Por ejemplo: El dominguito 7 de diciembre en el municipio jarocho, una riña.
En la madrugada.
En el Condado Valle Dorado.
Y “al calor de las copas”.
Un hombre asesinado. Se llamaba Alberto H. 45 años. Puñaladas en el cuello. Una tras otra.
El cadáver sobre el pavimento.
El fatídico saldo de un convivio. Y como “la muerte tiene permiso” en Veracruz, a partir de una riña.
Los dimes y diretes en medio de las copas y los tragos.

PASAMANOS: Una familia más enlutada.
El alcohol, pues ni modo de apostar a una vigilancia policiaca en todas las pachangas familiares.
En todo caso, y como “la violencia es inevitable” (Agustín Silvestre Acosta Lagunes), de la narco violencia a la violencia vecinal. Violencia callejera. Riñas violentas. Pleitos por díceres.

CORREDORES: El asesino huyó. Seguirá huyendo “como alma en pena”.
El miedo y el temor a ser capturado lo perseguirán día y noche.
“A salto de mata”. De pueblo en pueblo. Y su única posible defensa será el puñal asesino si de pronto, quizá, la policía le caiga.
Incluso, los familiares de Alberto H.
Todo, por una madrugada calenturienta.
Las pasiones irracionales fuera de control.
A la orilla del precipicio y en el despeñadero.
Y posicionado mucho más al “Veracruz de moda”.
Sea como sea, la sangre escurriendo en el palenque estatal.
Y los cadáveres en las calles y avenidas. En la vía pública. A la vista de todos.

BALCONES: Es la vida. Parte de la vida.
Imposible, por ejemplo, lograr la convivencia y el respeto a la libertad y a la dignidad humana en una población con más de ocho millones de habitantes.
Más grandes que algunos países de América Central. Guatemala. Honduras. El Salvador. Nicaragua.
Y como sucede en cualquier tribu, la discusión, y más con tragos etílicos, entre los hombres y entre las mujeres.
Y con frecuencia, saldos fatídicos.
Ahora, por delante, solo resta hacer sentir el llamado Estado de Derecho y detener (ojalá, ojalá, ojalá) al homicida.
Allí donde entra la fiscalía general.
Una de las primeras grandes tareas de la nueva Fiscalía para, entre otros hechos y cositas, ganar la confianza de los ciudadanos de a pie y motorizados.

PASILLOS: La fama de Veracruz, la violencia.
El “Veracruz de moda”, gracias a los carteles y cartelitos. Sicarios y pistoleros. Malosos y malandros.
Veracruz sonando y resonando en el país y América Latina, con las fosas clandestinas.
Y en forma adicional, la violencia común.
Las fiestas familiares y amicales terminando en riñas fatídicas. Con muertos.
Aquel ladrón de comercios con un expediente penal con más de cincuenta asaltos a tiendas Oxxo.
Y por alguna circunstancia, cada vez preso, cada vez liberado.
La vida… como es. “Al rojo vivo”. (lv)