Pero…
Pero la vida en el “Veracruz de moda” está desquiciada.
Desintegrada.
Digamos, sin principios ni valores como bien pudieran cacarear en la misa dominical de las doce horas.

PASAMANOS: Estremece, eriza los pelos y hasta un cortocircuito en las neuronas leer, por ejemplo, la noticia del sobrino asesinando a machetazos y después cortándole la garganta… a una tía.
Fue el viernes 7 de noviembre del año por terminar. En la localidad Buenos Aires Xoteapan. San Andrés Tuxtla. El pueblo mágico de los brujos y los chamanes.
Y en donde reside uno de los ocho obispos de la iglesia católica y apostólica.
La tía se llamaba María Chigo Montiel. 64 años.
Ella caminaba en una calle del pueblo y Luzbel se le apareció con el rostro de su sobrino. Armado con un machete.

CORREDORES: Y se le fue encima escribe el reportero Federico García, alias R. E.
Y a machetazo limpio.
Uno tras otro. Y otro. Y otro.
Y en la calle.
Luego, intentó huir.
Pero los testigos lo detuvieron.
Y a los pocos segundos, parte de la población amotinada en el epicentro de la tragedia.
Ahora, el sobrino, Javier N., remitido a la Fiscalía Especializada.
A primera vista, un feminicida más.
En el “Veracruz de moda”.
Ni modo, diría Agustín Silvestre Acosta Lagunes, el góber de José López Portillo, “la violencia es inevitable”.

BALCONES: Primer agravante: los machetazos.
Segundo agravante: cuando el sobrino la vio tendida en la calle con su blusita color blanco y su faldita color verde y sus sandalias color rojo, la degolló.
Tercer agravante: saña. Barbarie. Alevosía. Ventaja. Premeditación. Y perversidad.
Caray, la tía ya estaba muerta. Y de ñapa, le cortó la garganta.
La vida, desintegrada. La vida, desquiciada.
¡Ay, el “amaos los unos a los otros”!

PASILLOS: ¿La vida moral de la población es parte de la tarea oficial?
¿Tarea únicamente de la iglesia?
¿Tarea solitaria de cada familia, los jefes de familia, los padres, los abuelos, los tíos?
¿Tarea de las ONG y los activistas?
¿Tarea colectiva?
Y así como el gobierno lanza el operativo contra la comidita chatarra…
Y se crean y recrean códigos de ética para los funcionarios públicos…
Y desde el Palacio Federal se predica el primer mandamiento de la ley de Dios…
Y se abandera la liberación femenina…
¿Los principios, los valores, la convivencia sana, el respeto a la otredad, los días y las noches en paz y sin sobresaltos, etecé, etecé, también corresponden al Estado?
Lo dijo el griego Plauto y lo popularizó el filósofo inglés, Thomas Hobbes (1588/1679):
“El hombre es el lobo del hombre”.
¡Ay, tanta fraseología tan cierta! (lv)