Apuntes de un jubilado/La vida en Veracruz a finales del año 2011/20 de noviembre de 2011
Sábado 19 de noviembre, un día antes del día de la revolución.
En Fortín, Veracruz, rafaguean palacio municipal. Ningún herido, por fortuna. Miedo. Terror. Angustia. Incertidumbre.
Apuntes de un jubilado
La vida en Veracruz a finales del año 2011
20 de noviembre de 2011
Sábado 19 de noviembre, un día antes del día de la revolución.
En Fortín, Veracruz, rafaguean palacio municipal. Ningún herido, por fortuna. Miedo. Terror. Angustia. Incertidumbre. Estrés.
Cardel, Veracruz. Balacera entre buenos y malos. Fuerzas armadas y sicarios. El bien y el mal. Dios y el diablo. Tirios y troyanos.
Puerto jarocho. Al mediodía decenas de taxistas bloquean el bulevar en el mismo espacio, el mismo lugar, de aquella balacera, fuego cruzado, tiroteo, cuando el Salsódromo de Boca del Río
La gente común de la calle, los deportistas del malecón bulevar, conductores, pasajeros en el autobús urbano, se alarman.
Piensan, claro, en una balacera más para dar la bienvenida a la nueva semana en puerta.
El mismo día en que el gobierno federal ha lanzado el pago anticipado de la mitad del aguinaldo y las cámaras de comercio ”˜”™El buen fin”™”™ para, digamos, recuperar un poco, un poquito, las ventas desplomadas por culpa de tanta violencia con muertitos y secuestrados y levantados y desaparecidos.
Los agentes de tránsito desvían la circulación y los conductores estallan. Pierden el reposo y la tranquilidad. Buscan calles y avenidas colaterales para seguir caminando y llegar al punto de destino.
En el trayecto, el paisaje avasalla. Dos patrullas, a vuelta de rueda, policías a la defensiva y contraofensiva, dan vueltas en el contorno. Una patrulla solitaria se topa en la esquina. Otra más en la cuadra siguiente. Otras tres, manzanas adelante.
Luego, en caravana aparecen en la zona conurbada Veracruz-Boca del Río patrullas militares. Los soldados, con lentes negros, boina, y el arma sofisticada lista para oprimir el gatillo, por si las dudas.
Antes, la ciudad estaba en manos de los sicarios. Ahora, los sicarios alternan con los soldados y los marinos custodia de las horas y los días y las noches vividas.
Las calles, en fin de semana, convertidas en un caos. A vuelta de rueda, los conductores avanzan. Quedan estacionados, uno, dos, tres, cinco, seis, diez minutos. Si el escritor Carlos Fuentes Macías hubiera quedado atrapado… estaría feliz. Ha dicho: amo los embotellamientos de la ciudad de México porque en la espera he leído un montón de libros.
Pero con tanta balacera en Veracruz, con las versiones de Radio Bemba, el bloqueo de los taxistas en el bule y la desesperación de los conductores de llegar al punto de destino, el tiempo se va en otras tareas. Maldecir, por ejemplo, la vida en Veracruz casi casi a finales del año 2011.
El maestro del periodismo, Ricardo Ravelo, lo dijo en el primer semestre del año 2010 en una conferencia en la facultad de Comunicación de la UV. ”˜”™Los jarochos necesitan acostumbrarse a la violencia que vendrá”™”™.
Y la violencia ya llegó desde hace un ratito. Cierto, ya estaba aquí en diciembre de 2010. Pero ahora, con todo y que la combaten, sigue. Matan a un pistolero, aparecen diez, veinte más. Encarcelan a un sicario, los capos envían a más. En el discurso oficial hablan de que el saldo negro ha disminuido y la maña rafaguea un palacio municipal y arroja granadas en mercados y plazas comerciales.
Así vivimos hoy… (lv)