La segunda vida de las cosas
Francisco Ortiz Pinchetti/Tomado de Sin Embargo
Una escena que ya me es familiar es la de un destartalado camión recolector de basura de la Alcaldía Benito Juárez detenido en alguna calle interior de la colonia Del Valle, ocupando impunemente un carril de circulación mientras dos o tres empleados...
se dedican a seleccionar en diferentes, enorme bolsas de lona, los plásticos, los vidrios, los papeles, el cartón. Es decir, realizan una pre pepena en plena vía pública para la comercialización de los desechos clasificados.
Más allá de la molestia que eso me ocasiona, en realidad estoy siendo testigo de la primera fase de una actividad económica que significa para la capital un valor aproximado de 13 mil millones de pesos al año y, más importante, un quehacer simplemente crucial para el medio ambiente de nuestra ciudad, nuestro país y nuestro mundo.
Según información oficial del Gobierno de Ciudad de México, los capitalinos generamos diariamente algo así como 12 mil 816 toneladas de residuos sólidos urbanos. Es un volumen colosal que se traduce en que, en promedio, cada habitante genera 1.4 kilogramos de basura al día, una métrica insostenible si se proyecta al futuro de nuestras alcaldías.
Para ponerles ese 1.4 kilogramo en perspectiva, esta cantidad es más del doble de la que se genera en algunos países de renta baja. Y aunque el consumo mexicano palidece ante potencias como Estados Unidos, donde la generación per cápita supera los 2.2 kilogramos diarios, nuestro 1.4 kilogramo representa una carga de desechos enorme y costosa para una ciudad que lucha por sanear sus rellenos sanitarios y acuíferos.
En el país, según la estadística más reciente de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat, 2024), la generación total de basura es de 102 mil 895 toneladas diarias, lo que equivale a unos 37.5 millones de toneladas anuales.
La frase "usar y tirar" define el modelo económico que ha dominado la industrialización global, una metodología lineal que ya no es sostenible para el planeta. Para dimensionar la urgencia de transitar hacia la circularidad, es imprescindible confrontar la realidad con datos duros.
El destino final de esta montaña diaria de desechos es alarmante. La gran mayoría termina en rellenos sanitarios o en tiraderos a cielo abierto; datos indican que, tan solo el 35.6 por ciento de los sitios de disposición final a nivel nacional utiliza algún sistema de impermeabilización. En cuanto a la fuente, la composición es muy específica para la capital: el 48 por ciento proviene de hogares; el 15 por ciento de comercios; otro 15 por ciento de servicios; 10 por ciento de mercados; cinco por ciento de la Central de Abastos; cuatro por ciento de lugares diversos, y un tres por ciento de residuos hospitalarios.
El plástico presenta un cuadro de contrastes. Aunque el consumo de envases de PET se mantiene alto, el sector informal ha logrado que la recuperación de PET ronde el 63 por ciento. Sin embargo, cuando se mira el total de plásticos producidos, el porcentaje de reciclaje cae drásticamente, estimándose que sólo alrededor del seis por ciento del total se reutiliza. Una bicoca. El reto es extender la eficiencia logística lograda con las botellas de PET a todos los demás materiales que hoy sepultan nuestros paisajes.
Esta dependencia en el sistema lineal tiene costos ambientales y económicos inmensos, que sólo la inversión en circularidad podrá mitigar. Como mencioné antes, se estima que los residuos generados anualmente en la Ciudad de México tienen un valor superior a los 13 mil millones de pesos al año… si fueran tratados de manera óptima.
Este panorama ha obligado al marco legal mexicano a reaccionar. La transición requiere el empuje normativo desde el Gobierno federal y los estados pioneros. La legislación se ha concentrado en las entidades más industrializadas. Ciudad de México y Jalisco lideran esta carrera. La capital ha implementado prohibiciones graduales a plásticos de un sólo uso.
Y Jalisco, con su Ley de Economía Circular en 2021, introdujo la Responsabilidad Extendida del Productor (REP). La REP obliga a las empresas a hacerse cargo del ciclo de vida de sus productos, incentivándolos a diseñar artículos que duren más, que sean más fáciles de reparar y reciclar.
Aunque la Ley General de Residuos a nivel federal tiene áreas de oportunidad, las iniciativas estatales demuestran que el cambio es posible. La próxima tarea federal será armonizar estas leyes para crear un mercado nacional de materiales secundarios y servicios de reparación.
La Economía Circular es una inversión económica con un alto retorno social y laboral. Para México, el modelo abre un nicho prometedor al generar "empleos verdes". Se requerirán, dicen los que de esto saben, ingenieros y diseñadores especializados en Ecodesign. La promesa reside en el resurgimiento, y la tecnificación de los servicios de reparación y remanufactura de electrónicos y textiles. Las empresas que ofrezcan repuestos asequibles se posicionarán como líderes.
La otra gran oportunidad es la valorización de residuos: transformar orgánicos en composta o biogás, o convertir plásticos difíciles de reciclar en nuevas materias primas.
No obstante, la transición enfrenta retos. La integración de la industria informal del reciclaje es el más urgente. El desafío es formalizarlos y tecnificarlos, garantizando la dignidad y la calidad del material. También se requiere inversión masiva en infraestructura logística. El éxito de la Economía Circular requiere una ruptura con la mentalidad de "bajo costo, uso único".
El consumidor mexicano tiene el poder de impulsar la demanda de productos circulares: elegir productos de mayor calidad, preguntar a los fabricantes si ofrecen servicios de reparación y, sobre todo, participar activamente en la separación de residuos.
La transición circular en México no será rápida ni barata, pero el costo de no transitar es infinitamente mayor. Al ver la basura no como un problema, sino como una reserva de recursos, México tiene la oportunidad histórica de construir un futuro más resiliente, menos contaminado y económicamente más dinámico. La segunda vida de las cosas es el primer paso hacia una Nación más próspera y sostenible para todos sus habitantes. ¿Lo entenderán acaso nuestros diligentísimos gobernantes? Válgame.
DE LA LIBRE-TA
HAY PEJE ENCERRADO. Vaya sainete que se aventaron este jueves la Presidenta Sheinbaum Pardo y el Senado de la República, cogidos con los dedos en la puerta con la no-renuncia de Alejandro Gertz Manero a la FGR. Todo ello, en el contexto del caso de Raúl Rocha Cantú, acusado como huachicolero en jefe, traficante de armas, ligado al crimen organizado y otras linduras, y luego descubierto como testigo protegido… de la PGR. Primero doña Claudia no ocultó su molestia al ser cuestionada el miércoles sobre el escándalo protagonizado por el empresario dueño de Miss Universo --contra quien Gertz Manero giró orden de aprehensión, ojo--, al afirmar el miércoles que ella no sabía nada del asunto y que la Fiscalía “debía informar” sobre el tema, agregando un elocuente “¿no?” a su escueta respuesta. Luego, ella misma, al negar de manera rotunda, el jueves. tener noticia de una eventual renuncia del señor Fiscal y a la vez asegurar que estaba “estudiando” una carta que le envió el Senado cuyo misterioso contenido se reservó. Y luego el Senado, al citar a una sesión extraordinaria que entró en receso apenas empezó y que se prolongó por cuatro, cinco largas e inexplicadas horas, para finalmente anunciarse al pleno haber recibido ¡la renuncia de Gertz Manero!, por la “causa grave” de que recibiría una invitación de doña Claudia para ocuparse de la Embajada en un “país amigo”, lo que ella ignoraba o dijo ignorar. Obviamente, la dimisión fue aprobada fast track sin recato por la aplanadora oficialista. Lo que queda pendiente luego de semejante desaseo es el motivo de fondo –y de tinieblas-- del galimatías, pues es claro que las raíces del truculento caso Rocha-Gertz-Claudia-Senado tuenen ramificaciones que apuntan por los rumbos chiapanecos donde –dicen—manda… el rey Pakal el Grande. ¿Será?

