Zongolica.
Martí­n Cabrera Zavaleta, exalcalde, le dirí­a más tarde:
”˜”™Llegué a contar más de 70 camiones de carga, más de 15 autobuses de pasajeros, más de cien camionetas, cuando de plano miré que seguí­an llegando más”™”™.
Al mediodí­a calculaban que afuera del penal se amontonaban más de cinco mil cristianos.
Entre once y doce de la mañana, el agente del Ministerio Público tomó la declaración a Julio Atenco. Y el lí­der indí­gena lo increpó:
--Tú obedeces consignas. No me dieron tiempo de defenderme. Hay un fraude procesal.
El MP calló. Guardó silencio. Se volvió autista.
Los perros dejaron de ladrar, pero el helicóptero siguió vigilando a los cinco mil manifestantes.

CANTU Y RESÉNDIZ ”˜”™ME TRAICIONARON”™”™

Israel Cantú, exdiputado local, prócer del PRD, habló por teléfono con un hermano de Julio Atenco:
”˜”™Tengo un acuerdo con Patricio Chirinos y Miguel íngel Yunes Linares. Si desalojan a la gente, Julio es liberado”™”™.
La negociación empezó.
De pronto, la juez recibió la orden de dar marcha atrás a los delitos que el Chirinismo tení­a impuesto al dirigente y acordaron una fianza de apenas, apenitas 350 pesos.
Y cuando los indí­genas trepaban en los autobuses y carros de carga para regresar a sus pueblos, incluso, cuando unas unidades habí­an partido y caminaban por las goteras de la ciudad, un policí­a confió a un compañero de Atenco:
”˜”™Es una trampa. Si usted levanta el plantón, se llevarán a Julio al penal de Pacho Viejo, en Xalapa”™”™.
Así­, a una orden del presidente municipal de Soledad Atzompa, todos dieron la vuelta y otra vez a la desobediencia civil y a la resistencia pací­fica.
De nuevo, el plantón.
Un perro solitario, joven, lleno de enjundia, con todo y desvelado por la noche en guardia, empezó a ladrar.
Y ladró. Y ladró. Y ladró. Hasta la tarde, cuando Julio Atenco fue dejado en libertad y los indí­genas escombraron las calles de Orizaba.
Lloviznaba y la neblina envolví­a la silueta de los transeúntes.
Dí­as después, Atenco dirí­a: ”˜”™Israel Cantú y Domingo Alberto Martí­nez Reséndiz, lí­der del PRD, me vendieron y traicionaron”™”™.

UN HOMBRE CONSTRUYE SU DESTINO

Julio Atenco Vidal. Activista indí­gena.
La frente amplia. Una calvicie con dos entradas que parece autopista. Bigote con barba, mejor dicho, piochita blanca. La cara redonda con una mirada de águila, taladrando, atrás los lentes ovalados modelo Trotksy. Vocecita como un susurro. El caminado como Pancho Villa. El hombro derecha de lado. La canción ”˜”™Luces de Nueva York”™”™, con la Sonora Santanera, grabada en el celular anunciando un telefonema.
Mayo de 1993. Atenco, el alumno de Margarito Montes Parra, el lí­der de la Ugocep asesinado con su familia en Sonora, se planta en Xalapa con unos mil indí­genas. Pliego petitorio de unas catorce demandas. Servicios públicos básicos. La policí­a los intimida. A las doce de la noche los trepan por la fuerza, a punta de tolete, macana, garrote, pistolas y rifles, a autobuses de pasajeros y los regresan a la sierra de Zongolica en caravana.
Noviembre de 1993. Los agentes de Tránsito de Orizaba discriminan a los indí­genas y los extorsionan. Toman la delegación de Tránsito.
1997. Conflictos con la secretarí­a de Seguridad Pública. La policí­a intimida, acosa, persigue a los indí­genas. La poli detiene a un maestro de Mexcala, de nombre Policarpo. Lo encarcelan. Los vecinos se indignan. Querí­an linchar a un policí­a. En reciprocidad, retienen al subdelegado de Tránsito.
1997. Problema forestal. Indí­genas, campesinos, acusados de talar árboles. Irritada, la gente embarga una patrulla, dos, con policí­as encaramados en la unidad. Julio Atenco convence a la gente de entregar las unidades. Interponen demanda ante el agente del Ministerio Público por extorsión, abuso de autoridad y excesos en los derechos humanos.
Egresado de Chapingo en 1983, dos años después funda su organización.
Empleado de Inmecafé y Liconsa, en 1987, Julio Atenco se adhiere al Partido Mexicano Socialista, PMS, y en 1989 pasa al PRD.
Una vida al servicio social. Al lado de los más pobres entre los pobres. En la sierra de Zongolica, donde nueve de once municipios están clasificados de extrema pobreza. Miseria absoluta. Luchando contra caciques como el camionero Mario Zepahua Zepahua, exalcalde, exdiputado local y federal, y Tomás López Landero, expanista cobijado en el PRI, diputado local, llamado ”˜”™El rey de la chatarra”™”™. Dueños del dí­a y de la noche. Millonarios. Los pri-vilegiados de Dios.


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