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Escenarios
Miércoles 15 octubre, 2025

Albañiles de la palabra

**Contar historias
**Y en primera persona
**Cada uno su estilo...

UNO. Formas de contar historias

Los escritores, los historiadores, los reporteros, los escritores, los columnistas, etecé, etecé, suelen contar historias en tres tiempos gramaticales, digamos, literarios.

En primera persona. En segunda persona. Y en tercera persona.
Cada uno de acuerdo con su formación narrativa creyendo que así, tal cual, pegan duro y cuajan en las neuronas, el corazón y el hígado del lector.
Todo indica, por ejemplo, que contar una historia en primera persona es la forma más efectiva y eficaz de impactar y avasallar al lector.
Primero, digamos, con información privilegiada y de primera mano. Y, segundo, por el estilo narrativo.

DOS. Vaya centro de la historia

Contar en primera persona equivale a que el narrador se cree y siente y percibe como el centro de la historia noticiosa.
Casi casi como “gritando al mundo” yo soy la verdad. Y la verdad absoluta. La verdad universal.
El escribidor convertido en una especie de testigo de la historia y testigo de la noticia.
Sin el tecleador en la primera fila del espectáculo ninguna historia, tampoco ninguna noticia, tampoco ninguna verdad tiene validez.

TRES. Albañiles de la palabra

Incluso, los albañiles de la palabra suelen construir el muro y pegar ladrillos refiriendo fechas, nombres, apellidos, cargos públicos y circunstancias sociales, políticas, económicas y morales.
Nomás para que el lector sepa, esté consciente, quede impactado que el contador de historias es un ser privilegiado.
“Yo fui testigo de” esto o aquello suelen exclamar en la línea descriptiva.
Y como yo fui testigo, entonces, tú, lector, has de creer en la verdad (quizá mi verdad) trascendida.
Vaya, hay quienes esclavizados con la primera persona (los expertos dicen que es la forma más fácil, ligera y liviana para escribir) revelan su historia pasada para dar fe y testimonio de los hechos.

CUATRO. Adoquinando el pasado y el presente

Otros escribidores suelen contar historias en segunda persona del verbo gramatical.
El “tú” por delante.
Digamos, como el escritor Carlos Fuentes Macías escribió la crónica estudiantil del 68 desde París.
Siempre con el “tú” en primera fila.
Y, claro, manejando personas y personajes. Y declaraciones. Y puntos de vista en debates intensos y volcánicos.
Y detallando el hecho noticioso.
Y con su gran, enorme, cultura, adoquinando el pasado con el presente.
Los alumnos de la Universidad de la Sorbona y Nanterre, pintarrajeando con frases bíblicas, memorables y citables las paredes de los colegios.

CINCO. La historia según los otros

Otros tecleadores apuestan a la tercera persona: él.
Y, claro, ni en la segunda ni tercera persona el cronista y columnista, el historiador y el analista, se incluyen.
Para ellos, la noticia está en los demás, como protagonistas superiores y hasta únicos de la historia contada.
Ellos son (las personas y los personajes) la historia central.
En medio de la pluralidad narrativa cada lector hace su apuesta y preferencia para disfrutar la descripción y la narración.
Y de paso quedar informado.
Lo dice el viejito del barrio:
Cada tecleador tiene su capilla. Unos, con muchos feligreses. Otros, menos. Pocos.
Pero siempre dichosos. (lv)


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