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Jueves 23 octubre, 2025

Perder la emoción política

**Y la emoción social
**El fin de una vida

UNO. Un sueño frustrado

El día cuando un político pierde la emoción social y que también se denomina vocación política, su vida pública está perdida.
Fue el caso, por ejemplo, de Juan Maldonado Pereda, uno de los políticos del siglo pasado con mayor formación profesional,

más experiencia, más fogueado en cargos públicos, con más relaciones, incluso, amigo del primer círculo de Luis Donaldo Colosio Murrieta.
Sin embargo, luego de su paso en la administración pública como juez, rector de la Universidad de Tabasco con Carlos Alberto Madrazo de gobernador, secretario particular del góber Rafael Murillo Vidal y presidente municipal de Veracruz.
Además, cuatro veces diputado federal. Secretario General de Gobierno en la Ciudad de México con el titular, Ramón Aguirre Velázquez.
Subsecretario General de Gobierno en Veracruz y secretario de Educación con el góber Miguel Alemán Velasco, nunca pudo escalar la candidatura a jefe del Poder Ejecutivo estatal.

DOS. “Mucho camino andado”

Entonces, Miguel Alemán favoreció la nominación de Fidel Herrera Beltrán.
Alemán invitó a Maldonado a viajar juntos en el avión oficial de Xalapa a la Ciudad de México.
Y en el vuelo le informó que al día siguiente, Fidel sería destapado como candidato priista.
Maldonado le preguntó por qué.
Alemán dijo: Lleva mucho camino andado.
·En su momento, Miguel, dijo Maldonado, te pedí autorización para moverme.
·Pues sí, pero Fidel lleva mucho camino andado.
Nunca más en el resto del sexenio, uno y otro cruzaron palabra.
Maldonado quedó lastimado y zaherido por su amigo Miguel Alemán.
Semanas después, Juan Maldonado confesó: “He perdido la emoción política y social”, dijo.

TRES. Se retiró de la política

Y simplemente, se retiró de la política.
Incluso, jamás volvió a aparecer en un acto público.
Durante toda su vida, desde la secretaría particular con Rafael Murillo Vidal, buscó la oportunidad de la gubernatura.
En un principio se le atravesó Manuel Carbonell de la Hoz y quien solo permaneciera 72 horas como precandidato porque lo descarriló el líder nacional del PRI, Jesús Reyes Heroles.

CUATRO. Con el bat al hombro

Después, se le atravesó Rafael Hernández Ochoa, subsecretario de Trabajo y a la sazón diputado federal, y entró de relevo al bat priista.
Seis gobernadores después otra vez Maldonado sintió cerca la posibilidad.
Y nunca su atributos, cualidades y formación fueron suficientes.

CINCO. “El que más conviene” a los jefes máximos

Es más, por eso mismo llegó a una conclusión dura y ruda, la siguiente:
“En política nunca llega el más capacitado sino el que más conviene”.
Y, bueno, quizá jamás Maldonado convino a Miguel Alemán ni a los dirigentes nacionales del PRI, pues entonces el presidente de la república era el panista Vicente Fox Quesada.
Y ni hablar, con tantos vientos huracanados y turbulentos en contra, don Juan perdió “la emoción política”.
Una estrofa de “La bamba” es contundente: “Para bailar ‘La bamba’ se necesita un poquito de gracia y otras cositas”.
Fue, diríamos, lo que bien pudo faltar a Juan Maldonado, uno de los priistas más honesto entre los honestos. (lv)


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