En ningún momento se trataba de publicidad polí­tica, sino de un montón de fotografí­as de los héroes patrios, cada una con una frase que los identifica.

Así­, y como si se tratara de una clase de historia, la población fue mirando las fotos y leyendo una a una las leyendas que los dieron a conocer en el México que vivieron y en donde protagonizaron una gesta.

Pero, además, quienes estaban a cargo del operativo eran obreros. Todos de la CTM. Y todos obsequiando a la población, sobre todo a los niños en las escuelas, cuadernos de rayas, cuadros y de dibujo que al mismo tiempo eran unos cuadernillos singulares.

En la portada de cada cuaderno, por ejemplo, la figura de un héroe de la patria con una preguntita inocente: ¿Lo conoces?

Y de inmediato la foto.

Por ejemplo, Emiliano Zapata aparece con el fusil en la mano, el sombrero de ala ancha trasluciendo su copetazo, la mirada de un galán otoñal y el gigantesco y kilométrico bigotazo.

Y luego una de sus frases célebres:

“Perdono al que roba y al que mata; pero al que traiciona, nunca”.

En otro cuadernillo aparece José Vasconcelos, el secretario de Educación del presidente ílvaro Obregón (uno de los héroes de Enrique Peña Nieto, al que dedicara su tesis de licenciatura), con su frase bí­blica:

“Por mi raza hablará el espí­ritu”.

También hay un cuadernillo con la figura de ílvaro Obregón y su frase í­nclita:
“Morir por la patria es la mayor de las glorias”.

Y, bueno, de que tal frase se ajustara a la vida de Obregón se encargó el dibujante sinarquista, José de Jesús León Toral, con la famosa madre Conchita.

Otro cuadernillo tiene la foto de Benito Juárez. Y otra de sus frases célebres:

“En polí­tica la lí­nea más recta es la más corta”.

LA FE EDUCATIVA DE VASCONCELOS

En conjunto, son 50 anuncios espectaculares colocados en la ciudad por la CTM que a nivel regional dirige el lí­der de la Federación de trabajadores de la región de Coatzacoalcos, Agua Dulce, Moloacán, Ixhuatlán y Nanchital, Carlos M. Vasconcelos Guevara, el gran amigo que fue, mejor dicho, discí­pulo de Joaquí­n “La Quina” Hernández Galicia.

Y lo hace como parte de una fe religiosa en la educación, tipo José Vasconcelos, que por cierto así­ se llamaba su padre, José Vasconcelos Morales, dirigente petrolero en su tiempo, y a quien tal cual está rindiendo homenaje.

Nada busca Carlos Vasconcelos atrás de tal operativo. Ni un puesto de elección popular ni tampoco de confianza, pues, como él mismo dice, lo más importante en la vida es la libertad.

Y como en su caso, además, tampoco le gusta estar encerrado en una oficina, pues más, mucho más se nutre del trabajo en el campo, en la fábrica, en el taller, en la lucha obrera.

Y, bueno, lanzó tal programa educativo como parte del programa social que desde hace ratito aplica en las colonias populares.

Por ejemplo, la fama pública registra que cada fin de semana camina con los lí­deres de la Federación cetemista en los asentamientos humanos anárquicos del pueblo obsequiando despensas a los pobres.

Pero, al mismo tiempo, como si fueran vendedores ambulantes instalan su puestecito de marchantes con artí­culos de consumo diario para la alimentación que ellos compran en forma masiva en el mercado popular y los llevan a las colonias para rematarlos en un precio simbólico, más, mucho más barato, nomás para que la gente sepa que paga unos centavitos y, por tanto, le cuesta.

Pero, además, resulta que el dinero levantado en la vendimia se queda en la misma colonia para un servicio público, donde la CTM también participa como apoyo social.

A veces, por ejemplo, cuando están con su puestecito de ambulantes, rodeados de amas de casa y niños, de pronto pasa el panadero con la canasta repleta y en un impulso social, casi casi arrebato, lo detiene.

Entonces, compra todo el pan y lo reparte a las señoras con una sonrisa de gran satisfacción social que es más grande que la tajada de una sandí­a.

CONOCER LA HISTORIA PARA VIVIR MEJOR

Vive así­ el lí­der cetemista sureño un nuevo tiempo en su biografí­a sindical, años lejanos y sórdidos cuando Carlos Salinas encarceló a “La Quina”, por el gran pecado mortal de haber estado de lado de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano en la contienda presidencial del año 1988.

Lejos hoy del gremio petrolero, que fue la razón de ser de su padre, Vasconcelos respira la libertad en toda su plenitud, sin las pasiones truculentas de los sindicatos y la polí­tica que le permiten, por ejemplo, la gran campaña educativa que por ahora significa el móvil de cada dí­a.

Ninguna autoridad habí­a considerado tal posibilidad para que al lado de los anuncios comerciales en la ciudad que, bueno, resultan inevitables, también el repaso a la historia de una manera sencilla y efectiva.

En su tiempo de presidente municipal, Marcos Theurel Cotero declaró a Coatzacoalcos la novena ciudad más bella del paí­s, con todo y sus pantanos.

Ahora, el lí­der ha arropado al pueblo con la leyenda histórica, una estrategia publicitaria fácil de conocer y aprender, bajo el lema universal de quien desconoce la historia suele cometer los mismos errores.