Y luego de un Veracruz “como el peor rincón del mundo para el gremio reporteril”…
Y el primer lugar nacional en extorsiones…
Y el primer lugar nacional en secuestros…
Y entre los cinco primeros lugares nacionales en desaparecidos…
Simple y llanamente, resulta lógico que la mitad de la población y la otra mitad haya olvidado un día normal de vivir.
Y lo peor entre lo peor, se ha vuelto utopía mayor confiar en la esperanza.

DOS. Descarrilada la fe

La esperanza en la palabra oficial del llamado “Segundo Piso de la Cuarta Transformación” y en un Veracruz donde “el índice de seguridad ha bajado mucho, muchísimo”.
Y en donde “vamos a exterminar a los carteles”.
Y en donde “vamos a cuidar a las mujeres”.
Y en donde si por ahí brincan hechos delictivos “son hechos aislados”.
Por eso mismo, resulta temerario creer en la palabra oficial del gobierno de Veracruz si se parten de los anteriores ejes rectores.
Palabrerío político. Rollos y chorizos. Venta barata, ramplona, demagógica y populachera de esperanzas.
La fe en la palabra oficial descarrilada en la ladera del desencanto social.

TRES. El Veracruz que fue… El Veracruz que es…

Con tantos tiros, balazos y disparos…
Y tantas muertes…
Y tanto escurridero de sangre, en las horas de los días y noches se siente, se respira, se olfatea el miedo.
“El miedo al miedo” como escribiera el gran poeta español, León Felipe.
El temor. La angustia. La desesperación. El pánico.
Los días normales (y normales con tranquilidad y paz) significan la más hermosa y bella realidad repleta de nostalgia.

CUATRO. ¡Ay, Gutiérrez Barrios!

Pueden asestarse los políticos “golpes de pecho”.
Mojarse los dedos en el agua bendita en la pileta de la iglesia y persignarse.
Jurar y perjurar que pronto, antes del cántico del gallito bíblico, la vida pública será, digamos como referencia, como aquellos dos años del capitán Fernando Gutiérrez Barrios como gobernador y cuando en cuarenta días y cuarenta noches exterminó a los carteles y cartelitos de entonces y con sus pistoleros y la paz renació.
Pero los hechos son los hechos.
Y el único aval de un ciudadano común y sencillo, y más de un político, son los hechos.
A partir de ahí los chorizos de cada político encumbrado en el poder público.

CINCO. “La cruda verdad”

El día cuando la esperanza social se diluye a base de mentiras, patrañas y estafas oficiales…
Y el día cuando se vive como un autómata y como un robot se cumple la tarea cotidiana…
Y el día cuando los políticos creen, están seguros, de que su discurso cuaja en las neuronas y el corazón y los hígados de los ciudadanos…
Entonces, se registra el más elevado divorcio y ruptura entre los gobernantes y los gobernados.
Así estamos en Veracruz.
Hoy. (lv)