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Jueves 18 diciembre, 2025

Doña Ernestina Ascencio, 18 años después…

1 (La víctima... victimizada)

En el año 2007, en la montaña negra de Zongolica, una indígena náhuatl de 73 años de edad, doña Ernestina Ascencio, fue ultrajada.
De acuerdo con el trascendido desde entonces, ultrajada por soldados rasos en su paso por el pueblo.
Entonces, doña Ernestina pastoreaba sus animalitos en el monte.

Y allí los soldados le echaron montón.
Ella murió.
Felipe Calderón Hinojosa tenía un año como presidente de la república.
Y Fidel Herrera Beltrán iba en el tercer año como gobernador.
Y los dos defendieron “más allá de la ignominia” a los soldados de la secretaría de la Defensa Nacional.
Incluso, en el trascendido de aquella fecha un médico del Hospital Regional fue obligado a dictaminar la versión política:
Doña Ernestina murió… de anemia y desnutrición crónica.
Nunca, jamás, los soldados fueron investigados.
Era la palabra de la familia y los amigos contra la palaba del presidente de la república y del gobernador.
A tono, digamos, con aquella versión del siglo anterior cuando en los medios informativos estaba prohibido ocuparse y mal del jefe del Poder Ejecutivo federal, del Ejército y de la Virgencita de Guadalupe.
Pero los activistas y defensores de los derechos humanos siguieron con el cabildeo.
Y el asunto de doña Ernestina llegó, incluso, a la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
La COIDH.
Ahora, la COIDH ha emitido su dictamen histórico y bíblico: Doña Ernestina murió por el ultraje multitudinario a que fue sometida.
“La cruda verdad”.
Dieciocho años después.
La vida tan dura y ruda como es.
Caray, en un país en la miseria, la pobreza, la jodidez, el desempleo, el subempleo, los salarios pichurrientos y la migración, todavía la lucha sistemática para la procuración de justicia a las víctimas.
En el caso de doña Ernestina, la víctima… victimizada.
Todo para defender, digamos, a los malos elementos del glorioso ejército.

2 (¡Vaya grandeza social de los gobernantes!)

Ocho regiones indígenas en Veracruz.
Huayacocotla. Chicontepec. Otontepec.
Papantla. Zongolica. Valle de Santa Martha. Soteapan. Y Valle de Uxpanapa.
En total, un millón de habitantes, aprox.
En las ocho zonas indígenas, los paisanos más pobres entre los pobres.
Incluso, en la miseria. El último grado de la dignidad humana.
Los niños, por ejemplo, quedan dormidos en el pupitre en el salón de clases por la anemia y la desnutrición crónica y bíblica.
Los enfermos en una comunidad aislada (en total, dos mil quinientos poblados así) amarrados a una silla y amarrados a la espalda de los hombres que se van turnando para trasladarlo a pie en los caminos polvosos a la cabecera municipal con la esperanza de médicos, enfermeras y medicinas en la Clínica de la secretaría de Salud.
Los miserables jornales pichurrientos.
Allí, en la montaña negra de Zongolica, doña Ernestina Ascencio. 73 años.
Dieciocho años cabildeando la procuración de justicia.
¡Vaya grandeza social de los gobernantes!

3 (Cerrazón política)

Dieciocho años, los activistas, las ONG, los amigos, la familia de doña Ernestina tocando una y otra y otra vez las puertas de la justicia.
Y la cerrazón política.
Todo, para defender a los soldados.
Felipe Calderón. Enrique Peña Nieto. Andrés Manuel López Obrador. Claudia Sheinbaum Pardo.
Fidel Herrera. Javier Duarte. Miguel Ángel Yunes Linares. Cuitláhuac García. Rocío Norma Nahle.
Una búsqueda frenética de justicia.
Simplemente, justicia.
Justicia a secas como aseguraba Benito Juárez García.
Mucho, demasiado, excesivo pedir. Y esperar.
Ya se verá la respuesta oficial luego del veredicto de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. (v)


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