Las rocas humanas obsesionadas de manera obsesiva con mantener su independencia. Autonomía. El ejercicio de su libertad.
La pluralidad.
Pero poco a poco los zapatos de la góber con grietas nacidas agujeros.

PASAMANOS: Uno, en el fuego amigo. El senador Manuel Huerta Ladrón de Guevara.
Nunca le ha perdonado, como tampoco a su antecesor, Cuitláhuac García, haberse adueñado de las neuronas y el corazón y el hígado de AMLO, el ex, para la candidatura guinda y marrón a la jefatura del Poder Ejecutivo estatal.
Y, dos, el diputado local, priista Héctor Yunes Landa.
La última contraofensiva fue con la secretaria de Educación, Claudia Tello. En el Congreso. En la comparecencia.
Claudia Tello le reviró y lo desafió a probar la compra de casas desde la SEV.
Los observadores incluirían como tercera roca al presidente del CDE del PRI, Adolfo Ramírez Arana.
Pero ante Huerta y Yunes Landa, Ramírez Arana parece un corderito. Inofensivo. Tierno. Inocentón.

CORREDORES: Indicativo: tanto Huerta Ladrón de Guevara como Héctor Yunes sueñan (otra vez) con la candidatura a gobernador para el año 2030.
Y quizá por eso mismo, creando y recreando la imagen de opositores, adversarios y hasta enemigos de Nahle.
Una forma tradicional de posicionarse.
En par de ocasiones, Huerta ha perdido la nominación a gobernador.
Primero, ante Cuitláhuac. Y segundo, ante Nahle.
Y cuando con AMLO, el ex, en el poder público, más doloroso porque siempre se ha creído en la amistad privilegiada con AMLO.

BALCONES: Yunes Landa también la perdió. Primero, ante su primo panista, Miguel Ángel Yunes Linares.
Después, en la contienda interna del PRI para contender ante Cuitláhuac García.
Y la tercera ocasión, en el año 2018 para jugar contra Nahle.
Entonces, y como Mitterrand en Francia y Lula en Brasil, sueña con una cuarta posibilidad. 2030.
Y por eso mismo, como figuras públicas evidenciando a Nahle y a su gabinete legal y ampliado el mayor número de veces posible.

PASILLOS: Nadie espera la unanimidad en la política de por sí tan plural en la vida cotidiana.
Pero cuando menos, y en nombre de la civilidad, una crítica y un debate de altura. Y con pruebas y hechos y testimonios.
Y si por ejemplo, Yunes Landa denuncia a la secretaria de Educación como coleccionista inmobiliaria, entonces, y más allá del enunciado, una copia del Registro Público de la Propiedad y la ubicación y el costo de la operación y la forma de pago y la parte vendedora.
Más con un Yunes Landa abogado y con méritos académicos en la Universidad (”El niño de dieces”) y con experiencia en el debate legislativo.
Así, quedaría “con hacha, calabaza y miel” de aquí al 2030. (lv)