Hasta el lenguaje aplicado y con frecuencia a los opositores, adversarios y enemigos como el caso del senador Gerardo Fernández Noroña.
En tribuna le endilgó los siguientes adjetivos calificativos:
Idiota.
Imbécil.
Payaso.
"A ver, idiota, llora por Carlos Manzo", el presidente municipal
de Uruapan, Michoacán, asesinado el día de muertos y en el panteón.
Además: "No seas imbécil, llora de verdad por Carlos Manzo. Tú idiota, llorando por allá (en Palestina) haciendo circo, mientras a los mexicanos los masacran" (APRO).
La grandeza política, social y moral en los debates parlamentarios alcanzando el más alto decibel cultural: “¡Payaso! ¡Payaso imbécil! Ven aquí a llorar por Carlos Manzo, Noroña o te pongo una foto de Alito para que llores de verdad, Noroña".
En el rafagueo discursivo, ya más prudente y mesurado, digamos, de Lilly Téllez lo siguiente: "Y usted también, secretario particular de AMLO (Adán Augusto López Hernández), ¿cuánto le deben los cárteles de Michoacán?”.
Se mira y admira la entereza de la senadora Téllez como opositora a las tribus políticas en turno.
Doce años los panistas en el Palacio Federal.
Ahora, doce años para los morenistas.
La senadora manteniendo su línea crítica.
Sin titubear y con firmeza.
Sin nunca haber sido involucrada en ilícitos, negocitos y trastupijes.
Sin escándalos en la vida privada.
Pero si su objetivo es ofender el lenguaje español, tan rico, tan fino, tan elegante, bien puede recurrir a figuras literarias para armar un discurso donde se aprecie y valore su estatura política y social.
Nadie duda de un Noroña merecedor de tales epítetos.
Incluso, un escritor inventó el verbo "Noroñar" listo para enviarse a la Real Academia Española para ver si puede incorporarse al diccionario.
Pero el debate en el Congreso de la Unión bien puede enaltecerse y dignificarse.
Eso de llamar al senador "idiota, imbécil" parece un lenguaje de vecindad en quinto patio y con las neuronas y el corazón sobrecargados de licor, cerveza o pulque.
Y hasta en un viaje espacial con carrujos de marihuana.
Por encima de todo, la elegancia discursiva.
La finura.
La alteza de miras.
Ignacio Ramírez, El Nigromante, y Francisco Zarco, en la tribuna parlamentaria.
José Vasconcelos Calderón y Carlos Alberto Madrazo en el discurso incendiario.
La elegancia y finura de Juan Maldonado Pereda debatiendo como diputado federal y cuando todos los legisladores federales dejaban de parlotear para escucharlo como alguna vez describiera su homólogo Héctor Yunes Landa.

2 ("Carroñeros y miserables")

Claro, la presidenta de la república, a tono con Lilly Téllez, llama "carroñeros" a los medios insumisos.
Y la gobernadora de Veracruz "carroñeros y miserables" a los disidentes, opositores, adversarios y enemigos.
La grandeza humana, pues.
La altura de la intelectualidad.
En todo caso, el lenguaje popular (digamos, y con respeto) de los albañiles y mecánicos y hasta de los chicos de la Generación Z.
Nunca Superman, Batman, El Llanero Solitario, Memín Pinguín ni Rarotonga ni tampoco Pedro Navajas, vaya, adoptaron ese lenguaje como eje transversal en sus vidas y relaciones con los demás.
La iglesia católica recuerda tratar a los demás "como si trataras a Jesús".
Pero, bueno, la iglesia es una entidad y la política otra.

3 (Lilly Téllez se enaltece)

Con todo, y de mujer a mujer, de política a política, la senadora panista enalteció su lenguaje cuando desde la tribuna parlamentaria convocó a la presidenta de la república:
“La señora Sheinbaum ha reiterado hoy que no habrá guerra contra los criminales. Pero ¿qué no entiende, señora Sheinbaum, que hay una guerra de los cárteles contra los ciudadanos? ¿Qué no se ha dado cuenta, señora Sheinbaum, que están matando a los mexicanos?
“¿Qué no escuchó a Carlos Manzo cuando le pidió una y otra vez que actuara? Y usted se burló de él, porque no se trataba de que usted le enviara escolta, se trataba de que usted actuara en Michoacán” arremetió (APRO).

4 (Otras mujeres levitan)

En el tiempo de la liberación femenina, el lenguaje de las mujeres políticas de alto vuelo se dimensiona en la Real Academia Española.
Claro, otras mujeres levitan como la diputada local de Xalapa soñando de manera obsesiva con vender café de Veracruz en el planeta Marte.
Y/o como la presidenta municipal de Minatitlán levitando en las calles del pueblo estrenando tenis costosos y supervisando obra pública.
"La vida es así y qué le vamos a hacer". (lv)