23 años de chicos…
**Con maleta escolar al hombro...
**Para terminar desempleados
**Fracaso universitario
ESCALERAS: Están canijos tantos años de estudio para luego de graduarse como universitario, los chicos se topen con el infierno.
El infierno del desempleo. El subempleo. Los salarios pichurrientos. Los sueldos de 5 a 6 mil pesos mensuales. Y a prueba. Y sin las prestaciones de ley.
Y se topen de igual modo con la migración al extranjero, de preferencia, a Estados Unidos soñando con ganar en dólares y en un trabajo estable y con dignidad laboral.
PASAMANOS: Dos años en el jardín de niños. Seis años en la escuela primaria. Tres años en la secundaria. Tres años en el bachillerato. Cinco en la carrera.
Dos años más en la maestría. Dos años más, quizá, en el doctorado.
Un total de 23 (veintitrés) años cargando la maleta escolar al hombro y la familia con la veladora prendida y con florecitas al Ser Superior para luego de la titulación las puertas y las ventanas laborales pudieran, quizá, quizá, quizá, abrirse.
Pero y por desventura, y en términos generales, el infierno.
Uno de los peores infiernos de la vida.
Más, mucho más, en los hijos de indígenas, campesinos y obreros. Y de clase media media y clase media baja.
CORREDORES: Entonces, la única posibilidad es la migración.
Lo más común, a Estados Unidos. Cuarenta millones de mexicanos, por ejemplo, y por ahora, en el país vecino.
Claro, la mayoría paisanos campesinos y obreros. Pero al mismo tiempo, en rara y extraña conjunción, jóvenes universitarios.
La razón de peso y con peso es la manifiesta incapacidad oficial para animar y reanimar la creación de empleos en todas y cada una de las regiones de cada entidad federativa.
Más porque claro está: la autoridad, “atrapada y sin salida” en un círculo vicioso.
Los industriales, los empresarios, los comerciantes, exigiendo seguridad en la vida y en los bienes para invertir.
Y el país y la mayoría de los estados, rehenes de los carteles y cartelitos. Sicarios y pistoleros. Malosos y malandros.
BALCONES: Algunas, pocas, excepcionales, universidades (por lo general, privadas) tienen una Bolsa de Trabajo para dar el primer empujón a los egresados solicitantes.
Desde luego, la buena relación entre la autoridad de cada colegio de educación superior con la iniciativa privada. Digamos, las cúpulas empresariales.
Pero en la mayoría, les dan el discurso de despedida en la entrega de los títulos y encomiendan al Ser Superior a cada egresado y adiós, adiosito, para que les vaya bien.
PASILLOS: Con todo algo está fallando con los veintitrés años cargando la maleta escolar cada educando.
Por ejemplo, la fama pública de que las universidades tanto públicas como privadas se han convertido en una fábrica (gigantesca) de desempleados y subempleados.
Y en contraparte, la secretaría de Educación Pública y la ANUIES y las secretarías de Educación de cada estado siguen otorgando RVOE, el permiso para lanzar carreras profesionales cien por ciento saturadas en los mercados regionales del país.
Entre otras, Sociología, Sicología, Derecho, Contaduría, Medicina, Odontología, Veterinaria, Ingeniería y Comunicación. (lv)

