Pero insólito: la feroz competencia entre las modelos de carne y hueso y las modelos diseñadas con la Inteligencia Artificial, IA, los robots, las muñecas de silicona y los retratos y las pinturas.
Incluso, simplemente, llega un momento cuando el cibernauta queda perplejo y asombrado y confundido y sin encontrar la punta del iceberg para distinguir entre las modelos reales y las modelos ficcionales.

DOS. Muñecas de silicona

De entrada, las chicas hijas de la IA y las muñecas de silicona y hasta las mujeres robóticas “dan veinte y las malas” a las modelos reales.
Las primeras son maravillosamente bellas.
La carita delgada y fina, finita. Sin ninguna mancha ni sombras.
Los labios delgados. Los ojos iluminando las horas del día y de la noche.
La espalda larga como la cascada de un río.
Las fabulosas caderas de la chica de Ipanema. Las piernas como templos griegos.
La cabellera larga resbalando sobre el pecho y la espalda.
Unas muñequitas.
Pero vaya sorpresa, son modelos hijas de la Inteligencia Artificial.

TRES. Vivir soñando

Incluso, y como es lógico y normal, los diseñadores intercalan fotos de modelos reales y fotos de modelos ficcionales.
Entonces, en el cibernauta se multiplica la perplejidad y solo resta navegar en el Internet para ver si por ahí pudiera comprarse una modelo de la IA, una muñequita de silicona, para tenerla en la recámara al lado, por ejemplo, de la foto de Kim Basinger bailando sabroso streaptease en la película “Nueve semanas y media”.

CUATRO. Trampas publicitarias

Por ejemplo, a un ladito de una muñequita de silicona la foto de la actriz Jennifer Aniston cuando tenía veinte años y una carita de ángel y acostada boca abajo y desnuda y mostrando las pompis de veinte años.
Y la sonrisa en los labios y la sonrisa en los ojos.
Pero con todo, ni el polvo alcanza a ver a las modelos de la Inteligencia Artificial.
La imaginación en su más alto decibel y con el acelerador metido hasta el tuétano.
El deseo elevado a la temperatura más encendida.

CINCO. Liberación femenina

En todos los casos de las modelos de la IA y robóticas el deseo, la tentación corpórea y la pasión descarrilada.
Y como reza la canción de la Valentina, el gran corrido revolucionario:
“Valentina, Valentina/ rendido estoy a tus pies/ si me han de matar mañana/ que me maten de una vez”.
Gracias al Internet, el deseo y la pasión amorosa reinventándose en el tiempo inmaculado de la liberación femenina. (lv)