Diario de un Reportero/14 de agosto de 2010
Diario de un reportero 14 de agosto de 2010 DOMINGO UN GRAN REPORTAJE Durante los 15 días más apasionantes de su vida, Ignacio Ramírez, reportero de ”˜”˜Proceso”™”™, se disfrazó de albañil y se contrató con el arquitecto que levantaba la mansión de Arturo ”˜”˜El negro”™”™ Durazo Moreno, amigo íntimo de José López Portillo, designado jefe
DOMINGO
UN GRAN REPORTAJE
Durante los 15 días más apasionantes de su vida, Ignacio Ramírez, reportero de ”˜”˜Proceso”™”™, se disfrazó de albañil y se contrató con el arquitecto que levantaba la mansión de Arturo ”˜”˜El negro”™”™ Durazo Moreno, amigo íntimo de José López Portillo, designado jefe de la Policía en la ciudad de México, y quien luego fuera acusado de enriquecimiento ilícito, prepotencia, nepotismo, abuso de autoridad, corrupción y narcotráfico.
La mansión de ”˜”˜El negro”™”™, que luego se conocería como el Partenón de Durazo, erigida en las faldas del Ajusco, constaba de, entre otras cositas, hipódromo, galgódromo, caballerizas, helipuerto, lagos y una discoteca, copia fiel de ”˜”˜Studio 54”™”™ de Nueva York, y que significaba una copia fiel del templo de Pericles, levantado hacia el año 447 antes de Cristo, decorado por Fidias.
Incluso, el pueblo llegó a decir que ”˜”˜El negro”™”™ Durazo se había robado un portón original en el Castillo de Chapultepec para instalarlo como puerta de bienvenida.
Así, durante dos quincenas, Ignacio Ramírez trabajó de albañil en la construcción de la obra, conviviendo todos los días, desde la mañana hasta la tarde, con el resto de los albañiles.
A la primera semana, cuando ya había tomado confianza, llegó a trabajar con una cámara fotográfica, y poco a poco, fue tomando las gráficas de los interiores y exteriores del famoso ”˜”˜Partenón”™”™.
El día de pago cobró su quincena de albañil y se puso una borrachera magistral con los compas, a quienes en medio de cada cervecita siguió reporteando.
El reportaje se publicó en portada de ”˜”˜Proceso”™”™, con una gigantesca fotografía panorámica, donde el edificio/ mansión/ residencia se advirtía a plenitud.
Fue aquel texto uno de los mayores éxitos que como reportero obtuvo Ignacio Ramírez en su vida, a tal grado que únicamente en un estanquillo de la ciudad de México se vendieron 5 mil ejemplares.
Ignacio Ramírez, como ”˜”˜El nigromante”™”™, el gran reportero de la Reforma, en tiempos de Benito Juárez, murió en la pobreza.
LUNES
EL REPORTERO FELIZ
Elías Chávez, el reportero político de ”˜”˜Proceso”™”™ descendió del avión comercial en el aeropuerto Heriberto Jara, con unos papeles que le incendiaban la mano.
”˜”˜Hermanito, aquí traigo todas las pruebas, sólo me faltan las fotografías, llévame, por favor”™”™.
En Boca del Río, el gobernador en funciones, Dante Delgado Rannauro, acababa de comprar una casita frente a la desembocadura del río Jamapa en el Golfo de México, y Elías Chávez tenía una copia de la escritura en el Registro Público de la Propiedad.
El reportero de ”˜”˜Proceso”™”™ llegó al malecón de Boca del Río y contrató una lancha con el primer lanchero que encontró libre, a su disposición.
”“Cobro caro. Es época turística, dijo el lanchero.
”“No importa. Lo que cueste, reviró el periodista.
Durante 60 minutos, el lanchero y el pescador buscaron la ubicación de la casita, siguiendo la descripción del plano en la escritura, hasta que por fin la descubrieron en medio de unos matorrales y arbustos y flores que crecían a un lado.
El mismo Elías Chávez, que para entonces había publicado, con éxito, su libro ”˜”˜Los gobernadores priistas”™”™, tomó decenas de fotografías, desde ángulos diferentes, a la casa del gobernador.
Y el reportaje se fue a portada, porque nada hace más feliz a un reportero que su texto aparezca como la noticia principal, pues significa la satisfacción más alta de la vida en un país, como México, donde los sueldos de los trabajadores de la información son de miserables para abajo.
MARTES
EL MUNDO DE LA ALDEA
En la barra del ”˜”˜Bar Manolo”™”™, en la avenida Zaragoza, a unos cuantos metros del zócalo, don Alfonso Valencia Ríos, jefe de Información de El Dictamen, tomaba, todas las noches, a las 22 horas, de manera religiosa, dos whiskazos, antes de retirarse a dormir.
Algunas veces, lo acompañaba su fiel escudero, Antonio Velasco Hernández, quien como él era profesor de educación primaria y reportero.
Pero otras ocasiones, don Alfonso estaba solo, de pie, enfundado en su camisa de manga larga, aunque un calor terrible se desplomara en la ciudad.
Una noche, el reportero cayó ahí, sin ser invitado.
”“Maestro, lo ando buscando.
Famoso en el medio periodístico porque nunca utilizaba grabadora y confiaba en su prodigiosa memoria, anotando únicamente cantidades, cifras, estadísticas, corresponsal de Excélsior, amigo del gobernador en turno, maestro en la antigua facultad de Periodismo, una duda asaltaba al reportero, la siguiente:
”“Maestro, siempre me he preguntado por qué con tantas virtudes, habiendo tenido tantas oportunidades, nunca se fue usted a la ciudad de México a trabajar de reportero?
Don Alfonso se hundió un largo, larguísimo rato en el silencio, y luego, tomó dos tragos del vaso con whisky, donde nadaba un hielito solitario a unos segundos de deshacerse.
Y desde algún rincón de su alma, don Alfonso contestó dos palabras:
”“¡Por pendejo!
”“Maestro, perdón, pero no entiendo. ¿Por pendejo?
”“Sí, por pendejo, porque mi madre siempre me pidió que nunca me fuera, pues se quedaría sola.
”“Eso, maestro, no es ser pendejo.
Molesto, al parecer, por la pregunta impertinente, don Alfonso dijo:
”“Eso es todo, muchacho.
Y de inmediato, se retiró del bar, sin pagar la cuenta.
”“¿Cuánto es?, preguntó el reportero al mesero.
”“¡No es nada! ¡Ya está pagada!
MIÉRCOLES
EL REPORTERO INDESEABLE
El primer día de trabajo reporteril en El Dictamen, Alfonso Valencia Ríos, jefe de Información, lanzó la advertencia a Héctor Fuentes Valdés:
”“Cada vez que el gobernador y los secretarios del gabinete y el presidente de la República vengan a la ciudad, son míos.
”“Sí, señor.
La primera orden de trabajo al reportero fue la siguiente:
”˜”˜Busque al fundador de los puestos de tacos en Veracruz y escriba una historia”™”™.
Y por supuesto, Héctor Fuentes enloqueció, porque de acuerdo con los cálculos, el primer taquero de la ciudad de Veracruz había llegado con Hernán Cortés a las playas de Chalchihuecan en 1547, y no obstante que Veracruz se convirtió en el primer ayuntamiento de América Latina fundado en tierra firme, nadie se había acordado de levantar una estatua al primer taquero, ni tampoco el cronista de la ciudad tuvo la ocurrencia de incluirlo en su historia.
A cambio, Héctor Fuentes llegó a la sala de redacción con el relato de un taquero del mercado, pero como la orden se había incumplido, el reportero fue castigado tres días, sin goce de sueldo, por indisciplinado.
Semanas después, el reportero logró que el subdirector de Información, Jorge Malpica Martínez, y uno de los dueños, autorizara viajar de norte a sur del Estado para cronicar la historia de los indígenas desde la sierra de Otontepec hasta el Valle de Uxpanapa.
Y durante los meses siguientes, cada vez que Héctor Fuentes entregaba un reportaje y/o una crónica, el jefe de Redacción, Julio Sergio Guerrero, lo publicaba, claro, pero en la página 20, en la segunda sección, arrinconado en el tapanco del periódico, cerca del anuncio económico, donde ningún lector lo pudiera leer.
Todos aquellos años así fueron para Héctor Fuentes, simple y llanamente, porque no pertenecía al equipo de los jefes supremos.
JUEVES
EL MIL USOS DEL PERIODISMO
A cada rato, la vieja prensa plana en que se publicaba el periódico ”˜”˜La Nación”™”™ se descomponía. Y a las 2, 3, 4 de la mañana, muchas veces lloviendo con relámpagos y truenos, la ciudad inundaba, había que salir corriendo a buscar en una colonia popular, donde vivía, al mecánico, un linotipista que armaba y desarmaba una rotativa como si fuera un juguete.
Mientras, el director general y el gerente, seguían durmiendo en sus residencias, y tenían prohibido que alguien los molestara con aquellos imprevistos, pues para ellos el diario debía editarse a como diera lugar.
A veces, el mecánico se levantaba feliz y contento, de buen humor, cariñoso, bromeando, porque tenía ascendencia cubana y amaba la vida con frenesí.
Joven, de unos 30 años, sabio en el mundo de la tipografía, conocedor de máquinas, el mecánico vivía con una señora divorciada, sin hijos, que le toleraba sus locuras etílicas.
Por eso es que en otras ocasiones, nos mandaba al carajo, deseoso de seguir metido en la sábana tibia al lado de su mujer, y ”˜”˜La Nación”™”™ dejaba de circular.
Furioso el director, más furioso el gerente, tronaban contra el reportero:
”“¿Por qué no vino?
”“No quiso.
”“¿Por qué no avisaste?
”“Ustedes lo tienen prohibido.
Y los dos salían de la oficina del periódico, trepando en sus automóviles último modelo, con chofer, a tomar el café de la mañana.
VIERNES
MURIÓ EN EL FRENTE DE BATALLA
El sábado de carnaval, a las diez de la mañana, cuando la sala de redacción de un periódico se parece a un prostíbulo, porque está vacía, y una conserje solitaria pasa jerga en silencio sin levantar la mirada, el jefe policíaco se anunció en la oficina del director de ”˜”˜La Noticia”™”™.
”“Traigo una información mala.
Apolonio Gamboa González frunció el ceño y dejó el lapicero en el escritorio, esperando las palabras.
”“Esta madrugada mataron a tu reportero de sociales.
”“¿Dónde, cómo fue?
”“En un hotel.
El jefe policíaco contó la hipótesis de su historia:
En la madrugada de carnaval, el reportero de sociales, que era gay, se había metido al hotel con un cliente, los dos, en estado alcohólico.
Y cuando ambos practicaban el sexo, el cliente lo había estrangulado, sin misericordia ni piedad, dejando el cadáver tirado en la cama, desnudo, boca arriba, las manos y los pies de aquel cuerpo gigante y frondoso, musculosos los brazos, colgando en el aire.
Y como era lógico, el cliente había huido antes de la claridad del amanecer, mezclándose en el bullicio carnavalero.
Así murió una promesa del periodismo que apenas iniciaba en la vida.